El reciente avance de las fuerzas progresistas en las elecciones griegas convulsiona a un Estado que hace años es controlado por dos familias políticas. Si bien los estragos de la austeridad convencieron a buena parte de la función pública de elegir la coalición de izquierda Syriza, las redes neonazis se activan en torno a los cuerpos de seguridad.