El siglo de las mentiras

El siglo de las mentiras

 

Estamos en una centuria donde las técnicas de control social y político son cada vez más refinadas. Sus propósitos son claros y contrarios al sentido democrático. Comprenderlas y tenerlas presentes es esencial para saberlas enfrentar.

 

En noviembre de 1946 Albert Camus publicó en Combat su artículo “El siglo del miedo”, donde aseguró que “nuestro siglo XX es el siglo del miedo […] y aunque el miedo no pueda ser considerado ciencia, no cabe duda de que, sin embargo, es una técnica” (1). Camus sabía que la instrumentalización racional del miedo era la mejor estrategia perversa que los poderes hegemónicos tenían para someter y sostenerse en sus estrados.

 

Toda una técnica. El miedo y el terror, como impedimento para crear un clima de diálogo y reflexión, se mutan hoy en día por mentiras, creadas y concebidas también como estrategia cínica de los regímenes políticos y la cultura de última hora. La fábrica de argucias se constituye en una poderosa máquina para perseguir, desaparecer, deportar, excluir a los extranjeros; invadir países, bombardear pueblos, torturar, imponer gobiernos, fabricar presuntos ataques con armas químicas y atentados terroristas, crear chivos expiatorios mundiales, justificar los asesinatos. La mentira inventa inexistentes enemigos, proyecta sospechosas verdades que se asumen como certeras y justas. Sabemos que estas argucias históricamente han sido utilizadas, pero hoy por hoy se han impuesto como fin supremo, magnificando su sistemática ignominia. He aquí la democratización mediática de la falacia, su masificación agresiva, repartida entre la mayoría consumidora. 

 

En el siglo de las mentiras, igual que en el siglo del miedo que vislumbró Camus hace más de setenta años, “el mundo nos parece guiado por fuerzas ciegas y sordas que no oirán los gritos de advertencia ni los consejos ni las súplicas” (2). Eso convierte en inútiles nuestros gestos de protesta, nuestra intensa necesidad de cambio, pues al desaparecernos como sujetos concretos, parece que habláramos en la campana del vacío frente a un Leviatán abstracto, poderoso y peligroso. Leviatán capitalista global que, sin embargo, se materializa como autoritario real a través de sus acciones de terror, imposición, vigilancia y control, creando la atmósfera propicia para desprestigiar nuestras voces. En estos dominios, el ciudadano queda forzado a aceptar las supuestas verdades, incluso si van en detrimento propio. La globalización de un demiurgo imperial abstracto, autárquico y déspota, inalcanzable e inmodificable cual castillo kafkiano, queda por tanto asegurada.

 

¿Sucumbir ante semejante realidad? La época nos obliga entonces a desmontar las patrañas, las calumnias históricas. No obstante se nos vuelve casi imposible determinar y definir la magnificencia de los poderosos. Entonces nos embarga el sentimiento del ¿para qué?; la sensación de un rotundo fracaso. Bajo la catarata mediática engañosa ¿cómo protegernos de sus perversos simulacros? Tal vez nuestra apuesta sea la de ubicarnos críticamente a la intemperie de lo que se inventa en este siglo de artificios y embustes. Sí, a la intemperie, aunque también en el centro del Leviatán, desgarrando el velo y mostrando las verdades de las cínicas mentiras, montadas como irrevocables verdades. Ardua y difícil labor. 

 

Preocupante situación en un mundo que está en el filo de los poderosos, los cuales proyectan el odio hacia ‘los desviados del camino’, aquellos que buscan el suyo propio. De modo que se edifican sofismas para justificar la destrucción del otro, su aniquilamiento, sea como idea, patria, nación, pueblo. Se crean rencores que retroalimentan los discursos anti-emigración, la xenofobia, la homofobia, el racismo, las ideologías neofascistas, el hostigamiento y persecución a los críticos de las multinacionales neoliberales, el desprecio a los que nadan a contracorriente. 

 

De dichos espejismos escenificados, sin fundamento real, vive el poder; son garantía de éxito, lucro y victoria. Su perversidad está en conservarlos, cuidarlos y reutilizarlos tantas veces se necesiten, no importando las consecuencias éticas, culturales y políticas. Así, el cinismo es símbolo de triunfo en nuestro tiempo y, junto a él, la astucia, la trampa y el crimen.

 

La era de las mentiras también es caldo de cultivo para que se multiplique una cultura política basada en lo que hemos llamado Emocracia global (3), aquella donde prosperan fuertes sensacionalismos demagógicos, pasiones y emociones populistas, desafíante de cualquier actitud sensata y racional, cualquier respeto a la diferencia. La emocracia permea casi toda la cultura, y es alimentada y defendida no sólo por los medios tradicionales, sino por la proliferación de las redes sociales digitales, desde las cuales se estructuran y envían falsos mensajes que construyen ambientes de desinformación o malformación de los acontecimientos, lo que influye en las decisiones de los ciudadanos. La mayoría de los procesos electorales de los últimos años han sido sacudidos por esta masificación digital de montajes ideológicos que tergiversan la realidad a través de la técnica del rumor, del chisme, la calumnia, consiguiendo resultados en las urnas realmente sorprendentes (4), este es uno de sus efectos.

 

Estrategias de control social y político que están acorde con las propuestas del filósofo y politólogo estadounidense, consultor de la CIA, Gene Sharp, cuya metodología de la “no violencia estratégica” y “desobediencia civil” (inspiradas paradójicamente en los humanistas Henry D. Thoreau y Gandhi) está siendo aplicada para desestabilizar gobiernos democráticos, opositores al imperio. En su libro De la dictadura a la democracia (2013) Sharp sintetiza las técnicas de los llamados “golpes blandos” en cinco puntuales pasos. En el primero de ellos se lee: “buscar la promoción de acciones para generar un clima de malestar social en el país, desarrollando matrices de opinión sobre problemas reales o potenciales, mediante los medios de comunicación”; en tanto el segundo propone “hacer denuncias, fundadas o no –ejemplo: falta de libertad de prensa, desconocimiento de los derechos humanos, etcétera–, que comienzan a “erosionar la base de apoyo del gobierno, apuntando a crear un descontento social creciente”(5).

 

Los medios de comunicación hegemónicos y las redes digitales, siguiendo este guión funesto, muchas veces multiplican el miedo, inventan adversarios, alimentan odios a través de engaños, convierten a la muerte en un proceso estadístico. Junto al poder financiero y el mercado global, atizan el fuego del desprecio, los insultos, la ira. El siglo de las falsas noticias nos vuelve cada vez más siniestros, insolidarios y sordos; más banales y obedientes. He aquí su monstruoso objetivo. 

 

1. Camus, Albert, Crónicas (1944-1953), Alianza Editorial,  Madrid, 2014, p. 202.

2. Ibídem, pp. 85-86.

3. Véase Carlos Fajardo Fajardo, “La emocracia global”, Le Monde diplomatique, edición Colombia, mayo, 2012, p. 31.

4. Por ejemplo, el triunfo del Brexit en Gran Bretaña, de Mauricio Macri en Argentina, del no a la paz en el plebiscito en Colombia, el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos… 

5. En las “primaveras árabes”, en Libia, Siria y Oriente Medio; en los golpes parlamentarios de Honduras, Paraguay, Brasil y en las recientes protestas de la oposición venezolana, se han utilizado sistemáticamente estas técnicas de desestabilización. Los otros tres pasos son: “Tercer paso: promoción de la “lucha activa callejera”, que bajo reivindicaciones políticas y sociales debe confrontar de forma directa con el gobierno. Cuarto paso: movilizaciones con la combinación de diversas formas de lucha − tomas de instituciones emblemáticas, con el objeto de coparlas y convertirlas en plataforma publicitaria− creando un clima de ingobernabilidad. Quinto paso: si es necesario, fractura institucional, sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamientos militares, hasta obligar a la renuncia del presidente” (véase: López Ricardo Vicente Mirando el mundo II: Del golpe militar al golpe blando,

http://pensandodesdeamerica.blogspot.com.co/2015/03/mirando-el-mundo-ii-del-golpe-militar.html?spref) 

y Gene Sharp (2013). De la Dictadura a la Democracia. Un Sistema Conceptual para la Liberación: http://www.aeinstein.org/wp-content/uploads/2013/09/DelaDict.pdf )

 

 

 

* Poeta y escritor colombiano. Docente Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá.

 
 

 

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