Si bien el Gobierno y las farc ya debatieron el tema agrario y a La Habana llegaron las conclusiones del Foro sobre Política Agraria Integral-Enfoque territorial que por delegación organizaron la Universidad Nacional y las Naciones Unidas, conviene registrar –en una mirada sobre la perspectiva de la Mesa–, el desarrollo y la síntesis del Foro. Desde todos los rincones del país explotaron las ideas. Cada una valiosa porque, unas regiones más, otras menos, Colombia entera está marcada por la guerra.
Hace cuatro meses se abrió de nuevo en Colombia la puerta de los diálogos de paz. Esta vez, entre el gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, farc, una de las organizaciones guerrilleras que actúan en el país. En uno de sus pasos, el 25 de noviembre, mediante un comunicado conjunto (1), los dos actores decidieron impulsar –por primera vez– un espacio de participación de la sociedad en las deliberaciones, para que se propongan alternativas a temas específicos y se nutran los debates en curso en La Habana (2). El Foro sobre Política Agraria Integral-Enfoque territorial, realizado en Bogotá los pasados 17, 18 y 19 de diciembre tuvo el encargo de tratar el primero de los cinco puntos de la agenda que guía los diálogos.
En medio del nuevo escenario que abrió la exploración de la paz, el mejor aspecto para valorar el evento del pasado diciembre es comprobar una asistencia cercana al millar de delegados como resultado de la movilización de la sociedad desde septiembre, cuando el Gobierno anunció el comienzo de conversaciones tras una larguísima década de silenciamiento de los movimientos sociales. De este modo el Foro, igual que otras expresiones iguales a él, tuvo el efecto de desbloquear las gargantas y comenzaron a circular muchas notas, análisis, informaciones, opiniones y a movilizarse y reunirse organizaciones diversas en búsqueda de presionar para que se oyeran sus voces.
Aunque diversas iniciativas institucionales, sociales y políticas han sonado en todo el país, solo este evento tiene el reconocimiento estricto como parte de los diálogos cuando el tema de la paz, por excelencia de interés y debate para toda la sociedad, está, en este momento, determinado únicamente por el Gobierno y una de las organizaciones guerrilleras del país.
En el Foro surgió una iniciativa de parte de varias organizaciones: conversar en un espacio específico que crearon y en el cual hicieron un pronunciamiento conjunto, que tuvo un carácter multiétnico y que además recogió el sentir de diversos problemas de los territorios. Campesinos, comunidades negras o afrocolombianas, indígenas y pobladores en general que están viendo lesionados sus territorios (3) propusieron la unidad en torno a veinte aspectos, como el acceso a la tierra para la población rural con criterio diferencial étnico y de género, con redistribución de la propiedad de la tierra en condiciones dignas de trabajo para los asalariados del campo y no aceptar las políticas actuales de cambiar los usos del suelo de vocación agropecuaria hacia la gran minería, megaproyectos hidroeléctricos, hidrocarburos y agrocombustibles.
Avanzadas anteriores al Foro
Por delegación, la Universidad Nacional de Colombia y el Sistema de Naciones Unidas cumplieron con organizar, moderar, hacer relatorías y sistematizar los aportes que entregaron las organizaciones, entidades y sectores convocados, así como garantizar que las conclusiones del evento llegaran a la ciudad de La Habana, sede de las conversaciones. Ahora bien, con respecto a la participación de la sociedad (4), en Colombia se habla de un foro abierto de la ciudadanía por la paz. El punto siguiente que trabajarán en Cuba, sobre las víctimas, puede también ser objeto de un evneto similar al realizado en diciembre. Ya incluso se ha conversado sobre ese tema en varios debates de las organizaciones sociales y se sabe y reconoce el carácter primordial de la voz de las víctimas de la guerra.
En este punto es útil también ilustrar el calado y la variedad de iniciativas que se han dado en todo el país. Y por ello, pueden comentarse tres de ellas. Una, la del gobierno distrital de Gustavo Petro, que ha convocado en dos ocasiones a cabezas de gobierno departamental y municipal para, desde sus dignidades, actuar en la dirección de construcción de la paz; ellos firmaron en la primera reunión la Declaración de Paz del Sumapaz. Otra, la llamada Ruta por la Paz, que conforman organizaciones sociales y políticas; y una tercera, la abierta por las comisiones de Paz del Congreso de la República (Cámara y Senado). Estas tres iniciativas de alcance nacional, tienen una diferencia con el Foro de Política Agraria en el aspecto dicho antes: ninguna operó por solicitud de las partes dialogantes, pero su ocurrencia marca de hecho la voz de la sociedad en la actualidad de la paz. Tres propuestas que tienen su detalle.
Bogotá contribuye desde el territorio
Ana Teresa Bernal, alta consejera del alcalde Petro en los temas de los derechos de las víctimas, la paz y la reconciliación, explicó en entrevista a la Agencia de Comunicación de los Pueblos «Colombia Informa» el enfoque sobre aspectos centrales de la política de la Alcaldía de Bogotá en correspondencia con los diálogos de paz (5). La principal propuesta consiste en actuar en el territorio de la ciudad y hacer la paz en cuestiones concretas.
Las acciones específicas apuntan al “apoyo a los campesinos y campesinas con la compra de productos agrícolas, a todos los que puedan ofrecerle a Bogotá alimentos”. La proposición es comprarles a los propios campesinos de manera que eso les signifique mejoramiento en su calidad de vida. Otro aporte tiene que ver con la región del Sumapaz, al sur del Distrito Capital, “que es una región estratégica y que ha tenido mucho que ver con el conflicto. El Sumapaz puede convertirse en una región en donde haya mucha producción agrícola hacia la ciudad y ayudar al Sumapaz es contribuir al desarrollo de la paz nacional”.
“Pueblos construyendo paz”
La llamada Ruta por la Paz, que nació los primeros días de octubre de 2012 (6) impulsó el Encuentro Internacional “Pueblos construyendo paz”, al comenzar diciembre, antes del Foro de Política Agraria. La Ruta es el escenario creado por y para las mismas organizaciones sociales y en el encuentro internacional señalaron con claridad la fragmentación existente del movimiento social y de la sociedad civil organizada en Colombia. Además advirtieron que “los efectos de la guerra tienen reflejo en el temor y la falta de confianza entre nosotras y nosotros para posicionar con fuerza y unidad las apuestas que permitan construir paz en pro de la justicia social”. Uno de sus intereses fue recoger experiencias internacionales de paz como las de Irlanda, el País Vasco, El Salvador y Guatemala.
En su deliberar indicaron cómo perciben la ruta para terminar con la guerra y construir la paz: “Un camino de largo aliento que pasa por el diálogo y la negociación entre las insurgencias y el Gobierno nacional y continúa en los escenarios de construcción de paz del movimiento social popular”. Exigen que “Los dos actores dialogantes no se levanten de la mesa hasta tanto no logren ponerse de acuerdo. Un escenario a blindar con garantías, transparencia, ética y compromiso auténtico”.
Mesas regionales
Las comisiones de paz del Congreso de la República también adelantaron en los meses de octubre y noviembre nueve de las que llamaron Mesas Regionales para contribuir al fin del conflicto (7), con la participación de 2.990 ciudadanos de 1.333 organizaciones de los 32 departamentos del país. El Congreso recurrió al Sistema de Naciones Unidas para que prestaran apoyo técnico y metodológico en la recolección y sistematización de las propuestas que surgieran.
En el documento que presenta los resultados de sus debates aparece que estas mesas, en forma parecida al Foro, buscaban un doble propósito: “El primero, garantizar la más amplia y debida participación de la sociedad sobre ejes temáticos del Acuerdo General (mesa de La Habana). El segundo, asegurar que las propuestas presentadas en estos espacios contribuyan a la discusión de la Mesa(…)”.
Estas mesas trataron tres ejes temáticos del acuerdo: política de desarrollo agrario integral, participación política y programas de sustitución de cultivos de uso ilícito y de cada uno surgieron propuestas. A ellas asistieron “organizaciones de campesinos, indígenas, afros, mujeres, sindicalistas, estudiantes, defensoras de derechos humanos, de niñas, niños y jóvenes, ambientalistas, comunidades Lgbti, iniciativas de paz, iglesias, gremios, empresariado, académicos, investigadores sociales, víctimas del conflicto armado e integrantes de juntas de acción comunal”.
El Foro y su examen al modelo
El tema que abordó el Foro fue la política agraria integral, primero de los cinco puntos de la agenda, destacando además el enfoque terriroial del tratamiento que se le daría. Al respecto de este nombre, Darío Fajardo, quien abrió el evento, ahondó en la noción de desarrollo agrario integral y en el apelativo de enfoque territorial. Sobre el primero dijo: “Nos ubica en la transformación para el mejoramiento de las condiciones actuales de vida de los pobladores del campo, en términos de sus relaciones sociales, económicas, culturales y políticas, en su entorno y con el conjunto de la sociedad. Acá quedan comprendidas las relaciones con el Estado y con los sectores privados. Y la noción de territorio corresponde al espacio geográfico en el que se encuentra asentada la población e incluye las relaciones con el entorno ambiental y social; comprende la tierra pero también quién la controla, quién la trabaja, cómo la trabaja, quienes están excluidos del acceso a ella, qué representa para unos y otros”.
De igual forma, en el cierre, el padre jesuita Francisco de Roux destacó que el título del Foro, “…ya plantea que lo que está para la discusión y el diálogo es el modelo de desarrollo. Porque el modelo que hemos tenido hasta ahora ha producido la inequidad, está en el corazón del conflicto, tiene que ver con la migración salvaje del desplazamiento forzado y no ha producido el crecimiento económico que se esperaba del campo. Lo que Colombia está haciendo es discutir el modelo, aunque se diga que no se puede discutir, que no es negociable”.
A este respecto, el profesor Darío Fajardo señaló que la guerra es consustancial al modelo agrario. “En los campos […] el régimen de acceso a la propiedad está caracterizado por una elevada concentración, que no ha permitido generar un desarrollo social ni productivo capaz de brindar condiciones dignas de existencia a la mayor parte de la población. En el otro extremo de la distribución se ha configurado una masa de minifundios, micro-minifundios y hogares sin tierras, carentes de posibilidades de alcanzar el ingreso requerido para la subsistencia, lo cual estimula la emigración hacia las ciudades, agravando el desplazamiento forzoso”
Las palabras de cierre del Foro compilaron de manera provisional las propuestas surgidas y resaltaron el espíritu del encuentro. El padre De Roux las propuso más como una reflexión hacia los asistentes, que hacia la mesa de La Habana: “Voy a hacer una reflexión para nosotros acá. El mensaje para la Habana está listo. Lo hemos producido en tres días de diálogo y es muy bueno”. El sacerdote destacó dos elementos: uno, la relevancia de la voz de las víctimas. Otro, la exigencia de que los actores que están dialogando no abandonen la mesa hasta tanto no hagan el acuerdo: “Deja claro este foro, que nosotros no tenemos que matarnos para discutir el modelo agrario. Y este es el único mensaje de estas palabras mías que quiero que llegue a la Habana. Es el grito de todas las víctimas. Paren esa guerra. Párenla de todos los lados. Párenla en toda Colombia. No se levanten hasta que no haya parado el conflicto armado. Y cuando hayan parado corran el riego de venir acá y dialoguemos sobre todos los cambios por hacer para que la paz con justicia sea posible”.
“No será fácil resolver las causas del conflicto en medio de la guerra”
Coinciden muchos en señalar que el tema agrario en el país está en abandonó desde hace muchos años. En realidad, mientras que este asunto continúa como centro neurálgico del conflicto, dejó de pensarse en la problemática de la propiedad, de la economía campesina, de la reforma agraria, de los conflictos agrarios. Por eso fue escogido Darío Fajardo Montaña –sociólogo de la Universidad Nacional, y constante en el análisis sobre el tema agrario–. para plantear los ejes básicos de reflexión.
Su ponencia destacó: “Las condiciones que rodean la realización de este Foro indican que el mundo rural ha regresado al centro de atención del país. La postergación de la solución a sus problemas los acrecentó hasta el punto de poner en vilo el mejoramiento de las condiciones de existencia de su población, la solución de sus necesidades básicas, la seguridad ciudadana, las relaciones con nuestros vecinos, su inserción en el contexto mundial y la propia viabilidad del país. Y concretó el vínculo de esta afirmación con la coyuntura de las conversaciones: Estas circunstancias están asociadas a la larga guerra que viene afectando al país por más de medio siglo; hemos llegado al punto en el que para superar el conflicto armado será necesario resolver las causas que lo generaron pero no será fácil realizar las tareas pendientes en medio de la guerra”.
En perspectiva
Darío Fajardo, llamó a entender el lugar en estas conversaciones de “…todos los que han sufrido la guerra y el destierro”, y entregó una valoración útil para continuar: “Seguramente existen controversias sobre el diagnóstico y sobre las tareas propuestas para resolver los problemas allí señalados, pero uno de los mayores logros de este Foro será la apropiación que hagan las organizaciones sociales acá representadas, los gremios de la producción, las agrupaciones políticas y el propio Estado de las recomendaciones que están surgiendo en el entorno de las conversaciones de paz. Constituyen, sin duda, el punto de partida de un gran acuerdo nacional para la transformación del mundo rural, base de la modernización y la democratización de la sociedad en su conjunto. No habrán sido vanos los padecimientos y desdichas sufridas hasta ahora por las gentes del campo si desde allí se abren los caminos para un país mejor”.
1 Comunicado conjunto No. 5, emitido el 25 de noviembre de 2013 en: http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2012/11/El-siguiente-es-el-texto-del-Acuerdo-celebrado-en-el-d%C3%ADa-de-hoy-entre-las-FARC.pdf.
2 Quedó dispuesta también una dirección virtual para que cualquier persona pueda entregar su propuesta, opinión análisis o sugerencia.
3 Las organizaciones firmantes de este pronunciamiento a la unidad son las siguientes: Mesa Nacional de Unidad Agraria, la Organización Nacional Indígena de Colombia, el pueblo negro/ afro en Colombia, movimiento colombiano por la defensa de los territorios y afectados por represas, ríos vivos, asociación de afectados por el proyecto hidroeléctrico el Quimbo -Asoquimbo-, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, Anuc; Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Azucarera, 14 de junio- Sintracatorce.
4 ver nota 2.
5 Véase http://www.colombiainforma.info/index.php/conflicto-armado/151-paz/650-la-contribucion-de-bogota-a-la-paz-es-fundamentalmente-desde-el-territorio
6 Nace la “Ruta Social Común para La Paz”, “la paz es también salud y educación”, en http://usofrenteobrero.org/index.php?option=com_content&;view=article&id=5105&catid=35&Itemid=143
7 Las mesas tuvieron por sede (en orden cronológico) las siguientes ciudades: Sincelejo, Barranquilla, Villavicencio, Pasto, Medellín, Bucaramanga, Florencia, Popayán y Bogotá. Ver el documento “Mesa de trabajo regional para contribuir al fin del conflicto. Sistematización de las propuestas de la sociedad civil, 24 de octubre – 24 de noviembre de 2012”, que elaboró el Sistema de Naciones Unidas en Colombia.
* Editora, Grupo de Investigación en Energía ‘Teja Verde’.
Propuestas
Francisco de Roux condensó en 14 temas las propuestas surgidas en el Foro, advirtiendo que con seguridad la lista era más abundante. Estos son los temas resaltados:
- Las zonas de reserva campesina, porque allì se protege a las comunidades de la voracidad del mercado que monopoliza las tierras en el latifundio y expulsa a los pobladores del campo; allí se producen alimentos eficientemente con el menor costo humano y ecológico y con calidad. Allí está la organización para que los campesinos puedan hacer valer sus derechos; allí se cultiva un sentido de responsabilidad con el medio ambiente; allí la decisión por la justicia es prevalente.
- La autonomía de las etnias indígenas y de la comunidades negras y raizales.
- La desaparición en el campo del paramilitarismo y las bacrines.
- La soberanía alimentaria, para garantizar la vida de los territorios.
- La protección de los baldíos que son propiedad del Estado. Que si han de entregarse en propiedad es a las comunidades campesinas, indígenas, raizales y étnicas. Y el retorno al Estado de los baldíos que se volvieron latifundios y grandes empresas agrícolas.
- La finca campesina de seguridad alimentaria de productos tropicales permanentes y la fincas agroecológicas, que han probado que los pequeños campesino, con organización, tecnología y crédito, en un escenario de mercado, pueden alcanzar igual o más productividad que las plantaciones en productos como caucho frutales, búfalos, cacao e incluso palma de aceite.
- La titularidad de la tierra a las mujeres en las comunidades. A ellas, las que resistieron civilmente al terror y al silencio y preservaron el futuro.
- El regreso de los jóvenes al campo, que retornen al campo prestando un servicio social en lugar del servicio militar y tengan en el campo computadores y correo electrónico y se queden ocupando productivamente el territorio, con la educación propia que requieren las regiones.
- La necesidad de parar las fumigaciones y en cambio dar un impulso decidió al desarrollo regional incluyente, con subsidios estatales al campesino excluido que tuvo que sobrevivir sembrando coca.
- La desaparición de la cocaína, no de la coca ancestral, en este país que llegó a ser monopolio mundial de los narcóticos. Porque aquí la insurgencia, que peleó contra las multinacionales para defender la soberanía, contribuyó, con los paramilitares cocaleros, a que nos metiéramos en la multinacional de la mafia. La mafia, la multinacional más destructora de la soberanía. La promotora del mercado capitalista más perverso donde las transacciones y los precios se definen a bala. Por eso, la erradicación de la mafia.
- La redistribución productiva de las tierras para que regrese buena parte de los millones de hectáreas de ganadería extensiva a la producción de alimentos. Y para redistribuir las tierras del latifundio improductivo.
- La transformación del Incoder*, con la esperanza de la nueva administración, que tiene que rescatar para el desarrollo agrario regional la institución que quedó en manos de testaferros, de ilegales y corruptos.
- La presencia coherente de empresarios que traen capital al campo, que traen tecnología, innovación, economías de escala, infraestructura básica, empleo. Y ponen esa presencia empresarial en formas industriales al servicio del valor regional definido por la vida querida y la dignidad de todos los pobladores del territorio.
- La protección de los derechos, la seguridad y el desarrollo humano y sostenible de todas las regiones ante la locomotora minera.
* Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, entidad pública.