Casi seis meses después de las elecciones legislativas que permitieron que el partido que gobierna Malasia desde la independencia, en 1957, se mantenga en el poder, los problemas persisten. Los criterios étnicos con los que se manejó el gobierno durante tanto tiempo y que dividieron al país entre malayos, chinos, indios, etc., ya no son tan influyentes. Los ciudadanos –sin importar su origen– reclaman cambios democráticos.
El poder toca fondo en Malasia
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