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América Latina en la sociedad de la información y del conocimiento

América Latina en la sociedad de la información y del conocimiento

 

Nos encontramos en medio de una revolución social, política y científica, que por primera vez en la historia humana es de escala global. En medio de esta novedad las universidades, la producción de nuevo conocimiento, el número de doctores (Ph.D.) y otros elementos concomitantes indican la inserción global alcanzada por cada país, así como el aprovechamiento que logra de las ‘novedades’ de todo orden que surgen de este proceso de cambio y transformación, lo cual no sucede de manera plana ni lineal. El ingreso a la Universidad ahora debe ser un derecho humano fundamental.

 

Vivimos un tiempo de cambio, intenso, profundo. Su registro, reflexión, validación, sistematización, socialización, proyección, está centrado en las universidades, que constituyen los loci en los que confluyen los intereses, cruzados, de la sociedad civil, de los sectores públicos y privado. Diversos indicadores de todo tipo acompañan los estudios, análisis y críticas acerca de los procesos en curso en la economía y la sociedad.

 

¿Cómo lograr que estos cambios lleguen al conjunto social de cada país dado? El tema de base aquí es, entonces: el acceso gratuito o no a la educación terciaria (= universitaria), el papel de las universidades en las nuevas formas de organización del conocimiento, y la equidad en materia de educación y acceso a las nuevas tecnologías. En el caso colombiano, todo ello se condensa en torno al título del problema: “ser pilo paga”, crisis de la universidad pública, procesos, abiertos o tácitos por favorecer a las universidades privadas, y varios más.

 

Proceso con particularidades. Sociológica, política, económica y culturalmente, los momentos por los que atraviesa la humanidad –mucho más allá de las clasificaciones acerca de la Modernidad (o esa moda pasajera y ya hoy vetusta de la Postmodernidad)– son tres: la sociedad de la información, la sociedad del conocimiento y la sociedad de redes, tres momentos que en realidad se encuentran estrechamente relacionados.

 

Desde el punto de vista histórico, el momento de arranque de la sociedad de la información corresponde a los años 90 del siglo inmediatamente anterior, el de la sociedad del conocimiento está en los años 2000, y la sociedad de redes cubre aproximadamente desde el 2010 hasta la fecha. Grosso modo, los tres momentos corresponden al capitalismo postindustrial, cuya fase subsiguiente fue el capitalismo informacional (1).

 

Un elemento común que atraviesa a las sociedades de la información, del conocimiento y de redes es la educación, la que supone e implica a la vez aspectos tales como: el papel de los doctores (Ph.D.) en la sociedad y en el aparato productivo, la importancia de la producción de patentes, la producción del conocimiento y aspectos tales como el factor de impacto, en fin, el lugar de la ciencia, la tecnología, la innovación y la cultura en la sociedad, y su reconocimiento por parte del Estado, y el sector privado.

 

Un análisis más detallado debería permitir y explicitar las relaciones entre el prestigio de universidades y los aspectos antes mencionados (2). Aquí, sin embargo, se dejan de lado estos aspectos, pero sí debe ser claro que la importancia de estos centros de estudio arroja luces claras aunque indirectas acerca de patentes, producción de conocimiento novedosos, apropiación social del conocimiento, importancia y número de doctores (Ph.D.), y demás.

 

Adentrándonos en lo ya dicho, se examinan aquí tres indicadores diferentes: los de QS, los del Times Higher Education (THE), y el elaborado por la Universidad de Shanghai. Por razones de espacio se omiten aquí apreciaciones acerca de las especificidades y diferencias comportadas entre los tres escalafones elegidos. Lo que si es cierto es que son los más importantes en el mundo, siendo el primero bastante más incluyente, y por su parte, el más prestigioso y elitista el de Shanghai. El THE se sitúa en un lugar intermedio.

 

Deliberadamente se omite cualquier evaluación o descripción detallada de los criterios de cada uno de estos escalafones, y basta con una mirada a profundidad en los links de cada uno para observar los criterios de clasificación.

 

En este artículo se trazan, correspondientemente, tres escenarios de entrada de América Latina en la sociedad de la información o del conocimiento, tomando como hilo conductor el prestigio de las universidades más destacadas en cada país mencionado, de acuerdo con el orden que sigue a continuación.

 

El escenario optimista

 

La tabla 1 ilustra los países de América Latina cuyas universidades, en el propio ranking de QS aparecen en la lista de las mejores 800 universidades en el mundo. El simple hecho de aparecer en esta lista ya constituye, sin lugar a dudas, un motivo para cada parte interesada. Ordenados por orden alfabético, la tabla 1 incluye los países de América Latina y las universidades de prestigio. Es de observar que en este ranking aparecen países que son excluidos de los otros dos escalafones, incluidos en las tablas 2 y 3.

 

En correspondencia con los indicadores macroeconómicos usualmente conocidos, los países más destacados son, en su orden, Brasil, Argentina, México y Chile. Colombia se sitúa en un lugar intermedio, pero no hay que menoscabar la inclusión aquí de países, sociedades y economías menos fuertes, tales como Cuba, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela. Las universidades mencionadas permiten inferir, sin ambages, algunas de las puntas de lanza de entrada de esos países en la economía basada en la información o bien en la economía basada en el conocimiento. (Tabla 1).

 

Ya se trate de universidades privadas o públicas, las tablas aquí incluidas permiten anticipar una apuesta de carácter nacional por participar activamente en los nuevos tipos de economía y de organización social del conocimiento, basados, aquí, de manera puntual, por el lugar que ocupa la educación más avanzada, la universitaria.

 

Un escenario intermedio

La tabla 2 presenta el escalafón elaborado por otra agencia, en este caso el Times Higher Education. Como se observa sin dificultad, varían los nombres de los países, y varias de las universidades incluidas en la tabla 1 aparecen en lugares muy diferentes. Mientras que Argentina retrocede enormemente, Brasil aparece con un número más amplio de universidades, y la lista se reduce, a las cinco principales economías de la región.

 

Las cifras son más reducidas, lo cual significa manifiestamente que las exigencias son diferentes en este caso.

 

El escenario más pesimista

 

La tabla 3 presenta el que, sin lugar a dudas, es el escalafón de élite en el mundo, el cual incluye entre sus condiciones, entre otros aspectos, tener Premios Nobel (o bien premios equivalentes; por ejemplos la Medalla Fields en matemáticas) (3).

 

En el caso de América Latina, la lista de países se reduce a cuatro. Significativamente, las universidades mencionadas en esta lista ocupan lugares diferentes, en comparación con las tablas 1 y 2. La tabla 3 constituye, el escalafón más prestigioso de todos, el primero que fue elaborado históricamente hablando, por lo cual es objeto de numerosas críticas y reservas por parte de políticos, gestores del conocimiento y autoridades diferentes de ciencia y tecnología.

 

Sobre la metodología de los escalafones

Un buen entendimiento de los escalafones de cualquier índole exige dos reconocimientos explícitos: de un lado, es indispensable estudiar los escalafones no simplemente en un año o una serie breve de años, sino, de forma continuada en el tiempo, a mediano y largo plazo. De esta suerte se logra observar, antes que una instantánea, un vector. De otra parte, es preciso tener en cuenta que los escalafones son sistemas dinámicos; y que por tanto, en un año unos elementos suben y otros bajan, o que en un año aparecen unos elementos y en otro años otros. La combinación de estos dos elementos metodológicos permite una mirada más tranquila y serena sobre determinados fenómenos.

 

Desde España

 

De manera adicional, la Unión Europea a través del Csic (España) elabora un escalafón, actualizado periódicamente, acerca de investigadores y científicos, individualmente, en cada país. Así, por ejemplo, los mejores científicos colombianos, o argentinos, o peruanos y demás, de acuerdo con su presencia en Google Citation Index. En este caso la base de datos es Webometrics, y la entrada es (cambiando sencillamente el país): Ranking of Scientists in X Institutions According to their Google Scholar Citations public profiles, siendo “X” el país buscado.
En este caso, se trata de individuos que, presumiblemente, han logrado entrar ya en la sociedad de la información o en la del conocimiento, aunque sus países aún no lo hayan logrado. Esto es, se trata de personas que viven esencialmente de la producción de (nuevo) conocimiento – naturalmente, en escala descendiente, de acuerdo con cada escalafón.

 

Reflexiones

La educación, la ciencia y la tecnología, y con ellas conjuntamente la cultura, constituyen los elementos más destacados del desarrollo humano, social, intelectual y espiritual de una sociedad, hoy por hoy, hasta tal punto que la calidad y la dignidad de la vida son directamente proporcionales a la cultura, la educación, la ciencia y la tecnologías de que disfruta un país, traducido todo ello en aspectos tan sensibles como salud, infraestructuras, telecomunicaciones, integración con el medio ambiente, soberanía alimentaria, en cohesión social y confianza en general.
De esta suerte, en los marcos de la sociedad de la información, del conocimiento o de la sociedad de redes, ya no es el consumo de energía o la balanza de pagos, o la tasa de inflación o de devaluación los únicos o los más importantes elementos para determinar la calidad de vida de una sociedad o de un pueblo. La felicidad, el conocimiento, la pobreza o la integración con el medio ambiente han venido a sumarse, cada vez de manera más notoria, y de manera gradual, a desplazar los indicadores esencialmente centrados en la productividad y la competitividad, en el crecimiento o en el desarrollo económico, puramente.

 

En los marcos de las nuevas sociedades en emergencia, la calidad y la dignidad de la vida se fundan cada vez más en bienes intangibles o inmateriales; notablemente, aquí, educación, ciencia y tecnología. Todo lo cual sucede en medio de una revolución social, política y científica de escala global, producto de la cual las universidades, la producción de nuevo conocimiento, el número de doctores (Ph.D.) y otros elementos concomitantes resaltan una dirección que, sin embargo, no sucede de manera plana ni lineal.

 

La división digital

La división o la brecha digital, designa el hecho básico de que acceder a la educación de calidad implica aspectos tan elementales como tener un computador, idealmente una tablet, acceso a internet, en muchas ocasiones conocimiento de otro idioma (usualmente el inglés), por consiguiente electricidad y otros elementos concomitantes. Pero la realidad es que todo ello o muchas de sus partes implican tener salarios suficientes para adquirir los bienes y servicios necesarios, y condiciones básicas de vida. No todo el mundo las tiene, y las dificultades económicas acarrean una división digital, entre quienes poseen y no, entre quienes acceden o no, a lo mejor de las tecnologías la educación, la cultura y la ciencia.

 

La brecha digital comporta divisiones socio-económicas difíciles de ocultar. Existe aquí un problema que parece simplemente desplazar criterios tan fundamentales como salarios justos, equidad, distribución de la riqueza, y justicia social, en fin, políticas de salud, educación y vivienda, por ejemplo.

 

América Latina se encuentra bastante rezagada de la punta de la economía en el mundo, quizás con la excepción, no sin contradicciones, de Brasil, México, Argentina y Chile. Brasil ocupa un lugar propio dentro del grupo de los países Bric. Por su parte México y Chile son miembros recientes de la Ocde. Argentina permanece al margen de estos escenarios, y Colombia fue incluida en el grupo de países Civets y se encuentra como candidata para sr ocasionalmente admitida como miembro de la Ocde.

 

Vivimos una época cuyo destino entero está jugado a la confluencia entre los siguientes cuatro factores: la innovación, la ciencia, la tecnología y la educación. Los cuatro, bien combinados, sirven como basamento para un quinto factor, la cultura. Todo parece indicar que el destino entero de grandes grupos de individuos, de pueblos y sociedades enteras depende del buen ritmo y desarrollos de estos cinco factores. Ellos están transformando radicalmente la economía y el mundo en el que vivimos. Y parecen determinar, así mismo, los horizontes de esperanzas y expectativas. La Universidad constituye simplemente un prisma en el que los cinco factores coexisten y se refuerzan positivamente.

 

Retos y realidades. Para ser consecuentes con este reto nuestra región debería superar las divisiones impuestas por los intereses de mercado, controlado por unos cuantos, a fin de avanzar hacia una proyección global como un solo cuerpo. Al mismo tiempo, debería abrir todos sus centros de educación superior a todo aquel que cumpla unas condiciones básicas (cursar el bachillerato), haciendo de la misma un derecho humano fundamental, si de verdad se pretende que lo aludido en el párrafo anterior tenga el efecto que debiera tener, y como una manera de potenciar todo tipo de disposición y energía existente en una sociedad dada. Un sueño, una ilusión, hoy más posible de concretar por estar inscritos en un momento de revolución, en el mejor sentido de la palabra. Al fin y al cabo, el acceso a buena educación constituye un tema básico de equidad social; aquí, justicia frente al conocimiento. 

 

1 Cfr. M. Castells, La era de la Información, tres volúmenes, Madrid, Ed. Alianza, 1998.
2 Cfr. Altbach, P. G., (2012). “The Globalization of College and University Rankings”, en: Change, Enero-Febrero, pp 26-31
3 Maldonado, C. E., “Geopolítica del ranking de Shanghai. Inferencias sobre un estudio de caso”, en: Razón y palabra, Nº 88, Diciembre 2014-Febrero 2015, disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/N/N88/Varia/24_Maldonado_V88.pdf

*Profesor Titular Universidad del Rosario.

 

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