Vida, antropoceno y apocalipsis

“Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de ser, y el mar ya no existía más”. Esta descripción disruptiva corresponde al Nuevo Testamento y contiene revelaciones de San Juan sobre el fin catastrófico del mundo, una parte del cual tiene por nombre Colombia, territorio peligroso para vivir debido a las continuas guerras, la pobreza y el hambre, la inestabilidad económica, las pandemias, los desplazamientos violentos, la corrupción y la devastación ambiental. En ese contexto apocalíptico, y en el marco del gobierno del cambio, se aprobó el Plan Nacional de Desarrollo, “Colombia, potencia mundial de la vida”.

Vida
El Plan reafirma el programa y hoja de ruta de la coalición política “Pacto Histórico”, cuyo propósito es “sentar las bases para que el país se convierta en un líder de la protección de la vida a partir de la construcción de un nuevo contrato social que propicie la superación de injusticias y exclusiones históricas, la no repetición del conflicto, el cambio de nuestro relacionamiento con el ambiente y una transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza. Este proceso debe desembocar en la paz total, entendida como la búsqueda de una oportunidad para que todos podamos vivir una vida digna, basada en la justicia; es decir, en una cultura de la paz que reconoce el valor excelso de la vida en todas sus formas y que garantiza el cuidado de la casa común” (Ley 2294 19/05/2023, Artículo 1).

Apocalipsis
Slavoj Žižek, filósofo, psicoanalista y crítico cultural esloveno, advierte que el mundo enfrenta una multiplicidad de crisis que evocan a los cuatro jinetes del apocalipsis: la plaga, la guerra, el hambre y la muerte, los que no deben desestimarse como meras metáforas del mal.

Según Trevor Hancock, primer líder del Partido Verde de Canadá, hasta hace poco la humanidad pudo mantener a los cuatro jinetes a raya con la política, la medicina, la ciencia y la tecnología. Pero ahora, los «cambios ecológicos globales que hemos iniciado» se nos están saliendo de control. «La mayor amenaza, agrega Žižek, a la población humana, el “quinto jinete”, por llamarlo de algún modo, somos nosotros».

Nuestra destrucción o nuestra salvación únicamente dependen de nosotros. Pero aunque la consciencia global de estas amenazas está en aumento, no se concreta en acciones significativas, y los cinco jinetes galopan cada vez más rápido. Tras la plaga del covid 19 y el regreso de la guerra a gran escala bajo amenaza del uso de armas nucleares, ya se cierne sobre nosotros el riesgo de hambrunas, desempleo y depresiones económicas. Todas estas crisis han provocado o provocarán numerosas muertes, lo mismo que los desastres naturales cada vez más graves creados por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad (1). En estas circunstancias, a partir del siglo XX y por primera vez en la historia humana, el homo sapiens ha tenido que considerar el fin de la especie como una posibilidad real. Franco “Bifo” Berardi, filósofo y activista del movimiento autonomista italiano, pregunta y responde: ¿Cuánto hace que las trompetas del apocalipsis parecen sonar en los confines extremos de la tierra? Desde que el capitalismo ha agotado su carrera expansiva, quizás (2). Desde que en los años 1970 llegó la noticia de que en un planeta finito el crecimiento económico no puede ser infinito. La gran mayoría de los seres humanos, tanto en tiempos prehistóricos como históricos, poblaron la nave espacial Tierra sin tomar conciencia jamás de que se encontraban a bordo de un vehículo cósmico (3). A partir de ese momento se puso en marcha una máquina extractiva, cuyo producto a largo plazo (ahora lo sabemos con certeza) era la devastación.

Consecuente con ello, en los sesenta del siglo XX la consigna era “socialismo o barbarie”. Pero el socialismo que nacía de las luchas obreras y feministas no fue capaz de consolidarse y la barbarie triunfó. Hoy enfrentamos la misma alternativa, solo que más radical: o el comunismo o la extinción, argumenta el escritor y filósofo de Bolonia (4). El capitalismo explota y oprime al trabajo; la dinámica financiera empobrece a la sociedad. El giro neoliberal transformó la vida en mercancía y todo lo tradujo en términos económicos. La democracia y la dignidad humana son incompatibles con el capitalismo. Comunismo quiere decir erradicar la superstición de la acumulación y del trabajo asalariado: quiere decir igualitarismo (de oportunidades, autorrealización y bienestar, influencia política y estatus social) y emancipación del tiempo social.

El modelo apocalíptico parece ahora el más adecuado para describir el paisaje que nos rodea, desde varios puntos de vista. No olvidemos que el apocalipsis es un acontecimiento que revela la racionalidad oculta del cosmos: el caos. Pero el apocalipsis es también el momento en que se manifiesta una posibilidad encubierta. La palabra “Apocalipsis” viene del griego Apocçalupsis; significa “revelación”, esto es, “quitar el velo”.

Luminosidad, destellos, brillos, que nos permiten atisbar que hoy lidiamos con un conflicto que tiene las características de una guerra civil fragmentada, marcada de punta a punta por los efectos de la globalización financiera. Colombia no escapa a esta cruda y violenta realidad.

De acuerdo con el “Registro Único de Víctimas RUV, el número de personas afectadas de manera directa por el conflicto armado colombiano suman, desde 1985 hasta la fecha de corte 31/03/2023, un total de 9.472.019 (18,2% de la población). De este total, el 49,7 por ciento de las víctimas son hombres, el 50,2 mujeres y el 0,1 otras identidades de género. Según el ciclo vital, el 9,9 por ciento de las víctimas son menores de 12 años de edad, el 11,3 son adolescentes, el 23,2 son jóvenes (entre 18 y 28 de edad), el 42,1 son adultos (entre 29 y 60 años) y el 13,5 son mayores de 60 años de edad.

Según el hecho victimizante, el 0,8 por ciento son por actos terroristas/atentados/combates/enfrentamientos; el 5,6 por amenazas; el 0,3 corresponden a delitos contra la libertad y la integridad sexual; el 1,8 desaparición forzada; 77,5 desplazamiento forzado; 10,0 homicidios; 0,1 minas antipersonales; 0,3 secuestros; 0,1 tortura; 0,1 vinculación de niños, niñas y adolescentes a actividades relacionadas con grupos armados; 0,3 despojo y/o abandono forzado de tierras; 1,2 pérdida de bienes muebles; 0,2 lesiones personales físicas; 0,1 lesiones personales psicológicas; 1,1 confinamiento; y 0,5 sin información. Un agravante del conflicto interno es la impunidad: de las 9.472.019 víctimas registradas solo se ha investigado judicialmente el 2 por ciento y son escasas las sentencias.

En Colombia, el nivel promedio de pobreza por ingresos insuficientes es de 58,4 por ciento durante el período 1950-2022. El coeficiente de variación (% desviación estándar/media) es de 24,9 por ciento. El rango de variación de la incidencia de la pobreza durante los 73 años analizados es de 52,3 puntos porcentuales, con un valor mínimo de 34,7 por ciento registrado en el año 2018 y un máximo de 87,0 en los años 1953-54.

Una implicación de esta realidad queda reflejada en la encuesta de Calidad de vida 2022 del Dane, según las cual los jefes de hogar que se consideran pobres aumentaron entre 2019 y 2022, pasando de 37,9 a 50,6 por ciento; además, se observa una notable brecha urbano/rural: en 2022, mientras que en las cabeceras 43,7 por ciento de los jefes de hogar se sienten pobres, en las zonas rurales el porcentaje es de 74,1.

Para las familias que compran su comida, la seguridad alimentaria depende primero de sus ingresos monetarios. En este país, durante 2021, según estadísticas del mismo Dane, 6,1 millones de personas, el 12,2 por ciento de la población, vivieron bajo condiciones de hambruna, esto es, de pobreza extrema o indigencia.

De acuerdo con el Centro de Seguimiento de desplazamientos internos (Idmc) del Consejo Noruego de refugiados, actualmente, el 14,2 por ciento de quienes habitan Colombia, casi 7,4 millones de personas, padecen tal realidad. En 2023, el país está habitado por 51.609.000 personas.

A su vez, las estimaciones de tierra expropiada en Colombia por paramilitares y terratenientes son del 10 por ciento de toda la tierra rural cultivable. Colombia tiene la distribución más desigual de la tierra del mundo (1% de los propietarios controlan el 81% de la tierra con vocación agrícola).

En un marco complementario, con información de la Defensoría del Pueblo, “Tanto el desplazamiento forzado como el confinamiento de comunidades se consolidaron en 2022 como dos de los fenómenos que mayores vulneraciones a los derechos generaron para las comunidades de las zonas del país con mayor presencia de grupos armados ilegales que se disputan el control territorial para el desarrollo de sus actividades ilegales”. Según el Defensor del Pueblo, Carlos Camargo, “El balance de 2022 resulta muy negativo: un total de 20.316 familias fueron víctimas de 140 desplazamientos masivos en todo el territorio nacional, mientras que otras 15.761 familias resultaron afectadas por 132 situaciones de confinamiento”.

En otro tópico de su formación social, resalta la informalidad como uno de los problemas estructurales y crónicos de Colombia. Estamos ante un tipo de empleo inestable y precario, en general con bajos ingresos y sin protección ni derechos laborales, cuyo promedio durante el siglo XXI ha sido de 65,1 por ciento, una realidad y constante con graves connotaciones. Estamos ante una condición que se repite, de difícil reducción, que golpea hoy al 73 por ciento de los hogares en condición de pobreza multidimensional. Además sin cambios significativos entre 2021-22.

Durante el primer trimestre de 2023, la población ocupada sumó 22,2 millones de trabajadores. Los ocupados formales agrupan a 9,3 millones y los ocupados informales a 12,9 millones. En consecuencia, el 58,2 por ciento de los ocupados clasifican como informales. Asimismo, durante el período 2001-2023, se registra en Colombia una alta correlación entre la tasa de informalidad del mercado laboral (como % de la población ocupada), las percepciones de pobreza de los jefes de hogar, las tasas de desempleo y la evolución del ingreso per cápita.

En otro plano de sus características, el 40 por ciento del área del país, 45,7 millones de hectáreas, padece de algún conflicto en la calidad de sus suelos, resultado del uso inadecuado o la falta de políticas y prácticas que estimulen el aprovechamiento de este recurso. Para el periodo 2001–2021 se deforestaron 3.182.876 de sus hectáreas, de las cuales 1.858.285 corresponden a su región amazónica.

En otro de sus rasgos característicos, la corrupción que socaba la democracia y empobrece la población, de acuerdo con Transparencia Internacional para 2022 el país mantuvo la calificación de corrupción en relación con el año anterior (39 puntos sobre 100) y descendió en el listado general del puesto 87 al 91 entre 180 países. Desde 2012, la calificación de Colombia ha oscilado entre los 36 y 39 puntos, sin lograr cambios estadísticamente significativos; por tanto, la institucionalidad y la legislación es poco eficiente y eficaz en el enfrentamiento de los riesgos y hechos de corrupción.

El período pospandemia (2021-2023) está caracterizado por la inestabilidad, la incertidumbre y la transición económica y política. Durante el año 2020 la evolución del PIB per cápita (PIB/Población) cayó en –8,6 por ciento, en 2021 rebotó a una cifra positiva de 9,1, en 2022 el crecimiento se ralentizó, fue de 5,1 y en 2023, con una proyección de crecimiento del PIB (según el Banco Mundial) de sólo 1,1 por ciento, no habrá aumento del PIB por persona.

Antropoceno

La expresión «Antropoceno» señala que el ser humano se ha convertido en responsable de la ocupación y administración de la Tierra en su totalidad; un concepto que solo adquiere sentido en el marco de la lógica apocalíptica.

«Apocalipsis» significa evidencia a partir del final hacia atrás. Una noción inherente a la lógica apocalíptica: señala el final de la despreocupación cósmica, que estaba en la base de las formas expoliadoras, contaminadoras e históricas del ser-en-el-mundo humano. Ahora, este concepto implica la preocupación por la convivencia sostenible de los habitantes de la Tierra tanto en forma humana como no humana; una preocupación desvanecida a partir del siglo XX, al imponerse en el mundo una nueva forma de imperativo absoluto: «Tienes que cambiar de vida». Una frase que impregna nuestra conciencia con el mandato vinculante de desarrollar un modus vivendi que corresponda a los puntos de vista ecológico-cosmopolitas de nuestra civilización (5).

El Antropoceno es una propuesta de época geológica presentada por una parte de la comunidad científica, para signar con ello el significativo impacto catastrófico global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres. Época geológica que sucede o reemplaza al denominado Holoceno, la época actual del período Cuaternario en la historia terrestre.

Franco “Bifo” Berardi indaga sobre si será capaz nuestra mente de imaginar una forma de vida humana postapocalíptica. Al respecto, pregunta ¿Podrá un nuevo concepto de humanismo emerger de las ruinas del humanismo? (6).

Volvamos a Colombia:

El modelo de desarrollo neoliberal entró en crisis durante el más reciente gobierno de la extrema derecha, en cabeza de Iván Duque (2018-2022) representante del Partido Centro Democrático. Este Gobierno buscó acabar con el Acuerdo de Paz, firmado al finalizar 2016 entre el Gobierno y la insurgencia, e intentó implementar un conjunto de medidas impopulares que generaron intermitentes estallidos sociales durante su mandato. En 2023 la opinión pública nacional considera que el Acuerdo de Paz no se cumplió. Y es que la guerra interna aumenta desde 2018 de manera acelerada, violenta y expansiva. El documento “Política de Seguridad, Defensa y Convivencia Ciudadana. Garantías Para La Vida y La Paz 2022-2026” (Psdcc), publicado por el Ministerio de Defensa Nacional en abril de 2023, afirma que el conflicto interno viene escalando y se expresa en la reducción de la seguridad, la expansión del fenómeno criminal, la adaptabilidad de las redes ilegales, la obsolescencia de algunas capacidades institucionales, la afectación del medio ambiente y la falta de garantía de derechos para la población civil.


Colombia vive en la actualidad un nuevo ciclo de violencia, cruzado entre disputas por recursos económicos provenientes de fuentes variopintas (corrupción, minería ilegal, producción de cocaína, narcotráfico, venta de armas, expoliación de tierras, robo de combustibles, contrabando, lavado de divisas, extorsión a empresas minero-energéticas, secuestros, crédito extra bancario, trata de personas y redes de prostitución, migración ilegal, tráfico de animales, deforestación, entre otros) y control territorial y poblacional. Según el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), en 2022 los grupos narcoparamilitares están presentes en 27 de sus 32 departamentos, los grupos post-Farc-ep en 20 y la insurgencia del Ejército de Liberación Nacional (Eln) en 19. Con base en cifras oficiales, los grupos ilegales organizados están integrados por alrededor de 20.600 personas en armas.

Augusto Rendón, Caballo muerte, grabado (Cortesía del autor)


En otro plano de su radiografía, en este caso desde el ángulo de su economía, los sectores formal e informal, la economía registrada y la subterránea, al igual que las actividades legales e ilegales, mantienen fuertes relaciones recíprocas, derivadas de una movilidad e interacción orgánica cada vez mayor entre las partes. Un estudio de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), denominado ‘Reducción del efectivo y tamaño de la economía subterránea en Colombia’, publicado a finales del 2017, reveló que el tamaño de la economía subterránea en Colombia equivale entre el 35 y el 40 por ciento del PIB. La ilegalidad y la formalidad (laboral, empresarial, burocrática, partidos políticos) mantienen un contubernio con los agentes que generan, mantienen y reproducen el conflicto nacional en tanto comparten, amparan y se benefician de las actividades subterráneas, criminales, corruptas e ilegales. El conflicto como modo de vida e enraizado localmente transcurre cotidianamente a través de una frontera invisible entre lo legal y lo ilegal, en tanto está legitimado social, política, cultural y económicamente.

Un conflicto que luego de 2016 ingresó en una nueva fase del conflicto armado interno, caracterizado por: i) Confrontaciones en focos determinados por intereses particulares que, a escala nacional, no están interconectados bajo las lógicas de lucha por el poder político; ii) Se da el cierre de una fase de reconfiguración armada, en el cual las Autodefensas GaitanistasColombia (Agc) se reafirman como la principal fuerza narcoparamilitar entre aquellos que surgieron luego de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) en 2006; iii) Los grupos pos-Farc pasan de una atomización a afianzar tres estructuras de coordinación en el Bloque Suroriental, Segunda Marquetalia y Comando Coordinador de Occidente; iv) Se fortalecen como estrategias centrales de actuación, operaciones de pequeños grupos armados y la tercerización de las acciones criminales; v) Hay una urbanización del conflicto, fortalecimiento de los vínculos de las estructuras armadas de alcance nacional e internacional con bandas/combos locales; vi) No hay una intención de confrontación a las fuerzas del Estado; vii) La centralidad en estos elementos no significa la desaparición del paramilitarismo; si bien se pasa a un conflicto armado generalizado a uno focalizado, se mantiene la condición de conflicto armado interno; viii) consolidación del fenómeno paramilitar al cumplir las fases de su desarrollo, legalización e institucionalización: sometimiento armado, represión selectiva, infiltración de organizaciones políticas, construcción de poder económico, político, social, cultural y militar, legalización e institucionalización.

Estamos, por tanto, ante el fortalecimiento del fenómeno paramilitar, dinámica propiciada por los intereses y una constante social derivada de la violencia, la corrupción, el narcotráfico y la alianza entre grupos armados emergentes, fuerzas armadas, políticos regionales, hacendados, ganaderos, agroindustriales, empresarios, partidos políticos de derecha y transnacionales. Actualmente hay una política de camuflar o negar la actividad continua e influyente del paramilitarismo en las estructuras institucionales regionales y en más de la mitad del territorio colombiano.

El gobierno, en el citado documento Psdcc, registra como central el concepto de “organizaciones multicrimen”, con el cual reúne una mirada del fenómeno criminal compleja, y que involucra asuntos económicos, sociales, políticos y territoriales. Se reconoce así la capacidad de mutación que este tipo de proyectos políticos/armados –de control y dominio social– han tenido en los últimos años; las relaciones que se establecen entre el nivel local, regional, nacional e internacional; el cambio de una disputa por las rentas criminales a una que busca también el control territorial y de la vida de las poblaciones; la incursión dentro del mercado legal y los circuitos financieros; así como la imbricación que se genera entre la violencia urbana y la rural.

Pretendiendo neutralizar esta realidad, la noche del 31 de diciembre de 2022, el Presidente Petro anunció los ceses bilaterales del fuego. Pese a ese pretendido, al finalizar mayo de 2023, la ‘Paz Total’ atraviesa una crisis. El diálogo con el Eln enfrenta permanentes choques violentos y altibajos, clara señal que ese propósito va para largo, sin que se presagie el alcance de un acuerdo definitivo. El cese del fuego con las disidencias del EMC es difícil de sostener luego del asesinato de los niños indígenas en Putumayo en mayo de 2023. En una carta firmada por el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, dirigida al máximo cabecilla del Estado Mayor Central, dice que se tomó la decisión de suspender el cese al fuego en cuatro regiones del país. De la ‘Nueva Marquetalia’ se sabe poco. Las conversaciones con las Agc están suspendidas después del paro armado minero que este grupo promovió en 12 municipios de Antioquia el cual mantuvo a más de 250.000 personas confinadas en la región durante el mes de marzo de 2023. Los grupos de la Sierra Nevada están en guerra. Y falta concretar propuestas para avanzar con las bandas en Medellín, Cali y Buenaventura. El Gobierno se encuentra replanteando la política de paz en medio de la crítica de los partidos de oposición.

Está en curso, por tanto, una amplia y dinámica pugna que permite deducir que el gobierno de Petro se encuentra en medio de dos fuerzas antagónicas. Por una parte, tiene un compromiso con varios sectores de los trabajadores y sus organizaciones, las comunidades populares, los movimientos políticos progresistas y la ciudadanía socialdemócrata. Por la otra, tiene una fuerte oposición por parte de la clase capitalista en su conjunto, de partidos políticos de centro y derecha, de sectores de las fuerzas armadas, de los medios de comunicación masivos, gremios económicos y la intelectualidad apologética del neoliberalismo. Cualquier escenario prospectivo muestra que las reformas sociales, políticas y laborales impulsadas por la coalición “Pacto Histórico” no tienen el camino despejado.

Lo impredecible prevalece

“Lo inevitable por lo general no sucede, porque prevalece lo impredecible” es una frase atribuida a John Maynard Keynes. El apocalipsis, explica el filósofo Berardi, debe ser concebido como una metáfora, y el comunismo también lo es: la metáfora del posible despliegue de los potenciales de la mente, del despertar e iluminación de la consciencia, la compasión, la empatía y la solidaridad humanas. Solo un retorno de la conciencia internacionalista y la praxis humanista podría evitar el desenlace apocalíptico que amenaza en lontananza.

En medio de esa disputa, buscando cambios que propicien una superación del contexto y marco nacional acá radiografiado, pero además buscando condiciones para transformar dinámicas estructurales hasta ahora predominantes, es tramitado y aprobado el Plan Nacional de Desarrollo, “Colombia, potencia mundial de la vida” una promesa de cambio para que el país se convierta en líder de la lucha por la vida, la humanidad y la naturaleza.

El plan se estructura en cinco ejes de transformación y cuatro ejes transversales. A saber:

Ejes de transformación:

1. Ordenamiento del territorio alrededor del agua.

2. Seguridad humana y justicia social.

3. Derecho humano a la alimentación.

4. Transformación productiva, internacionalización y acción climática.

5. Convergencia regional.

Ejes transversales:

1. Paz total.

2.Los actores diferenciales para el cambio.

3.Estabilidad macroeconómica.

4. Política Exterior con enfoque de género.

El ingeniero y filósofo francés Jean-Pierre Dupuy sentencia que solo apocalípticos experimentados pueden ejercer una política racional de futuro, dado que son lo bastante valerosos como para considerar también lo peor como posibilidad real. La inquietud mayor es ¿la humanidad es capaz siquiera de conformar un nosotros coherente o una voluntad general capaz de acción? Ya lo había dicho el poeta: ¡Nada sino la desesperanza puede unirnos y salvarnos!

1. Žižek, Slavoj, 2022, Héroes del apocalipsis. Consulta 27/05/2023: https://www.project-syndicate.org/onpoint/european-response-to-ukraine-war-test-for-climate-other-crises-by-slavoj-zizek-2022-05/spanish.

2. Berardi, Franco, 2021, La segunda venida. Neorreaccionarios, guerra civil global y el día después del Apocalipsis, Caja negra Editora, Argentina, p. 97.

3. Sloterdijk, Peter, 2018, ¿Qué sucedió en el siglo XX?, Ediciones Siruela, S.A., p.47.

4. Berardi, Franco, 2021, op. cit., p. 98.

5. Sloterdijk, Peter, 2018, op. cit., p 26.

6. Berardi, Franco, 2021, op. cit., p. 93.

* Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos desdeabajo y Le Monde diplomatique, edición Colombia.

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Información adicional

Autor/a: Libardo Sarmiento Anzola*
País: Colombia
Región: Surámerica
Fuente: Le Monde diplomatique, edición Colombia Nº233, junio 2023
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