En diversos países, la seguridad social sufre una evidente agonía. Su transformación en negocio, mecanismo de acumulación y especulación, la hace inviable. Miles de ciudadanos padecen las consecuencias de una atención en salud ineficiente o la negación del derecho a una pensión que les garantice una vejez con dignidad.
Aquí y allá, lo privado fracasa. Se requiere cerrar el paréntesis neoliberal, y abrir el horizonte del derecho a la salud y una pensión digna, que pasa por el imperioso retorno a lo público, sometido a control social.