Los intentos de ruptura con las políticas neoliberales se multiplican. Tras la esperanza griega, la elección imprevista de Jeremy Corbyn en Reino Unido, tal vez mañana el despertar de España… Estos tries no siempre se convierten, como acaba de observarse en Atenas. Pero, de ahora en más, algunos de los obstáculos se encuentran bien identificados: los mercados financieros, las empresas multinacionales, las agencias de calificación, el Eurogrupo, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE), la política monetarista alemana y sus obsecuentes social liberales. El poder de estos agentes, así como la coincidencia de sus preferencias, explican en parte la prudencia y la capitulación de unos, el sufrimiento y la indecisión de otros. Aunque pertinente, un diagnóstico semejante resulta incompleto, ya que carece de un elemento decisivo, a menudo documentado en estas columnas, pero ampliamente ignorado en otras partes, en particular por las fuerzas políticas que deberían preocuparse por ello antes que nada.
El poder de los medios
Este elemento reveló su nocividad en Atenas cuando Syriza se resistía a las exigencias de la Unión Europea; se activó inmediatamente en Londres contra Corbyn, el nuevo dirigente laborista; se lo observará en Madrid si Podemos se impone en diciembre próximo. Finalmente, desde hace seis meses, se reconfigura metódicamente en París. ¿De qué se trata? Del perfeccionamiento de un cerrojo mediático susceptible de descalificar cualquier proyecto contrario al poder de los accionistas.
En el fondo, ¿por qué sería de otro modo cuando los propietarios de los medios de comunicación son también, cada vez más, los arquitectos de las concentraciones industriales y los beneficiarios de gigantescas capitalizaciones bursátiles? En Francia, por ejemplo, seis de las diez principales fortunas nacionales –la primera, la quinta, la sexta, la octava, la novena y la décima– están actualmente en manos de propietarios de grupos de prensa (1). Uno de ellos, Patrick Drahi, acaba también de colocarse rápidamente a la cabeza de las fortunas de Israel (2). Sin embargo, en este sector clave, que condiciona a la vez la información pública, la economía, la cultura, el entretenimiento y la educación es difícil detectar la menor estrategia política destinada a enfrentar el peligro. Algo así como que uno dijera que lo veríamos llegado el caso, que hay otras prioridades, otras urgencias (3).
¿Lo veríamos? Ya lo vimos… Al asumir el poder en Atenas en enero pasado, el gobierno de Alexis Tsipras había previsto, un poco imprudentemente, que la solidaridad de los pueblos europeos, blanco de las políticas de austeridad, le permitiría resistir mejor la intransigencia alemana. Numerosas razones ligadas a la fragmentación y a la debilidad de los aliados continentales de Syriza, políticos y sindicales, explican que esta expectativa se viera frustrada. Sin embargo, no debería omitirse un elemento importante. Durante seis meses, el tratamiento mediático de la cuestión griega alteró los términos del debate en curso. E intentó exacerbar en la opinión pública europea la preocupación de que la condonación total o parcial de la deuda de Atenas le costaría a “cada francés”, alemán, español, italiano, eslovaco, etc. (4). Los principales medios de información, incluyendo aquellos que se muestran en general ávidos de prédicas posnacionales, encontraron allí una forma segura de contener un movimiento de solidaridad continental con la izquierda helena. En otra configuración mediática, Grecia habría sido quizás presentada no como un mal pagador susceptible de agravar las dificultades de sus acreedores, incluyendo los más pobres, sino como la vanguardia de un combate europeo contra una política de austeridad que fracasó.
El costo para la colectividad de la reducción impositiva de la que se benefician desde hace treinta años los contribuyentes más ricos o el de los planes de rescate de los bancos privados, nunca se calculó –ni criticó–, por cierto, con el mismo empeño, en euros, para “cada francés”, alemán, etc. Y cuando el 27 de agosto los acreedores occidentales, inflexibles en el caso de la deuda griega, aceptaron la condonación de una parte de la deuda de Ucrania, ¿qué gran diario económico analizó lo que este abandono de créditos podría “costarle a cada francés”, italiano, lituano, etc.? ¿Qué canal de televisión se apresuró a recoger, en una de sus heroicas encuestas callejeras, las reacciones de curiosos transeúntes aterrorizados por la expoliación que semejante condonación de deuda significaría para ellos?
Los medios y el poder
Mencionando en agosto pasado las dificultades de Brasil, preso de una desaceleración de su economía, la caída del precio de las materias primas y numerosos casos de corrupción, João Pedro Stedile, miembro del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) señalaba que “el pueblo observa preocupado por televisión las noticias de la crisis y la falta de alternativas. […] No logramos hacer que se escuchen nuestras propuestas, inclusive porque los medios de comunicación están controlados por la burguesía”. Y el principal grupo mediático brasileño, Rede Globo, serviría, según él, de “partido ideológico” y de lugar donde se construye la unidad de la “clase dominante” (5). De alguna manera como Fox News se convirtió en Estados Unidos en el refugio y brazo armado del Partido Republicano.
Fox News pertenece a Rupert Murdoch. The Sun británico y The Wall Street Journal también. A priori, el vínculo entre un canal de noticias que apasiona a los jubilados estadounidenses, un diario inglés conocido por sus escándalos y sus senos desnudos y el gran periódico neoyorquino del sector de negocios no resulta evidente. Pero el objetivo de Murdoch es construir un poder que se imponga, no imaginar una mera complementariedad editorial al servicio del público. Y además, ¿qué relación existe también entre un diario popular como Le Parisien – Aujourd’hui en France, Radio Classique y Les Echos, si no es la identidad de su propietario común Bernard Arnault? La misma observación es válida para Libération, RMC, L’Express y Bfmtv, controlados actualmente por Drahi. Sin olvidarse de Direct Matin, Canal Plus y CNews (ex i-Télé) que Bolloré dirige con notable dureza.
Ahora bien, a falta de una resistencia en las salas de prensa cada vez más nerviosas y silenciosas o de una legislación coercitiva, cada concentración favorece a la siguiente. En mayo pasado, François Morel, presidente de Les Echos, explicó en estos términos la adquisición por parte del grupo de prensa de Arnault de Le Parisien – Aujourd’hui en France: “Recuperé Les Echos, pero eso no basta. Un actor no puede permanecer aislado en un universo en plena concentración; corre el riesgo de estar en peligro. Analizando el mercado, la opción más lógica era la de Le Parisien” (6). Cuatro meses más tarde, Nonce Paolini, presidente de TF1, consideraba por su parte que la “consolidación” de un sector de los medios de comunicación actualmente surcado por mastodontes capitalistas se había vuelto tal que ya nada justificaba que se prohibiera a su empresa pasar su canal de noticias LCI a la TNT gratuita: “Ya no existen grupos aislados y frágiles, solamente actores poderosos que invierten. El temor de ver a algunos actores debilitados por la llegada de LCI no codificado ya perdió vigencia” (7). De hecho, en comparación con la treintena de miles de millones de euros de capitalización bursátil del grupo de Drahi (que acaba de adquirir Bfmtv) o los 9.000 millones de euros de liquidez del grupo de Bolloré (que reafirma su control sobre i-Télé), TF1 será visto pronto como un pequeño artesano pobre. En todo caso, un gobierno poco respetuoso de las vacas sagradas del liberalismo tendría de qué preocuparse enfrentado a tres canales de noticias de este tipo…
Arnault, como se sabe, fue testigo de casamiento de Nicolas Sarkozy, a quien Bolloré le prestó su yate poco después de ser elegido presidente (8). Cabe esperar que Drahi, aún poco conocido en Francia, se introduzca rápidamente al igual que Arnault y Bolloré en la esfera política. Dos directores de diarios empleados de su grupo, Laurent Joffrin y Christophe Barbier, deberían ayudarlo, uno de ellos es familiar de François Hollande, el otro de Carla Bruni-Sarkozy. De todas formas, este tipo de relaciones se adquiere sin esfuerzos cuando se dispone de un grupo de prensa respaldado por varios miles de millones de euros. En junio pasado, Xavier Niel (pareja de la hija de Arnault) asistió a la recepción del matrimonio de la directora ejecutiva de su holding personal, Anne-Michèle Basteri, con Pierre Moscovici, ex ministro de Finanzas socialista y actual comisario europeo de Asuntos Económicos. Naturalmente se cruzó allí con el Presidente de la República (9).
Ninguna especificidad francesa en la materia. En 2012, un informe oficial sobre los desvíos sensacionalistas de un semanario británico, News of the World, perteneciente a Murdoch, señalaba ya que “las agrupaciones políticas que se sucedieron en el poder y en la oposición tejieron con la prensa lazos incestuosos que poco responden al interés general. […] Los accionistas, directores y jefes de redacción de los diarios británicos aprendieron en las mejores escuelas a ejercer un lobby sutil en la red de amistades personales y profesionales” (10). Novato en este terreno y poco propenso a transitarlo, Corbyn sabe lo que le espera. Su triunfo fue además festejado por The Sunday Times (del que Murdoch también es propietario) con este título que desborda entusiasmo: “Corbyn desata la guerra civil en el laborismo”.
En semejantes condiciones de adversidad ideológica y mediática, ¿cómo esperar que se den a conocer análisis disidentes más allá de aquellos que ya son atraídos, incluso convencidos por el discurso dominante? Resulta tentador responder mencionando los casos espectaculares donde el bombardeo de la propaganda fracasó, por ejemplo, el referéndum francés de mayo de 2005 y el griego de julio de 2015. Durante estas elecciones, la indignación suscitada por la unanimidad de los medios de comunicación dominantes constituyó incluso un instrumento de movilización popular importante, que se sumó al simple rechazo del tratado europeo de 2005 o la exigencia de la “troika” diez años más tarde. Stathis Kouvelakis, uno de los dirigentes de la izquierda griega, considera por ejemplo que “el hecho de que los partidarios del ‘sí’ hayan movilizado a políticos detestados, comentaristas, empresarios y celebridades de los medios de comunicación no hizo más que desatar una reacción de clase favorable al ‘no’” (11). Lo que significa que no librar un combate contra el sistema de información dominante constituye un error de cálculo así como un error intelectual. Más aun cuando la crítica de los medios de comunicación suele servir como punto de ingreso a la política para las nuevas generaciones, tan saturadas de información y comentarios como desconfiadas del periodismo profesional.
Una opción independiente
Sin embargo, eventuales victorias quedarán sin futuro, y la indignación impotente, sin una reforma radical del sistema de información. En diciembre pasado, Le Monde diplomatique propuso un proyecto que va en esta dirección (12). Hoy es necesario avanzar; nos dedicaremos a hacerlo, contando con nuestra independencia (13). Los problemas del periodismo tradicional se le presentarán rápidamente –ya lo hacen– al periodismo digital. Imaginar que las promesas de internet van a crear otro tipo de información de masas, liberada de las lógicas de dominación que se despliegan en otras partes, constituye en consecuencia una apuesta perdida de antemano. La existencia de un sitio marginal que nos gusta y que nuestros amigos también aprecian no confiere a éste ningún poder particular, ningún impacto adicional, desde el momento en que no somos sino unos pocos los que lo consultamos, lo consumimos. Probablemente los mismos que antes, pero detrás de un teclado. ¿Debe uno entonces escandalizarse y abrumar a todos sus contactos con tuits furiosos? A la larga, el acoso a sitios sulfurosos con comentarios inadmisibles con los que uno se indignará de común acuerdo con sus amigos se vuelve un ejercicio fastidioso y vano.
Para preparar sus combates, es mejor tratar de comprender. Con el riesgo de que uno nunca sea comprendido por los profesionales de las tapas sensacionalistas y denuncias altisonantes –Le Point, al que le gustaría asociar nuestra crítica de la Europa liberal con la extrema derecha; Marianne, que parece imaginar que la amenaza yijadista, cuya terrible realidad sufrieron los periodistas de Charlie Hebdo el 7 de enero pasado, será conjurada con sus llamados de trompeta contra el Estado Islámico y los poderosos análisis de Pascal Bruckner (14).
Pero nuestra singularidad parece encontrar algún eco. Desde 2009, recurrimos cada año a nuestros lectores para que sus donaciones y sus suscripciones consoliden nuestra independencia. En 2014, ambas crecieron simultáneamente. Con 296.000 euros (contra 242.000 euros el año anterior), las donaciones que recibimos a través de la asociación Presse et pluralisme representaron cerca del triple de nuestros ingresos publicitarios. El número de suscriptores, por su parte, registró una suba del 8,7% entre agosto de 2014 y agosto de 2015. Finalmente, la venta de ejemplares también se reactivó estos últimos doce meses.
Es probable pues que 2015 marque la primera recuperación de nuestra difusión desde 2008. Estos resultados, si se confirman, serían tanto más alentadores cuanto que se inscriben a contrapelo de una tendencia general (15). El mes próximo, publicaremos nuestras cuentas, pero digámoslo de entrada: gracias a su movilización y a sus donaciones, nuestra situación financiera ha mejorado. Su apoyo constante nos permitirá a la vez iniciar nuevos proyectos –a partir de este mes, nuestro sitio se renueva; pronto dispondremos de una base de archivos multilingüe y esperamos mantener en 2016 el precio al mismo nivel que hace tres años–. Su apoyo nos brindará también los recursos necesarios para incrementar nuestro esfuerzo editorial, incluso para analizar el terreno que tiembla a nuestro alrededor.
Disponemos de escasos medios, pero alimentamos grandes ambiciones. Cuando se manifiesta todo tipo de furia, la cultura de la velocidad, del chisme, del más o menos puede responder a razones comerciales y servir a los intereses industriales, pero conlleva inmensos riesgos, políticos y sociales. El desmantelamiento del Código de Trabajo con el pretexto de favorecer el empleo, los muros contra los inmigrantes con el pretexto de mantener la cohesión nacional, una nueva expedición militar con el pretexto de contener la guerra… En un clima ideológico tan pesado, un diario independiente no está de más. Se dirige a lectores que reclaman una toma de distancia, que están hartos de ser bombardeados con información sin importancia y emociones destinadas a ser consumidas, digeridas, olvidadas. Alienta las resistencias allí donde tantos otros se dedican a aplastarlas.
1 Bernard Arnault, Serge Dassault, Patrick Drahi, François-Henri Pinault, Vincent Bolloré, Xavier Niel, respectivamente. Fuente: Challenges, París, julio de 2015.
2 “The rich list: Drahi debuts at N°1”, Haaretz, Tel Aviv, 12-6-15.
3 Véase “L’art et la manière d’ignorer la question des médias”, www.homme-moderne.org
4 En Francia, la campaña fue lanzada por Le Figaro el 8 de enero de 2015 (“Chaque Français paierait 735 euros pour l’effacement de la dette grecque”) y retomada luego por la mayoría de los demás medios de comunicación, especialmente (el 26 de enero) por los dos principales canales de televisión franceses, TF1 y France 2.
5 Entrevista a João Pedro Stedile, “Au Brésil, les classes dominantes ont abandonné le pacte d’alliance passé avec Lula et Dilma”, Mémoire des luttes, 4-8-15, www.medelu.org
6 Le Monde, 28-5-15.
7 “TF1 défend un nouveau projet pour le passage de LCI en TNT gratuite”, Le Figaro, París, 15-9-15.
8 Véase Marie Bénilde, “M. Sarkozy déjà couronné par les oligarques des médias?”, Le Monde diplomatique, París, septiembre de 2006.
9 Véase Marie Bordet, “La gardienne de l’empire Niel”, Le Point, París, 10-9-15.
10 Le Monde diplomatique publicó extensos pasajes de este informe en su edición de enero de 2013.
11 Entrevista a Stathis Kouvelakis, “Greece: The struggle continues”, Jacobin, 14-7-15, www.jacobinmag.com
12 Pierre Rimbert, “Projet pour une presse libre”, Le Monde diplomatique, París, diciembre de 2014.
13 Véase “‘Le Monde’ et nous”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2010.
14 El 28 de noviembre de 2013, Le Point ubicó a Le Monde diplomatique en el bando de los “Neoconservadores a la francesa” (título del dossier), y luego en el de “La izquierda Zemmour”, el 30 de octubre de 2014. El 28 de agosto de 2015, Marianne estimó por su parte que la misión de este periódico era “ennoblecer al Estado Islámico”…
15 Entre julio de 2014 y junio de 2015, la prensa paga de circulación masiva registró una caída del 5,4% de su difusión.
*Director de Le Monde diplomatique.
Traducción: Gustavo Recalde¡