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  Las discusiones en torno a la distribución de los refugiados que llegan al Viejo Continente vuelven a revelar los profundos desacuerdos entre los países de la Unión Europea. Revisar la historia reciente puede aportar perspectivas reveladoras.      

  Lograr escapar de Siria no significa haber dejado atrás el horror. Durante el éxodo hacia Europa, sólo con lo puesto, miles de sirios deben atravesar múltiples países y obstáculos, dejando atrás su patria y hasta su propia identidad.    

  Tras un peligroso viaje, sólo una minoría de los once millones de sirios que huyen de la guerra civil alcanza Europa. En lo esencial, encuentran refugio en otra región de su país, o en Turquía, el Líbano y Jordania, países donde esta masiva presencia perturba los equilibrios socioeconómicos y políticos.