Residual hace cincuenta años, el número de personas que viven solas ha explotado en los países “desarrollados”. Algunos ven allí el signo de un aislamiento social creciente, incluso de una forma de narcisismo. Sin embargo, el estudio de las condiciones que hicieron posible esta transformación revela un cuadro mucho más matizado, mezcla de individualismo y profusión relacional.
Vivir solo, pero no solitario
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