La estrategia de las potencias occidentales respecto de Siria ha dado un giro espectacular: de situar el derrocamiento de Bashar al-Assad como prioridad absoluta, pasaron a alinearse con Irán y Rusia en el objetivo común de aplastar al Estado Islámico. Tanto Obama como Putin demuestran su pragmatismo político.
El fracaso de la diplomacia occidental
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