Escrito por Serge Halimi
Atenas acaba de regalarles una Navidad anticipada a sus Fuerzas Armadas: veinticuatro aviones de combate Rafale y tres fragatas “último modelo”, a la espera de los F-35 y de los helicópteros Sikorsky, sin olvidar drones, torpedos y misiles. Los oficiales griegos no serán los únicos de festejo ya que hay grupos de armamento franceses, particularmente Dassault, entre los principales proveedores de Atenas.
Sin embargo, hace cinco años, las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) –la troika– imponían su férula a un país quebrado, asfixiado, reducido al rango de protectorado. Controlaban todos sus gastos con el objetivo de obligar a Grecia a devolver una deuda cuyo carácter “insostenible” admitía el propio FMI. Alentada por Alemania, la troika se encarnizó contra los gastos sociales. Le siguieron alzas fulminantes de impuestos y de los seguros médicos, la postergación a 67 años de la edad de jubilación (cuyas pensiones fueron amputadas catorce veces seguidas), reducciones de las indemnizaciones por desempleo y del salaro mínimo (del 32% para los menores de 25 años), hospitales abarrotados desprovistos de medios y de medicamentos, etc.
Adriana Gómez, de la serie “Asombrados”, detalle (Cortesía de la autora)
Plasticidad
El presupuesto militar no parece estar sometido a una vigilancia financiera tan estricta. Su participación creció en efecto del 2,46 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Grecia en 2015 al 2,79 por ciento del PIB el año pasado. El mayor de la Unión Europea. De tanto prepararse para la guerra, los griegos deben querer mucho la paz. En realidad, el país se considera amenazado por Turquía que multiplica las provocaciones en el Mediterráneo Oriental y que desde hace casi cincuenta años ocupa ilegalmente una parte de Chipre. Pero eso no impide que los dos Estados rivales pertenezcan a la misma alianza militar. Ni que Berlín figure entre los principales vendedores de armas de Ankara.
En 2015, cuando “la primavera de Atenas” fue aplastada por los bancos europeos, Le Figaro se destacó por su ferocidad. Estimó que, aun exangüe, Grecia, “un paciente que prefiere darle un cachetazo a su médico”, debía pagar hasta el último centavo a sus acreedores. Caso contrario, se indignaba por adelantado el diario conservador al que imitaron la casi totalidad de los medios de comunicación, “cada francés pagaría 735 euros para borrar la deuda griega” (1). En ese entonces, ésta representaba el 177 por ciento del PIB del país. El pasado mes de diciembre superó el 205 por ciento del PIB. Sin embargo, Le Figaro dejó de preocuparse por los acreedores europeos. ¿Por qué? Nadie osaría imaginar que es porque Grecia decidió orientar sus compras hacia los arsenales del grupo Dassault, propietario de Le Figaro (2).
No obstante, el happy ending sólo será completo el día en que submarinos turcos comprados en Alemania hundan fragatas griegas fabricadas en Francia. Para albergar sus navíos, Atenas se atreverá entonces tal vez a comprarles nuevamente a los chinos los puertos griegos que debió venderles por orden de la troika. Demostrada la plasticidad de la pareja “franco-alemana”, “la autonomía estratégica de Europa” habrá sido practicamente alcanzada…
1. Le Figaro, 8-1-15. TF1 y France 2, los dos principales canales de televisión franceses, retomaron este tema esa misma noche, algunas horas después de la victoria de la izquierda griega en las elecciones legislativas.
2. Véase “Relaciones incestuosas”, Le Monde diplomatique, edición Colombia, abril de 2016.
*Director de Le Monde diplomatique.
Traducción: Micaela Houston