Home Ediciones Anteriores Artículo publicado N°123 Al final de los años. El colombiano de oro y los derechos de papel

Al final de los años. El colombiano de oro y los derechos de papel

Al final de los años. El colombiano de oro y los derechos de papel

El día del colombiano de oro, 24 de noviembre, no tiene celebración. En general, pocos lo conocen. Un inventario y evaluación general de las acciones dirigidas a las personas viejas, resultó a propósito de la III Conferencia Intergubernamental, que convocó Costa Rica con apoyo de Cepal/Celade (1), en 2012. Con este contenido, el gobierno colombiano elaboró el informe “Del compromiso a la acción-examen y evaluación de la Declaración de Brasilia en América Latina y el Caribe”. Recoge en el papel avances en los ámbitos legislativo, administrativo, programático e institucional, en relación con el acceso a la salud, la atención institucional, alimentación y nutrición, salud mental, etcétera.

 

Colombia está entre los países que más rápido envejece en América Latina y con drama: en medio de la pobreza y un alto porcentaje en la indigencia. Nuestro país continúa su ritmo como uno de los más desiguales del continente. “Para el 2011 el coeficiente de Gini se ubicó en 0.548 por encima de países con economías similares como Ecuador y Perú, a pesar de haber modificado en los últimos diez años dos veces la metodología de medición de la pobreza y la desigualdad” (2). Pobreza que afecta de manera significativa a un porcentaje alto de la población mayor de 60 años que lo habita. Las cifras presentadas en diversas investigaciones indican entre el 40 y el 48 por ciento.

 

En relación con la línea de indigencia, para el año 2009 “el porcentaje de personas de edad bajo esta línea era superior al del conjunto de la población” (Cepal/2009). En febrero de 2010, el número de pensionados del Sistema General de Pensiones ascendía a 931.451, y de ellos 895.217 correspondían al Régimen de Prima Media. El 78,6 por ciento de los pensionados del Régimen de Prima Media (703.856) tenía 60 o más años. Esta cifra supone el 17,7 por ciento de la población colombiana de 60 y más años. Es decir, finalmente, tres de cada cuatro, recibían una pensión cuyo importe era igual o inferior a dos salarios mínimos. Para 2010 el salario mínimo era de 515.000 pesos, equivalentes a unos 250 dólares” (3).

 

Hace falta dar la oportunidad a las personas viejas para que dejen de ser una carga y constituyan una importante contribución al desarrollo, como afirma el Fondo de Población de Naciones Unidas, refiriéndose al 47 por ciento de los hombres mayores y casi un 24 por ciento de las mujeres mayores que forman parte de la población activa en el mundo. En apenas uno de los aspectos que hacen sentir la desigualdad, en la reforma del sistema pensional no puede tener prioridad el mercado de capitales sobre el bienestar de las personas, a pesar de que el viceministro de salud afirme que la ganancia no es delito.

 

Edad con prolongación de la pobreza

 

Ante la vejez, la situación y las ‘soluciones’ en oferta, la complejidad aumenta y radica en que conviene a los intereses del mundo financiero, porque además de fortalecer el nuevo nicho comercial y de mercado, facilita trasladar a las mismas personas y a sus familias la responsabilidad total de su bienestar hasta el momento de su muerte; mantiene la satanización de los sistemas pensionales estatales basados en la solidaridad; reafirma que el envejecimiento es un riesgo, y en consecuencia, “la principal amenaza para la sostenibilidad fiscal del mundo” sobre todo teniendo en cuenta las proyecciones del envejecimiento poblacional (4).

 

En las grandes ciudades, por lo menos, destacan en su funcionamiento las ventanillas preferenciales, que dicho sea de paso, resultan de gran beneficio para los familiares de las personas viejas, pues les evita –a ellos– la dificultad de tener que hacer grandes filas. Produce un cierto asombro ver en su conjunto la cantidad de normas y leyes que, según los encargados del Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, existen “para salvaguardar los derechos, sociales y culturales de las personas mayores”, y las que de una u otra forma tienen relación. Los adultos mayores –último título dado a las personas viejas– (5) en su mayoría están en difíciles condiciones y son objeto de marginalidad y discriminación.

 

Llama la atención, por ejemplo, leyes como la 1091 de 2006, que reconoce al “colombiano de oro” con “derecho a atención preferencial, servicio de salud brindado por el Sistema General en Seguridad Social Integral y descuentos en programas especiales de turismo, ofrecidos por las Cajas de Compensación Familiar para los no afiliados y afiliados”. También declara el Día del Colombiano de Oro. Adicionalmente, dispone que todas las entidades estatales y privadas que presten servicios al público deberán tener ventanillas preferenciales para atender a los beneficiarios. La Ley 271 de 1996 instituyó el último domingo del mes de agosto, como el Día Nacional de la Tercera Edad y de los Pensionados, razón por la cual, en muchos casos, existe la propuesta que la conmemoración sea del mes completo. Por último, también el 1º de octubre es celebración del día internacional que definió Naciones Unidas.

 

De qué sirve tener el título de “ciudadano de oro”, y varios días de celebración o conmemoración, cuando en la vida cotidiana, en razón de su edad, tiene que enfrentarse con diferentes formas de maltrato, como la falta de respeto a su persona, y el desconocimiento de su participación, familiar, social, económica. No ha sido posible transformar el imaginario social, pues hablar de personas feas, enfermas y dependientes fortalece el mercado de servicios de salud, medicamentos, tratamientos especiales y otras ofertas “encaminadas a revertir procesos”. Al final, un discurso molesto, sobre todo para aquellas personas que hace diez y mas años forjaban causa común en contra de los estereotipos, y hoy cercanos a su propia vejez, dejan de ver que nunca pudieron escapar de sus propios miedos, reafirmándolos en si mismos y en las personas a las que atienden.

 

La vejez de hoy y la del futuro

 

No es de olvidar que existe una fuerte correlación entre vejez, pobreza y vulnerabilidad (6). Asimismo, que es diferente la situación entre el área rural y urbana; y que la violencia ha creado una nueva categoría “la de desplazados mayores”. Además, hablamos de personas con bajos niveles de escolaridad, con pocas oportunidades para ellas y sus familias, quienes también tienen que hacerse cargo de su cuidado ante problemas serios de salud.

 

De acuerdo con la Cepal en el período 2000-2050 en América Latina y el Caribe se duplicará la cantidad de personas con dependencia moderada severa, pasando de 23 a 50 millones. En este contexto, el gasto en salud (como porcentaje del PIB crecerá de manera sustancial, la necesidad de cuidado aumentará, y con tal hecho la probabilidad de una crisis basada en la “tensiones entre trabajo remunerado y no remunerado, con especial énfasis en su distribución según género”. Cabe señalar que los países donde los sistemas de pensiones o de beneficios asistenciales tienen una amplia cobertura, las personas mayores son menos propensas a vivir en la pobreza en comparación con el resto de la población (7).

 

El recurso de la caridad

 

En el mismo documento mencionado inicialmente, aparece el Programa de Protección Social al Adulto Mayor –Ppsam. “Consiste en un subsidio económico que es entregado a la población de la tercera edad que cumpla con los requisitos establecidos […] es intransferible y la orientación de sus recursos se desarrolla bajo los principios de integralidad, solidaridad y participación. El monto del subsidio oscila entre $40.000 y $75.000 en múltiplos de $5.000 para Servicios Sociales Básicos que pueden comprender alimentación, alojamiento y medicamentos o ayudas técnicas (elementos para atender una discapacidad y que favorecen la autonomía personal y su calidad de vida) no incluidos en el Plan Obligatorio de Salud, POS, del régimen subsidiado, ni financiadas con otras fuentes. Este rango cuando se trata de subsidios directos se entrega en efectivo a cada beneficiario y en el caso de subsidios indirectos garantiza los elementos antes mencionados a través de las instituciones de atención al adulto mayor”. De acuerdo con este informe, a la población indígena residente en los resguardos, solo les entregan subsidios en la modalidad de indirectos para ser administrados por las mismas organizaciones.

 

Aunque hay varias cosas que decir al respecto, solo en el monto del subsidio, resalta que cuarenta mil pesos no son más que veintiún dólares; y setenta y cinco mil pesos, son casi cuarenta dólares; aun siendo cien mil pesos, no pasan de ser 53 dólares. Es decir, que los mantienen por debajo de la línea de pobreza. Todas las consecuencias que vendrían enseguida, están discutidas en el marco de los objetivos del milenio. Sobra repetirlo.

 

Sin pasar por alto, que el programa de alimentación tiene su entrega en dos modalidades: Ración preparada y ración para preparar. En el primer caso: “un almuerzo caliente servido localmente, durante 250 días hábiles al año”. ¿Sería necesario aclarar que el año trae 365 días y que una persona necesita como mínimo tres comidas al día? Aunque el ideal son cinco de acuerdo con los estudios realizados por nutricionistas/dietistas y nutriólogos/as.

 

Sin desconocer los esfuerzos y recursos invertidos, los enfoques asistencialistas no dan respuestas efectivas, menos para mantener en el largo plazo, y todavía menos, si hablamos de varios problemas a resolver (alimentación y nutrición, salud, abrigo, vivienda, cuidado, etc.). Además, son contrarios a la filosofía y principios que encierran los derechos humanos.

 

Tampoco cabe hablar de dignidad, cuando estos “beneficios” están condicionados, entre otros, a la administración de terceros y a la participación en espacios de reunión sin sentido, que a veces rayan en lo ridículo, y su discusión aparece como talleres de desarrollo humano; muchas veces coordinados por personas que piensan que nunca llegarán a “esa vejez”.

 

Continuamos con la misma filosofía que discutimos desde hace varios años. “Exceptuando los notables adelantos que han mostrado algunos países a partir de inicios de esta década, los servicios para las personas de edad tienen un claro sesgo asistencial y el acceso a las prestaciones depende más de los recursos de las personas mayores, que de las necesidades que presentan. Con frecuencia, los programas descansan en las familias y en el aporte del voluntariado, dejando a merced del mercado informal la prestación de determinados servicios que, en general, no cuentan con recursos suficientes para asumir esta tarea” (8).

 

El derecho a envejecer dignamente

 

Desde el humanismo, tampoco es dable que las personas lleguen a la vejez en malas condiciones generales, expuestas a la aplicación de programas remediales como ayuda para mejorar en algo una situación (o ¿condición?) que resulta en desventaja del transcurso de una vida.

 

Ante la incuria y negligencia de los estados y los gobiernos, las personas con vejez no pueden seguir en el último escalón en la escala de prioridades. Tiene valor que sus derechos no queden solo en el papel. ν

 

1 Como parte del seguimiento al Plan Internacional de Acción sobre el envejecimiento que promueve Cepal//Celade, por mandato de Naciones Unidas, y con el fin de conmemorar los diez años de su aprobación, desde 2003 tienen lugar reuniones de los representantes de gobiernos y Estados con el resultado y compromiso de nuevo a velar por la protección de los derechos de las personas de edad y crear los mecanismos y estrategias necesarios para el disfruto pleno de los derechos. Ver: “Estrategia regional para América Latina y el Caribe (2003)”; “Declaración de Brasilia (2007)” y “Carta de San José” sobre los derechos de las personas mayores de América Latina y el Caribe

2 Escuela Nacional Sindical. Diana Paola Salcedo Novoa, Investigadora; y Héctor Vásquez Fernández, director Área de Investigaciones, Propuesta reforma pensional.

3 Oiss, Observatorio de envejecimiento y vejez. Universidad del Rosario, Bogotá, 5 de octubre de 2012

4 La parte entre comillas, la escribió el hoy ministro de Salud y Seguridad social en el periódico el espectador, el domingo 15 de abril de 2012, siendo decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. No presenta la propuesta como suya sino que afirma habérsela encontrado en una agenda que “probablemente era de un funcionario de una organización multilateral”. Tampoco la discute ni la cuestiona.

5 Contrario al pensar común, el referirme a las personas viejas tiene el propósito de hacer un reconocimiento a la edad e insistir en la necesidad de cambiar realidades y no eufemismos, para encontrarse con “vejeces diferentes”, como diferentes son las personas y no una sola vejez, resultado de la pobreza, el maltrato, el abandono.

6 Escuela Nacional Sindical, op .cit.

7 Oiss, op .cit.

8 Cepal, Panorama Social de América Latina. Documento informativo, 2009, Santiago de Chile.

 

* Trabajadora Social. Estudios Postgrado en Política Social. Consultora en Gerontología. Docente Universitaria. Coordinadora Grupo Interinstitucional sobre Envejecimiento y Derechos Gied – Corv Colombi. Integrante

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