Todos los días los conflictos armados exhiben en las pantallas un desfile de masacres, violaciones, secuestros. Sin embargo, aun en el momento en el que los límites de un Estado se desdibujan, subsiste un código para proteger a los civiles: el derecho internacional humanitario. A pesar de ser obstaculizado por la “guerra contra el terrorismo” y a veces acusado de obsolescencia, impide a las partes tratar totalmente a su antojo a un enemigo demonizado.