Escrito por Carlos Eduardo Maldonado
Rosenell Baud, “Descortezado”, temple sobre lienzo, 70 x 100 cm (Cortesía de la autora)
La información es el título genérico que marca la última etapa de la modernidad, por tanto, del capitalismo, y también el comienzo de un nuevo momento en la historia de la humanidad. Las expresiones de la importancia de la información son numerosas y amplias, tales como la sociedad de la información, el capitalismo informacional, las tecnologías de la información y la comunicación o los temas de encriptación, acceso público abierto a la información o secretismo y control, por ejemplo. Estudiamos aquí una historia de ritmos y aceleraciones incontrolados. Pues bien, el sentido de la vida misma y el cuidado de la democracia se encuentran en el centro de esos ritmos y aceleraciones.
Microelectrónica e ingeniería
La ingeniería es, dicho de forma general, ciencia aplicada. Se trata de la forma como se diseñan y controlan estados, sistemas y procesos. Pues bien, la expresión más acabada de la ingeniería pivota hoy en torno a las tecnologías de la información. Se habla entonces, por ejemplo, de ingeniería de hardware, ingeniería de software, y todas sus derivaciones y aplicaciones. El lenguaje del mundo actual se condensa en los lenguajes de programación, los cuales subsumen en su interior a las matemáticas, la estadística y otros instrumentos semejantes.
En ese proceso gana relevancia la microelectrónica, que si bien alcanza sus primeros y prometedores desarrollos durante la Segunda Guerra Mundial, con fines militares, pocas décadas después alcanza espacios privados, en las grandes empresas y luego también a escala cotidiana para los ciudadanos. La expresión puntual de esta revolución es el computador personal (PC, por sus siglas en inglés: Personal Computer). El computador y la computación en general constituyen al mismo tiempo la expresión más acabada y el catalizador de los procesos de electrónica, información y la combinación de ciencia y tecnología. Los alcances de este hecho desbordan ampliamente las previsiones de los años 70.
La Tabla Nº 1 ilustra los hitos más importantes de los desarrollos de la microelectrónica, hasta cuando emergen en los años 70, las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Estas tecnologías dan lugar a la emergencia de la sociedad de la información.
Un proceso en el cual el desarrollo del transistor permitió que los impulsos eléctricos fueran procesados de forma mucho más rápida, lo cual dará lugar justamente a los microprocesadores o chips. Su lógica es binaria: 1 o 0, que significan sencillamente paso e interrupción. En el proceso de información lo importante es identificar y eliminar el ruido. Genéricamente, en ingeniaría se habla de tres tipos de ruido: blanco, negro y rosado, según si el ruido es generado por el emisor, por el receptor o por el canal.
La historia del desarrollo de la microelectrónica evidencia los entrelazamientos entre investigación, fabricación, aplicaciones e investigación básica, en una interface entre grandes conglomerados privados y públicos, con un enorme espacio para la iniciativa personal. Un fenómeno típicamente estadounidense.
En efecto, por la misma época (años 50-70), la Unión Soviética y los países del bloque socialista también disponían de ciencia y tecnología de punta. De hecho, la Unión Soviética sorprende al mundo, primero, en 1952 con el anuncio de la bomba de hidrógeno –inmensamente más potente que la bomba atómica–; luego, en los años 1950 y 1960, con el inicio de la carrera espacial con los viajes exitosos alrededor del planeta por parte de Laika, Valentina Tereshkova y Yuri Gagarin. El problema de los países socialistas consistió en que hubo siempre un abismo entre ciencia e investigación de punta y la base de la sociedad. Este fue uno de los factores principales que condujo a la crisis que representó la Perestroika, el Glasnost y la caída del Muro de Berlín.
La Ley de Moore, y su crisis actual
La clave de las tecnologías de la información descansa en los chips (microprocesadores). Un chip se mide en micras –esto es, una millonésima parte de un centímetro: 10-6–; su capacidad se mide en bits y la capacidad de memoria en megaherzios. La tabla Nº2 expresa de desarrollo de los microprocesadores, hasta la fecha. Las unidades de almacenamiento son correspondientes con capacidades de procesamiento.
En 1965, el presidente de Intel Gordon Moore confirma que alrededor de cada 18-24 meses se duplican los transistores de un microprocesador. En otras palabras, se duplica la capacidad de procesamiento de los chips. El crecimiento exponencial de los procesadores se denomina la Ley de Moore, pero su autor estableció que, específicamente, debido a razones físicas, alcanzaría un límite hacia 2026, empezando con una ralentización a partir del año 2015. Sencillamente, el aumento de la densidad de transistores va acompañado de un calentamiento de los mismos, lo que termina por hacer prácticamente imposible continuar el proceso sin que se dañen los chips. Como consecuencia, predijo Moore, nuevas tecnologías vendrán en el camino. Pues bien, una de dichas tecnologías es la computación cuántica**.
Los transistores se condensan en el desarrollo de hardware, fundamental para computadores, celulares y tabletas. La historia de este desarrollo abarca, grosso modo, desde los computadores 286 –que tenían cerca de 100.000 chips, pasando por el Intel 386, el Intel 486, el Pentium, el Pentium Pro, el Pentium II, el Pentium III, el Pentium 4 –que es, digamos, el más común en la vida cotidiana, el cual tiene alrededor de 60 millones de microprocesadores o chips–, hasta el Itanium 2, que tiene más de 200 millones de chips. La capacidad de procesamiento y de velocidad es enorme. En paralelo, asistimos a la importancia del modelamiento y la simulación, conjuntamente con el trabajo con grandes bases de datos. Paralelamente, las pantallas o interfaces visuales alcanzan una capacidad de pixelación fantástica, muy superior a la de un ojo humano normal.
Lo verdaderamente significativo de esta historia es que, gradualmente, los procesadores tienen mayor capacidad de almacenaje y procesamiento, y son cada vez más baratos de producir y vender. Se genera así un bucle de retroalimentación positiva que conduce directamente a los más apasionantes de los fenómenos tecnológicos actuales a saber: el desarrollo de internet de todas las cosas (IoT), las tecnologías 5G, el desarrollo de la inteligencia artificial y la vida artificial, y la robótica –incluyendo a la robótica de enjambre–, con todas sus aplicaciones, consecuencias y secuelas en todos los ámbitos de la vida; desde el Perseverance en Marte, a las cámaras de identificación facial, las políticas de control social de gran escala, los conflictos éticos sobre el manejo público o privado de la información, los temas de Open Access, las guerras de quinta y de sexta generación, la importancia de la web profunda, y muchos más.
Es en este escenario en el que se desarrolla, en toda la extensión de la palabra, la política y la economía actuales, y la existencia cotidiana de los seres humanos, lo sepan éstos o no. En efecto, los microprocesadores están presentes en utensilios de la cocina, en los semáforos en las calles, en los juguetes de los niños, en los celulares de cada quien, en los ascensores y los computadores de todo tipo, en los automóviles que nos conducen, en los aviones y el funcionamiento de las bases de datos, por ejemplo. La vida actual está permeada y condicionada, de un extremo a otro, por estructuras y dinámicas informativas o informacionales.
Tecnología y política
Los años 1980-2020 estuvieron marcados por el auge de la microelectrónica en sentido amplio. La industria en ella concentrada fue la base para el desarrollo de la computación, de los sistemas informacionales, de las conexiones 3G, 4G y 5G; fue también el fundamento de la tercera revolución industrial, que consiste en la amplia conectividad de la sociedad –e-government, e-learning, email, y muchos otros–, tanto como en el desarrollo subsiguiente de la cuarta revolución industrial. Sin embargo, estos desarrollos no tuvieron lugar al margen de dinámicas políticas, económicas, financieras y sociales. En una palabra, emerge la sociedad de redes, pues crecientemente los sistemas informacionales y computacionales funcionan en red. En 1989, en el Cern, se crea la internet: WorldWideWeb. Subsiguientemente, nacen las redes sociales (Facebook, Twitter, YouTube, y muchas más).
El desarrollo y el control de sistemas informacionales representa la más importante revolución reciente en el mundo. Las formas de trabajo y de organización social, la acción colectiva, la vida cotidiana, en fin, se vieron profundamente modificadas por la importancia de la información. La economía de los países ha llegado a medirse en términos del número de computadores relativamente a la población, de tal suerte que un índice de pobreza o desarrollo se denomina, de manera puntual, la brecha digital. Los países más pobres son aquellos en los que la brecha es mayor; esto es, las poblaciones que carecen de computadores y demás. En la sexta generación de los derechos humanos, el derecho a la información ha sido considerado como un derecho fundamental, y cada vez más países incorporan redes de wifi públicas abiertas gratuitas como condiciones de calidad de vida. Estas redes se llaman wimax. El subdesarrollo consiste en este sentido, en la existencia de wifi. Dinero y negocio.
En el centro de este escenario acontecen dos acontecimientos principales. Primero, en 1977 tiene lugar la crisis del petróleo, un suceso que, en una palabra, evidencia la crisis del capitalismo postindustrial. En tiempo contemporáneo a esta crisis se producen los primeros informes al Club de Roma que resalta la insostenibilidad del modelo de vida capitalista. El segundo acontecimiento tiene lugar en 1989. Se trata de la caída del Muro de Berlín, un suceso que tomó por sorpresa a propios y a extraños. En este marco, la política y la tecnología se entremezclan dando como resultado un giro sorprendente.
La verdad es que el colapso del sistema llamado del socialismo real correspondió igualmente al colapso del hegemonismo mundial de los Estados Unidos, un fenómeno que tan sólo se hizo evidente con los años. La Guerra Fría y todo lo que ella implicó generó una situación literalmente insostenible, de un lado y de otro.
De manera velada pero estratégica, China preparaba el terreno para, como lo ha declarado insistentemente, convertirse en un país autosuficiente. Esa historia se remonta a los planes y al gobierno de Zhou Enlai (narrar esta historia sería tema de otro trabajo aparte). Como consecuencia, el mundo ve el crecimiento y el auge de China como potencia mundial, y ya para el año 2020 estaba claramente establecid, incluso por parte del Departamento de Estado, el ascenso de este país como primera potencia mundial, algo que nada podría evitar La tecnología desempeña un papel crucial al respecto, en toda la acepción de la palabra.
Para el año 2020 ya había quedado establecido por parte de Tirios y Troyanos: China tomó la delantera en computación cuántica, en la conexión 5G y en la investigación en torno a inteligencia artificial; al mismo tiempo se convierte en un actor protagonista en la carrera espacial. En una palabra, China había logrado un desarrollo fuerte propio en ciencia, tecnología e innovación. Y para sorpresa de todo tenía su propia modelo de socialismo o de comunismo, algo que no termina de entenderse cuando se lo ve con los ojos del pasado.
Una crisis sorpresiva
Alrededor de la pandemia del covid-19 se produjo una crisis sorpresiva que afecta grandemente a Estados Unidos y Europa y los países periféricos y dependientes de ambos grupos, y favorece ampliamente al país asiático. Se trata de la caída en la producción de semiconductores.
En efecto, la pandemia disparó el consumo, y por tanto la producción, de celulares, computadores y tabletas. Al mismo tiempo, la venta de automóviles disminuyó debido a las medidas de confinamiento. Así las cosas, la producción de chips se desvió hacia pc, celulares y tabletas.
Paralelamente, la infraestructura de 5G aumenta alrededor del planeta. Pues bien, Tsmc (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) y Samsung son los dos principales productores mundiales de chips. China, a través de Huawei, vio venir la crisis y se adelantó comprando prácticamente todas las reservas mundiales de chips. Como resultado, mientras que Occidente ralentiza las infraestructuras, producción y consumo de productos microelectrónicos, de computación e informacionales, China avanza sin detener el paso, a la vez que desarrolla capacidades propias de investigación y producción de microprocesadores. Todo lo demás es anécdota. La dificultad para Occidente estriba en que la construcción de una fábrica y el inicio de la producción es un proceso que tarda no menos de dieciocho meses. Para economías en crisis, para gobiernos en crisis, uno, dos o tres años de demora es una eternidad.
Una economía fundada fuertemente en la importancia de la microelectrónica enfrenta, en condiciones como las que apreciamos, muchas dificultades de recuperación. Entre tanto, la crisis de desplazamientos en el mundo y las incapacidades de la Unión Europea, Canadá, Australia, Inglaterra y Estados Unidos para acogerlos se suma a la crisis ambiental y la acaso inminencia del colapso ambiental. Las guerras –como la de Afganistán, por ejemplo– resultan onerosas, y en tiempos de crisis hay que redistribuir bien los dineros. Verdaderos motores económicos como Volkswagen, Ford, General Electrics, Nissan y Honda registran pérdidas, mientras los mercados no terminan de recuperarse. Y a nivel nacional, los gobiernos de Francia, Estados Unidos, España, Italia, Australia y los Países Bajos enfrentan zozobra, levantamientos populares, críticas y descrédito. Lo que parece, en cada país, como una crisis nacional es en realidad una magnifica crisis global, y acaso también civilizatoria. Los grandes medios sólo, en el mejor de los casos, presentan aspectos de crisis nacional, pero opacan por edición los vínculos y el carácter sistémico de éstas.
La crisis de la industria automovilística puede ser vista apenas como la punta del iceberg. El capitalismo y el neoliberalismo enfrentan un remesón profundo y sistemático cuyo Caballo de Troya es la industria de microprocesadores. Una realidad que va acompañada de numerosas otras facetas, planos, aspectos, niveles y dimensiones. El abordaje sistémico de las crisis en curso resulta él mismo ya insuficiente.
Mercados que se desplazan
Una comparación del mapa Nº1 con el mapa Nº 2 brinda una visión clara de las dinámicas en curso y en el futuro inmediato.
Estados Unidos ha pasado, manifiestamente a un segundo plano en el panorama mundial. Las inversiones, los préstamos, los acuerdos bilaterales, los planes de ayuda y demás planes y estrategias de la China desbordan ampliamente a los de E.U. China, a quien le guste o no, es, hoy por hoy, la primera potencia mundial. El mapa Nº 2 simplemente ilustra la situación actual.
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En conclusión, asistimos a dinámicas de un cambio tecnológico que va de la mano con un cambio científico y educativo, social y político, y no en última instancia, económico y de mentalidad. Esto quiere decir que el futuro del mundo sea el modelo chino. Antes bien, China es el catalizador de un cambio de gran escala y largo alcance.
La ciencia y la tecnología constituyen la avanzada y la expresión más acabada de un modelo de sociedad que está cambiando. Mientras Occidente, en el mejor de los casos, se queda en llamados a la bioeconomía como economía circular, los llamados a las tecnologías limpias y verdes, el trabajo alrededor de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y la Carta de la Tierra, emerge, a escala local, un fuerte cuestionamiento de la función de producción, una recusación abierta de los modelos extractivistas, y el llamado a nuevas relaciones con la naturaleza, rescatando el valor de la vida en general. Estamos en una historia en proceso. A corto plazo el panorama es claro. Sin embargo, a mediano y a largo plazo, como siempre, las cosas resultan más borrosas.
Hay motivos de esperanza y de alegría ante el giro que se está produciendo, antes que de desánimo, zozobra y pesimismo. Numerosas iniciativas locales se desenvuelven en los países, y muchas de ellas están conectadas y aprenden, unas de otras. No se trata de una crítica a la ciencia y la tecnología: todo lo contrario. La tecnociencia constituye un acervo de la humanidad, pero con usos, significados y sentidos diferentes. El capitalismo informacional es, puede decirse desde ya, cosa del pasado. No es poco.
** Cfr. “¿Qué es eso de supremacía cuántica?”, en: Le Monde diplomatique, edición Colombia, Noviembre, Año XVII, Nº 194, pp. 36-37
* Integrante del Consejo de Redacción, Le Monde diplomatique, edición Colombia.