Venezuela inició el año 2015 sumida en una fuerte crisis. Sus manifestaciones principales e inocultables: un entorno económico negativo propiciado, principalmente, por una baja significativa en los precios del petróleo; la afectación del abastecimiento de productos de primera necesidad, y el incremento en los índices inflacionarios, a la par de una declaración de injerencista de los Estados Unidos que señala al país como amenaza para su Seguridad Nacional.
La situación económica alcanza su máxima tensión por la relación de dependencia que mantiene Venezuela de las importaciones de los rubros esenciales para su abastecimiento, triplicada desde 1998, así como la fuente de ingresos en divisas extranjeras generadas en un 94 por ciento por la producción petrolera.
De manera adicional, la relación comercial existente con los Estados Unidos de 10.500 millones de dólares representa el 23,3 por ciento de las importaciones totales, pero también de las exportaciones petroleras y no petroleras hacia ese destino en 29 y 26 por ciento respectivamente.
La pretensión oficial desde 1999 con su política comercial, ha buscado la disminución del grado de dependencia con respecto al país del Norte, y en algo se avanzó, aunque aún es insuficiente. Es así como los porcentajes por lógica exportadora han caído casi a la mitad, mientras que por concepto importador –aunque nominalmente ha tenido un incremento cercano a los cuatro mil millones de dólares–, ha disminuido más de un 20 por ciento en relación al total.
No es casual, entonces, que la crisis generada en Venezuela esté íntimamente conectada con los intereses norteamericanos por profundizar la razón de dependencia comercial, así como el acceso a nuestros recursos naturales, en especial del petróleo fuente de energía esencial para soportar sus niveles de consumo, en una especie de boicot económico donde agentes locales intentan acceder a las divisas para realizar transacciones con sus socios comerciales en los Estados Unidos. Es una presión que el aparato comercial nacional, a partir de mecanismos de especulación, acaparamiento o contrabando, ejerce para promover una libertad de mercado que en realidad termina doblegando la economía nacional a intereses extranjeros.
Esta realidad demanda analizar, en sus diferentes aspectos, las perspectivas que enfrentará Venezuela al finalizar el año en curso, sopesando las variables que incidirán en los flujos y contra-flujos por transitar a lo largo del año.
En la economía:
La elevación de nuevas fuerzas productivas
El entorno económico para la Revolución Bolivariana (RB) estará marcado por los precios del petróleo y las dinámicas productivas internas, así como los mecanismos de importación y exportación que conviertan al país del sur en un modelo económico que supere las contradicciones del sistema capitalista global.
Semejante reto debe encararse más allá de los triunfos sociales hasta ahora alcanzados, como la reducción de la pobreza, la cual del 54,5 al 32,1 por ciento durante los años de gobierno de Chávez, pero también más allá de las contracciones económicas vividas en los años 2002-2003 producto del golpe de estado y el paro petrolero en 2010, y la crisis económica mundial que afectó los precios de hidrocarburos, así como la contracción de los años 2013-2014 producto del desfalco a la nación, donde cifras estimadas apuntan a los veinte mil millones de dólares por empresas de maletín, configurada con hechos convulsos y violentos con las llamadas “guarimbas”, que afectaron el aparato productivo, a la que debe sumarse la caída estrepitosa de los precios del crudo petrolero.
Una crisis como la actual no soporta análisis reduccionistas, sino que debe comprenderse a partir de las relaciones sociales y sus tejidos, que en este caso particular tiene una connotación de guerra económica, por implicar agentes financieros y comerciales externos que con sus maniobras inciden en el valor del dólar en lo que es conocido como el diferencial cambiario, el que apenas en los últimos dos años ha sufrido un incremento cercano al mil por ciento; afectación que también implica factores internos, con un sistema de comercialización y distribución con evidentes signos de especulación y acaparamiento de productos, acción estimulada por un conjunto de mafias que desarrollan el contrabando, contribuyen al incremento de los índices de inflación y escasez que afectan notablemente la economía nacional.
Estamos ante una contradicción y lucha denodada, entre factores progresistas y otros tradicionales y reaccionarios. Con ellos, el interés de Washington y del Capital Monopólico Trasnacional (CMT) es claro: controlar las primeras reservas petroleras probadas del planeta, las de Venezuela, que suman 298,4 mil millones de barriles, con posibilidad de duplicarse según estudios preliminares podrían duplicarse. En defensa del país, y como estrategia de largo plazo, Chávez maniobró y buscó la disminución de las exportaciones del hidrocarburo a los Estados Unidos, logrando que en los últimos años las mismas pasaran de 1,92 a 0,84 millones de barriles diarios.
En esta misma lógica, y de manera estratégica, el país amplió sus mercados petroleros alcanzando en el continente asiático, para el 2014, exportaciones por 1,04 millones de barriles diarios, las que según proyecciones toparán los 3,16 millones hacia el 2019.
Logros relativizados por la caída de los precios del barril, los que deberán recurarse en el corto plazo producto, principalmente, de los variables: las presiones externas del yuan y la imposibilidad de los Estados Unidos de mantener un ritmo acelerado de producción de petróleo, lo que permitirá aliviar las cargas en una economía altamente dependiente de las importaciones.
Toda crisis presenta una oportunidad, la actual no es la excepción. El gobierno de Nicolás Maduro empieza a comprender las causas estructurales origen de la recesión económica y apuesta por la rectificación en tres vías: (1) mejorar la eficiencia en las empresas estatales, (2) acelerar el desarrollo de nuevas fuerzas que estimulen en las comunidades organizadas, mediante el autogobierno, nuevas relaciones sociales de producción y (3) una alianza con el incipiente sector privado que realmente produce en el país, generando además experiencias como la conformación de Zonas Económicas Especiales que permitan diversificar y ampliar las exportaciones no petroleras. Estos aspectos, sin duda, permitirán incrementar el abastecimiento y la producción nacional, lo que deberá impactar en el crecimiento económico y la reducción de la tasa inflacionaria, considerando que la historia económica venezolana nos indica que ya en 1948 el 95 por ciento de las divisas eran generadas por los hidrocarburos, y que entre 1984-1998 el aporte de la manufactura y la agricultura al PIB cayó de 35 a 9 por ciento.
En lo social:
La RB es esencialmente social
Debe destacarse que a pesar de la inestabilidad económica, la agenda agresiva de política social desarrollada por la RB no coloca freno: más de 600 mil viviendas dignas y de calidad construidas durante los últimos años, con un interés social en todo el país, ‘inundando’ los hogares de las principales ciudades con factores primordiales como el derecho a la tierra, como golpe certero al capitalismo en plenos centros urbanísticos.
Como continuidad de esta dirección, durante el 2015 el Gobierno apuesta por concentrar esfuerzos en las zonas de mayor pobreza extrema, para profundizar la política pública y dar un salto cuantitativo considerando que la mayoría de los Objetivos del Milenio establecidos por la ONU ya fueron alcanzados.
En esta misma senda, y lejos del discurso opositor que apuesta por una disminución de la lógica subsidiaria en aspectos primordiales, la Revolución continúa garantizando la democratización en el acceso a los bienes y servicios, constante que sin duda, producirá resultados alentadores a fin de año, especialmente para seguir la ruta trazada de disminución de la pobreza.
En lo político:
La unidad de las fuerzas revolucionarias y nacional, las elecciones para la A.N.
Durante el segundo semestre del año en curso, la población venezolana decidirá una nueva composición del Poder Legislativo en la Asamblea Nacional, y de nuevo las fuerzas revolucionaras deberán alcanzar la mayoría, opción facilitada por los factores de rechazo a la injerencia extranjera aplaudida por líderes de oposición locales, que provoca la unidad de la izquierda en su conjunto y, más allá de esto, la unidad nacional, donde ya distintos actores sociales, que no coinciden con los planteamientos de la RB, han marcado su clara posición frente a las declaraciones imperiales. En 2010, a pesar de la crisis económica, la izquierda logró ser superior en el Parlamento, aspectos similares ocurrieron en 2004 al ser convocado un referendo revocatorio en contra del presidente Chávez.
Estos aspectos redimensionan una nueva etapa política, donde el chavismo apuesta por elecciones de base para elegir a sus candidatos y concuerdan con una agenda común que hasta antes de las declaraciones de Obama parecían más complejas.
Por su parte, la oposición, representada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y los agentes promotores de la violencia ya experimentada en 2014, aunque pudiera juntarse coyunturalmente frente a las parlamentarias, lo cierto es que aparece fraccionada con un discurso ambiguo, que pudiera terminar por desmoronarla, inclusive antes del cierre del año, ya que luego de un largo período no han mostrado un proyecto país, que no sea otro que negar todo cuanto haga la Revolución, encontrándose ahora en una encrucijada entre una posición nacionalista y una lacaya del imperialismo norteamericano, aunque en su afán por obtener el poder andarán más cerca de esta última.
La consolidación de la unión cívico militar
Para quebrar el proceso en marcha, la oposición intenta socavar las bases de las Fuerzas Armadas, sin embargo la respuesta de la institución ha sido de mayor consolidación en base al proyecto político y a la defensa de la soberanía de la patria; es así como torpemente el llamado “documento para la transición”, esbozado por la oposición, intentó suprimir el carácter Bolivariano –es decir, la del padre de la patria– generando un rotundo rechazo por parte de los distintos componentes de la institucionalidad. A esto puede sumársele la alianza militar estratégica con países con intereses geopolíticos en el Continente como Rusia y China.
Como prolongación y soporte de lo alcanzado hasta ahora, durante el 2015 será resaltado el carácter nacionalista y patriota del componente militar, donde la unidad cívico–militar mostrará su mejor cara, aglutinando la fuerza emergente de los movimientos populares, para defender las conquistas sociales alcanzadas por el pueblo. Esto se desarrolla a partir de la fusión ente pueblo y Fuerza Armada, donde esta última ha asumido nuevos roles institucionales.
En lo internacional:
Una revolución antiimperialista
Venezuela, bajo el liderazgo de Chávez y ahora de Maduro, promovió el desarrollo de una nueva geopolítica internacional; el Alba-Tcp, Unasur, Petrocaribe, Celac, su inclusión al Mercosur, la asociación África Suramérica (Asa) y las relaciones estratégicas con China, Irán y Rusia, representan el pilar fundamental de su política diplomática, con un pensamiento contrahegemónico a los intereses norteamericanos no solo en este país sino en América Latina y el Caribe, permitiéndole consolidar una clara posición antiimperialista por parte de estos bloques de poder.
Propósitos y logros con dificultades. Los intentos desestabilizadores han pasado por todas las etapas en este país: golpes de Estado, sabotajes petroleros y económicos, magnicidio, promoción de guerra civil, y ahora una verdadera amenaza de intervención militar extranjera, y ante cada una de ellas la respuesta internacional ha sido contundente y solidaria con la Revolución, lo que resume parte del legado histórico de las luchas internas y externas generadas por un movimiento de real liberación, no solo de los gobiernos sino de los pueblos de Latinoamérica que han resuelto aniquilar todos los vestigios de colonialismo que aún persisten, y marcar la pauta de un nuevo tiempo con unidad verdadera.
Luces de nuevos alcances. Durante el 2015 el gobierno venezolano presidirá por tres años el Movimiento de Países No Alineados, recobrando con ello su liderazgo continental y mundial, en ocasión siempre de trazar el signo de la rebeldía y, como dice el himno nacional, para que los pueblos del mundo sigan entonces el ejemplo que Caracas dio.
Entrará RB, a partir de estos hechos, en una nueva etapa, porque las circunstancias han exigido una modificación en la base socio-económica del modelo productivo, la rectificación de la política subsidiaria generalizada, que debe ser focalizada y desarrollada con mayor eficiencia, con un escenario de correlación de fuerzas que llamará a la rectificación del liderazgo chavista, a la necesidad de reducir considerablemente la dependencia de la renta petrolera y a un nuevo papel de vanguardia geopolítica que, como fue característico hasta el 2012, sobresaliera con su liderazgo en la diplomacia global.
*Director de Planificación y Desarrollo de la gobernación del Estado Táchira. Investigador, Planificador, Msc. en Planificación Global, colaborador de GISXXI, co-autor del libro “El delito homicidio en Táchira 1982–2012”, Editor de la ·Revista de los comité estadísticos estadales”, Editor de la publicación “Dossier cartográfico de inversión pública del Estado Táchira”, Editor de la publicación “Análisis territorial de pobreza extrema del Estado Táchira”