El nuevo Parlamento iraní, que habrá de reunirse en mayo, contará con menos ultraconservadores. Pero más allá de las apariencias de pluralismo, el juego electoral oculta la estrechez de las transformaciones sociales pasibles de ser encaradas. La fuerza del régimen radica hoy más en el fermento nacionalista que en la prédica islámica.
Esperanzas y simulacros de cambio en Irán
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