Asistimos a una magnifica y vertiginosa revolución tecnológica. En realidad, múltiples revoluciones tecnológicas. Algunas de ellas conectadas estrechamente con otras. Los procesos en curso estás transformando radical e irreversiblemente la vida de la sociedad en general. Consecuencias económicas y políticas están implícitas en esta historia (1).
Lo que comporta la idea de revoluciones científicas es que el conocimiento avanza no por vía acumulativa, de manera gradual, por tanto, con condicionamientos y aparatajes, sino, mucho mejor, por medio de quiebres y rupturas. Como lo puso de manifiesto Kuhn en su libro principal, La estructura de las revoluciones científicas, las revoluciones científicas son revoluciones políticas (2).
Cuando Kuhn introduce la idea, en 1962, el tema tenía estas proporciones: por cada revolución teórica o conceptual había cuatro revoluciones técnicas o tecnológicas. Para los años 20 de este siglo la proporción es de 1:17, es decir, por cada revolución teórica o conceptual tienen lugar diecisiete revoluciones tecnológicas.
La tecnología toma la delantera sobre la ciencia básica. Sin embargo, dividir campos planos es hoy por hoy inocuo. Conceptualmente se ha acuñado el término de tecnociencia, para designar que existe una fuerte imbricación entre ciencia y tecnología. La ingeniería, vale recordarlo, es ciencia aplicada.
Un panorama rápido a las revoluciones en curso
La manera rápida de entender los fenómenos en curso es inscribiéndolos en el marco de la cuarta revolución industrial, o también, en la transición hacia el capitalismo financiero, o lo que es equivalente, el marco de la sociedad de redes –tres maneras diferentes de apuntar en una misma dirección–. Sin embargo, una mirada más pausada se impone.
Una revolución industrial es una revolución en la forma como la sociedad se organiza en torno al trabajo; esto es, en torno al sistema de producción. La cuarta revolución industrial consiste en la síntesis entre la dimensión física, la biológica y la digital.
Este es exactamente el punto en el que nos encontramos hoy por hoy.
Los campos principales de las distintas revoluciones tecnológicas en curso comprenden a la inteligencia artificial, la genética en general y las tecnologías Crispr, en particular, el manejo de las finanzas por medio de las criptomonedas y la criptoeconomía, la robótica en general y la robótica de enjambre en particular, el blockhain, que consiste en cadenas de bloques descentralizadas y públicas, y la computación cuántica y la criptografía postcuántica. Veamos
La inteligencia artificial se articula como inteligencia artificial –tal cual– y más recientemente, la inteligencia artificial generativa (IAG). La diferencia estriba en que la capacidad que tiene la (IAG) en crear, literalmente, nuevos contenidos; notablemente, imágenes, voces, textos, videos y demás que antes no existen y por iniciativa propia –por lo pronto, en interacción (parcial) con humanos. Esto tiene lugar a partir del aprendizaje de máquina (Machine Learning, ML). El (ML) tiene cuatro modos de trabajo, así: el aprendizaje supervisado, en el que la presencia de un ingeniero o científico es aún importante; el aprendizaje no-supervisado, que consiste en el hecho de que la (IA) está aprendiendo por sí misma sin necesidad de que nadie le enseñe. Literalmente, hoy hay programas que programan programas sin necesidad de un programador.
Adicionalmente, está el aprendizaje semi-supervisado, en el que los grados de libertad en las interacciones entre humanos y maquinas es flexible; y finalmente el aprendizaje por refuerzo, en el que la (IA) aprende, como los animales o los seres humanos, a partir de incentivos, por ensayo y error.
Este proceso es fascinante por lo vertiginoso que está siendo.
En el año 2020, dos investigadoras, una norteamericana trabajando en California, J. Doudna y una francesa trabajando en Alemania en el Instituto Max Planck, E. Charpentier, obtuvieron el premio Nobel de Química por sus contribuciones a la más poderosa tecnología genética jamás desarrollada que permite editar genes; esto es, no solamente leer genes, sino editarlos y escribirlos. Exactamente igual a lo que sucede con la edición de texto: letras, palabras, frases. Por primera vez, los seres humanos están incidiendo en las cuatro bases genéticas –adenina, citosina, guanina y tiamina, A, C, G, T– que compone a la vida, tal y como la conocemos.
Sin exageraciones, estamos comenzando a crear células, tejidos, órganos, y ulteriormente seres vivos. (Esto último aun no es una realidad efectiva, pero ya existen reconocimientos explícitos de que es técnicamente posible hacerlo).
La tecnología Crispr designa en inglés –la lengua vernácula en ciencia–, Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, y su traducción al español es: repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas. Sin ambages, lo que se anuncia en el horizonte es tanto el diseño de sistemas vivos a voluntad, como la inmortalidad del individuo.
Para algunos/muchos, un auténtico escenario apocalíptico o distópico.
El surgimiento del capitalismo se funda, mucho más que en el comercio y el intercambio, en la creación de los bancos. Originalmente, los bancos italianos y holandeses, y luego también el sistema bancario atomizado de la Liga Hanseática. Al final del día, cada Estado-nación se funda en –esto es, descansa, literalmente– en el Banco Central de cada país. En el caso de Colombia, se trata del Banco de la República. Pues bien, las criptomonedas, y con ellas la criptoeconomía, implican el colapso de los bancos centrales. Y con ellos, la crisis del sistema capitalista tal y como ha sido conocido desde los Borgia y los Médici, hasta el día de hoy.
Con base en la tecnología de blockchain, las criptomonedas –literalmente: monedas digitales, dinero digital–, se convertirán en el medio de intercambio comercial, monetario, financiero. Las intermediaciones de bancos y sistemas fiscales –esto es, pago de impuestos y todo lo que conlleva– perderán total importancia.
Económica, pero también políticamente, esta es una herramienta al margen de los controles monetarios de cualquier índole vigentes actualmente. Buena parte de los temas y discusiones en torno a la desdolarización del mundo, las monedas Brics, y otros, pasan medularmente por estas tecnologías.
Cuando la (IA) se puede mover por sí misma se denomina robótica; es pocas palabras, es (IA) corporeizada, materializada. (Otra cosa, perfectamente distinta es que la mayor parte de los robots tengan representaciones semejantes a las humanas. Esto conduce a un tema delicado pero importante que es la pareidolia, esto es, la tendencia a ver formas conocidas y humanas en todas partes).
Hace ya tiempo, la robótica es entendida como robótica de enjambre (swarm robotics), queriendo significar enjambres, como las hormigas, los venados, las cebras o los cardúmenes de peces. Esto es, colectivos que se comportan como un solo individuo.
Por su parte, la computación cuántica es el paso inmediatamente siguiente en el entendiendo y manejo de sistemas informacionales y computacionales. Todo pasa, sin embargo, por el problema de la encriptación de la información. Hoy, el partido, por así decirlo, lo van ganando los encriptadores; pero ya es perfectamente sabido que en el futuro inmediato el partido será finalmente ganado por los decriptadores.
En el centro de este tema los hay directamente financieros, militares y fiscales. Quiénes logran encriptar información y asegurarla, o bien, quiénes pueden romper los sellos de seguridad de los sistemas de información y compartirlos.
Militarmente, esto se denomina la war-net. Esto es, la guerra en el ciberespacio.
Pero desde otro punto de vista, este es el trabajo laudable de comunidades y grupos como: Open Source, open Science, Open data, Anonymous o Wilikeaks, por mencionar tan sólo los casos más conocidos.
Revolución tecnológica como revolución social
El orden del mundo está siendo estructuralmente alterado. Significativamente el propio Klaus Schwab, el presidente del Foro Mundial de Davos, eleva las alertas sobre los peligros de la cuarta revolución industrial y la IA.
Así mismo, los principales tanques de pensamiento incluido el Departamento de Estado de los Estados Unidos acusan a la (IA) como uno de los cinco peligros que afronta la supervivencia de la humanidad. Y se toman medidas y acciones.
Al mismo tiempo, según parece, Bill Gates y Elon Musk interfieren en sistemas de seguridad de distintos países, y proyectan desde ya planes de control de la población mundial a través de distintos organismos; por ejemplo, la Organización Mundial, de la salud, entre otros.
La siguiente ecuación expresa el problema, en términos generales:
S ➜ CyT ➜ A = X
Y que significa: las artes (A) siempre van por delante. Así lo hace la literatura o el cine, por ejemplo. Anticipan escenarios, proyectan futuros. A las artes le siguen la ciencia y la tecnología (CyT). Y a la zaga va siempre la sociedad (S); por ejemplo, a la zaga va la ética, el derecho, el sentido común, por ejemplo. (Digamos, entre paréntesis, que la filosofía se encuentra en algún lugar, por fuera de esta dinámica).
Específicamente, los desarrollos tecnológicos no son previsibles, y en algunas ocasiones no son deseables.
Dicho todo lo anterior, hay que señalar expresa y directamente que la principal actividad de las tecnologías emergentes no tienen que ver con la sociedad, la economía o la política. Muy por el contrario, se trata de planes políticas y acciones militares. De lejos. Sólo una pequeña parte, lo que la sociedad ve, está destinada a cosas como aplicaciones tecnológicas, maquinización y robotización de las empresas, y otras cosas semejantes.
En el plano social, es evidente que aumenta la inequidad: entre quienes, conocen y producen estas tecnologías y quienes no lo hacen así; pero también entre quienes trabajan con ellas y quienes simplemente ven sus efectos y consecuencias.
La tecnología no es jamás el problema
Es ingenuo, por decir lo menos, elevar voces y en ocasiones gritos de alarma frente al panorama que precede. Siempre que ha emergido una nueva tecnología han surgido voces reacias a las mismas. En la historia más reciente, se trata del tren, la radio, la televisión, el celular, y más recientemente las redes sociales y la (IA).
El verdadero problema se encuentra en quiénes controlan –o pretenden controlar (tal es el caso de Internet, notablemente)– a las tecnologías. El tema es siempre, en términos económicos, el de la función de producción, y en términos políticos, el del control de los sistemas sociales. Incluso, en un plano adicional, el problema es jurídico: quién hace la ley. Estos tres aspecto pasan generalmente obliterado, incluso entre líderes políticos, sociales o entre académicos.
Una tarea pedagógica, pero también académica, científica y política pasa por educar a la sociedad en estas tecnologías. De manera elemental: se trata, muy particularmente, de aprender a leer y a escribir código. La Unesco ha señalado que hoy por hoy la principal forma de analfabetismo es el tecnológico (cfr. https://www.unesco.org/es/literacy/need-know).
En estas condiciones, y ante las transformaciones en curso, la gente debe aprender, dicho sencillamente, a trabajar con lenguajes de programación. Y, políticamente hablando, desplegar una mentalidad de hacker. Pero este ya es otro tema (3).
1. La idea de revoluciones científicas o en el conocimiento tiene dos fuentes principales en la historia reciente. La primera, históricamente vista, es la que llevan a cabo estudiosos y teóricos franceses; notablemente, G. Bachelard, A. Koyré y G. Canguilhem, por caminos independientes, pero en una misma atmósfera intelectual. La segunda, mucho más popular, encuentra sus raíces en el trabajo de T. Kuhn.
2. Ver capítulo X.
3. Véase Maldonado, C. E., Sociedad de la información, políticas de información y resistencias. Complejidad, internet, la red Eschelon, la ciencia de la información. Bogotá: Ed. Desde Abajo, Colección Primeros Pasos No. 30, 2019.
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