El 1 de enero de 1999, Suecia se convirtió en el primer país en penalizar la compra de servicios sexuales en nombre de la lucha contra la violencia ejercida sobre las mujeres, mientras que otros, como Alemania en el 2001, elegían legalizar los prostíbulos. Quince años de distancia permiten observar los efectos de estos dos enfoques opuestos sobre la prostitución.