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Colombia 2014. Perspectivas económicas desde un año electoral

Colombia 2014. Perspectivas económicas desde un año electoral

 

A partir de las condiciones económicas y socio-políticas de 2014, y con base en datos de su historia inmediata, es posible establecer una prospectiva del desempeño de la economía colombiana. Es importante tomar en consideración estos indicadores dado que el país está en un año electoral.

Estamos ante una gran caja de resonancia. Así tipifican los medios de comunicación todo año electoral, y el 2014 no será la excepción. Como en otros períodos electorales, no escasearán las exageraciones presentadas por las diferentes agrupaciones políticas. Tanto las posiciones oficialistas como los opositores tratarán de establecer señalamientos en pro o en contra de la gestión política llevada a cabo en los años inmediatamente anteriores, resaltando en todo momento las variables económicas. Las campañas buscan .votos como un concurso de popularidad electoral.

Pese a esto, y tomando en cuenta los datos oficiales ofrecidos sobre crecimiento económico, para los próximos cuatro años dominará un escenario de estabilización que rondará el 4 por ciento como promedio anual. Este ha sido, desde 2005, el monto de crecimiento observado como promedio y menos volatilidad. Dentro de esta constante, es poco probable que en la economía nacional tomen forma cambios demasiado dramáticos. Recuérdese que el último ocurrió en 1999 con una contracción económica de casi 5.7 por ciento en el total de la producción (1).

Esta parece ser la constante para el futuro inmediato y cercano, lo que no obvia, en todo caso, que ante escenarios adversos lleguen a tomarse medidas para establecer “rescates”, en especial para grupos de mayor influencia económica, tal y como ocurrió en 1999. En ese entonces, para rescatar al sector financiero, se creó el impuesto del 2 por mil, asegurando que tendría vigencia temporal. Las autoridades, encariñadas con el gravamen, no sólo lo duplicaron sino que además lo transformaron en permanente. Ese renglón impositivo continúa cobrándose hasta la fecha, aunque oficialmente destinado a fortalecer el sector agropecuario, proyectándose para el mismo una carga decreciente (2).

 

Variables

 

1. Inflación. Mantenerla bajo control es su perspectiva, conforme con los estándares actuales de América Latina. Para el 2014 la proyección de su valor promedio anual ronda el 3.4 por ciento. En el período 2000-2005 su promedio fue de 6.6 por ciento, en tanto que ese indicador se ubicó en una tasa de 4.2 por ciento anual desde 2006 e incluso hasta el 2013.

Este control sobre las alzas generalizadas en los precios sería consecuencia de la política monetaria y cambiaria dirigida desde el Banco de la República, que privilegia casi con exclusividad la observancia de la inflación. Al respecto, nótese cómo existe una significativa diferencia entre las políticas que por lo general implementan en América Latina, incluyendo Colombia, y aquellas que se manifiestan con mayor énfasis en el sud-este asiático (3).

Mientras en Latinoamérica el énfasis radica en generar y mantener condiciones de estabilidad, en Asia –aunque no descuidan la inflación– las medidas buscan el crecimiento económico y la generación de empleo. No es que descuiden el alza de precios, pero sí velan con mayor eficacia, por una apertura más recurrente de oportunidades para la población. En todo caso, dos pilares fundamentales de la teoría del desarrollo consisten en: (i) el aumento de las capacidades de las personas por la vía de la educación y capacitación y, (ii) la apertura constante de oportunidades mediante el empleo productivo (4).

Se estima que una tasa de inflación, incluso por debajo del 6 u 8 por ciento, no estaría necesariamente influenciada por el crecimiento. Estas relaciones entre crecimiento de la producción y elevación generalizada de precios –inflación– se basa en el modelo de la Curva de Phillips (5).

 

Trabajo y sociedad

 

2. Empleo. El país mantiene una de las tasas de desocupación más altas de región. Tal y como lo confirma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), durante el período 2000-2005 el promedio anual de desocupación fue de 15.7 por ciento. Este indicador de desempleo abierto se ubicó en 11.9 por ciento como promedio anual en el período 2006-2013.

Para los próximos años su proyección deberá girar entre un 8.5 y un 10.7 por ciento como promedio anual. Sin embargo, es de subrayar, como ocurre en muchos países vecinos, que el problema mayor radica en el subempleo, en la presencia de economías informales o marginales, también llamadas subterráneas. Las estimaciones indican que al menos el 52 por ciento de la fuerza laboral de Colombia se ubica en este sector.

Esta es una cifra más bien conservadora. Dirigentes de organizaciones laborales del país aseguran, incluso, que un 68 por ciento de la fuerza laboral está subempleada. Una de las mayores dificultades de la población que labora en condiciones de informalidad es no contar con servicios de instituciones en función de seguridad social, no tener –en general– prestaciones laborales ni estabilidad de ingresos, lo que contribuye al mantenimiento de las condiciones de pobreza y actúa como factor fundamental en la limitada capacidad de demanda interna de los países (6).

Cuando se estudian los resultados generales del impacto de la última crisis financiera mundial, la que tuvo su punto de inflexión el 13 de septiembre de 2008 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, se tiene que en Latinoamérica los países menos afectados fueron Panamá, Uruguay, Perú y Colombia. Es decir, estas naciones pudieron mantener niveles aceptables de crecimiento económico.

No obstante, al revisar las cifras de desempleo, Colombia destaca como la nación en la cual la desocupación conserva niveles más altos. Una explicación de esta supuesta contradicción resalta al revisar los sectores que jalonan el aumento de la producción en el país: petróleo, minería y actividades financieras. Es decir, un conjunto de actividades que no promueven mayor impacto en la generación de puestos de trabajo.

Por otra parte, a partir de 2010 puede observarse en el país un estancamiento, desaceleración o abierta disminución en el crecimiento de los sectores agrícolas e industriales. Esto es particularmente importante, dado que son estos sectores los más vinculados a la economía real, es decir, a la esfera de la producción relacionada con bienes, servicios y generación de empleo.

Al no existir oportunidades laborales ampliadas anualmente más allá de los niveles de ingreso de las personas que por primera vez se ubican como oferta en el mercado laboral, no es posible pensar en la ampliación, de manera consistente, de la demanda interna del mercado.

 

¿Revaluar o devaluar?

 

3. La moneda. Con relación a su tipo de cambio, lo esperable, al menos durante los próximos cuatro años, es que tienda a depreciarse de manera relativa, lo que puede favorecer la exportación de productos y un mayor dinamismo de la producción interna, toda vez que un dólar más caro tiende a desestimular las importaciones. Con ello vendrían condiciones para: (i) una mayor creación de empleo y, (ii) mejoras en la balanza comercial y, eventualmente, obtener cifras en positivo de la cuenta corriente de la balanza de pagos.

Hay que anotar que por cerca de 10 años el manejo del peso logró notables niveles de apreciación en los mercados cambiarios., lo que desestimuló, en general, muchas de las exportaciones, especialmente las de carácter tradicional, con incremento de las importaciones al posibilitarse un dólar relativamente barato. Este escenario golpeó los niveles de empleo y de balanza comercial.

En todo caso, la depreciación de la moneda debe ser manejada de manera muy prudente dado que puede conformarse un escenario en donde se “importe inflación”, como consecuencia del patrón de importaciones que posee el país, con el cual se compran en los mercados externos, bienes productivos, como por ejemplo: fertilizantes, semillas, maquinaria, autos.

Al respecto prevalece, entre centro y periferia, una relación de intercambio desigual –aunque existan períodos excepcionales (como el vivido entre 2003-2011)– en que los términos de intercambio tiende a decaer. Pero como constante, los países en vías de desarrollo compran más bienes de valor agregado caros y venden sus productos con precios estancados o disminuidos (7).

En estas condiciones, dada la naturaleza de las exportaciones colombianas, lo esperable es que continúen gravitando en torno a materias primas, y/o productos sin mayor valor agregado. En 2003 un 50 por ciento de las exportaciones era industrial, un 10 por ciento agrícola y un 40 por ciento relacionadas con minería. De conformidad con cifras recientes, ahora los productos mineros constituyen un 75 por ciento de la factura de exportación, un 5 por ciento es agrícola y un 20 por ciento industrial.

Dados los énfasis del actual Gobierno, este escenario no es casual. Tomando las cifras del Departamento Nacional de Estadísticas (Dane), citadas por Mauricio Cabrera (8), en el país prevalece la exportación minera, la cual debe enfrentar un escenario de descensos en los precios internacionales en el futuro inmediato, tal y como fue evidente durante el año 2013 (9).

Esta es una constante nada promisoria ya que, en la medida que la economía profundice su enfoque en productos relacionados con bienes primarios no renovables, no podrá contarse con las necesarias condiciones para poder ampliar los niveles de ingreso de los sectores asalariados. Lo que está relacionado con el problema de la pobreza. En efecto, dentro de los retos de carácter estructural vigentes en Colombia está el de superar las condiciones relacionadas con los índices actuales de pobreza e indigencia, o pobreza extrema. De conformidad con los datos de la gráfica 1, sólo seis países latinoamericanos presentan indicadores de mayor pobreza que Colombia –sin incluir Haití– a saber: El Salvador, Guatemala, Bolivia, Paraguay, Nicaragua y Honduras.

Además de transformar los patrones de exportación para conformar un mayor componente de bienes con valor agregado, y de establecer un enfrentamiento serio y sostenido en la lucha contra la pobreza, la economía colombiana debe encarar los desafíos que representan fortalecer su institucionalidad y los mecanismos tendientes a la atención en servicios sociales. Todo ello con mayor énfasis en los sectores más vulnerables, y por ello más pobres.

Como una ilustración de estos requerimientos estatales en función de lograr un desarrollo más incluyente, están los datos de la gráfica 2, donde destacan los porcentajes del producto interno bruto (PIB) dedicados en Latinoamérica a la atención de los sectores de educación y salud. Nótese cómo Perú y República Dominicana destinan menores recursos en función de los indicadores señalados, lo que debilita la legitimidad institucional. Sin duda, sin fortaleza institucional lo obtenible son escenarios en donde el desarrollo es menos incluyente y más precarios los niveles de legitimidad política y democrática.

La inversión social en educación y salud en Colombia es insuficiente, así lo (re)confirma el rango alcanzado por el país, con relación al total de países de la región. Las promesas electorales son muchas pero no así las realizaciones, ¿podrá romper estas constantes el gobierno nacional elegido en la consulta electoral de mayo? 

 

1 Para mayores referencias véase el libro: Kalmanovitz, Salomón (editor), Nueva historia económica de Colombia, Taurus, Bogotá, 2012, en especial el capítulo 16: “La economía política a fines del siglo XX”; y el capítulo 17: “De recesiones y auges”, pp. 309-341.
2 Mayor ampliación y actualización sobre este impuesto en El Espectador (15/01/2014), donde se puntualiza que: (i) “El gobierno amplió las exenciones del impuesto a las transacciones bancarias o cuatro por mil al hacerse efectiva la entrada en vigencia de la norma que frena el desmonte del gravamen y que garantiza por los menos 3.1 mil millones de pesos para fortalecer a los sectores agropecuarios del país”; y (ii) “La tarifa del impuesto del cuatro por mil se mantendrá en 2014, bajará al dos por mil en 2015, al uno por mil en los años 2016 y 2017 y al cero por mil a partir de 2018”.
3 Véase el trabajo del profesor Ha-Joo Chang, 23 Things They Do not Tell You About Capitalism, Random House Mondadori, New York, pp. 77-82.
4 Respecto a la teoría del desarrollo, aparte de los aportes fundamentales de Amartya Sen, otros trabajos relacionados son: (i) UNDP, HDR Toolkit, Practical Guidelines, Examples and Resources for Achieving Excellence in HDRs, NY, 2006; (ii) UNDP, The HDR Timeline and Checklist, A Convenient Guide to the Basic Steps Necessary for Preparation of a Human Development Report, NY, 2006; (iii) UNDP, Human Development Report 2006 Beyond Scarcity: Power, Poverty and the Global Water Crisis, UNPD, NY, 2006, especialmente los subcapítulos: “(a) The State of Human Development”, pp. 263-273; y “(b) Readers Guide and Notes and Tables”, pp. 274-282.
5 Planteamiento que para la década de los sesenta confirmaron tanto Paul Samuelson, como Robert Solow, Premios Nobel de Economía 1970 y 1987, respectivamente. El trabajo de William Phillips “La relación entre el desempleo y la tasa de variación de los salarios monetarios en el Reino Unido, 1861-1957” fue publicado en 1959. La corroboración de Samuelson y Solow se realizó en 1960. Es necesario tomar con mucho cuidado las generalizaciones a partir de la curva de Phillips, dado que, entre otros aspectos, patrones y condicionantes de la economía han variado significativamente a partir de los cincuenta, ahora se tiene una mayor presencia del capital financiarista o de economías de portafolio, más que de economía real –la vinculada a la generación de bienes, servicios y empleo– y los mecanismos de globalización prevalecen en una economía mundial muy interconectada.
6 Véase al respecto nota en El Espectador (30/04/2013); de conformidad con la misma, el Presidente de la Central Unitaria de Trabajadores Domingo Tovar, señala que “El 68 por ciento de la población económicamente activa de Colombia está dentro del marco de la informalidad”. El referido reportaje agrega que “Según las estadísticas del Dane –Departamento de Administración Nacional de Estadísticas– 23 millones hacen parte de la población económicamente activa y aparecen en el mercado de trabajo como ocupados, ya sea vendiendo minutos en la calle, como trabajador familiar sin recibir remuneración o simplemente desempleados”.
7 Esta relación se conoce como el teorema o postulado Prebisch-Singer. Al respecto, y para tener una perspectiva que toma en cuenta una actualización tanto de causales como de repercusiones de la crisis financiera iniciada en septiembre de 2008, además de las relaciones comerciales entre países desarrollados y en desarrollo, véase del South Center, el documento: “Waving or Drowning: Developing Countries After the Financial Crisis”, Research Paper Nº 48; junio de 2013.
8 Véase una discusión relacionada con patrones de revaluación prevalecientes durante la primera década del Siglo XXI en Cabrera, Mauricio, Diez años de revaluación, Oveja Negra, Bogotá, Colombia, 2013, en particular el capítulo I: “Enfermedad holandesa”, con los apartados “Crecimiento insuficiente e insostenible” y “El misterio de las exportaciones”, pp. 33-41; 52-59; y 72-78.
9 Un dato actualizado del domingo 16 de febrero de 2014 da evidencia de esto: de enero a diciembre de 2013, utilizando valores en dólares estadounidenses, el valor de la tonelada métrica de carbón paso de 90 a 84.5, la tonelada de níquel de 18,000 a 13,425 y la onza de oro de 1,800 a 1,247; véase Ahumada, Óscar; “Caída mundial de precios reta el futuro del auge minero” en El Tiempo, (16/02/2014), p. 21.

 

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