Vivimos numerosas crisis, todas alta y crecientemente entrelazadas; no cabe la menor duda. Al carácter de las mismas un autor las designó como procesos globalmente relacionadas en red (globally networked) (1). Las mejores mentes del mundo no las vieron venir, y lo que es aún peor, no tienen la más mínima idea de cómo salir de ellas. Vivimos un mundo diferente de suma cero en el que el carácter de las crisis es sistémico y sistemático.
No hay duda de ello. Europa vive, desde hace ya muchos meses, la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial con la llegada a su territorio, de acuerdo con datos de la Acnur (la agencia de la ONU para los refugiados) de 3.000 personas al día. Diferentes medios y analistas se han concentrado en la guerra que tiene curso en Turquía, Irak, Siria y una parte de África en contra del Estado Islámico (EI), y muchos ya hablan, no sin razones, del inicio de una Tercera Guerra Mundial. El Medio Oriente está incendiado. Al mismo tiempo, la crisis económica y financiera en Europa no cede terreno. Grecia sufre las exigencias del Banco Central Europeo, y su población está literalmente hipotecada por tres generaciones, por lo menos. De otra parte, de acuerdo con datos de la USGS (2), tan sólo en los últimos 30 días hubo 7 terremotos de significación (entre 4.4 y 7.1 grados de magnitud en la escala Richter, y diariamente, impredecibles en lugar y magnitud, suceden más de 8 terremotos alrededor del mundo. Vivimos un mundo turbulento en varios planos y escalas. Los ejemplos pueden multiplicarse sin dificultad.
Global, o integralmente vistas, las crisis en curso constituyen redes complejas y deben y pueden ser vistas como tales. Se trata del hecho de que es imposible considerar alguna sin tener en cuenta al mismo tiempo otras y, asimismo, es imposible proponer alguna solución a alguna sin atravesar al mismo tiempo otras. En realidad, las relaciones entre las diversas crisis –medioambientales, políticas, militares, financieras, sociales, y demás–, son al mismo tiempo difusas y móviles.
Una crisis implica un sistema altamente dinámico, variable, impredecible y caracterizado por turbulencias, fluctuaciones e inestabilidades. En este sentido, literalmente, las crisis son sistemas complejos; es más, sistemas de complejidad creciente. Su estudio define, sin la menor duda, el mayor de todos los riesgos y desafíos para la inteligencia y para la existencia humana, de tal modo que frente a una crisis un sistema vivo solo puede, adaptarse a ella –¡como pueda!–, o intentar cambiarla. El cambio de una situación crítica es un asunto altamente difícil y complicado que demanda de mucha creatividad, desafío, inteligencia y coraje. Y mucha suerte o buena fortuna.
Sin embargo, las cosas no son siempre como aparecen. Se requiere de elementos más sutiles de reflexión. Así, cabe distinguir tres clases de crisis: las reales y objetivas, las fabricadas, y las metástasis de crisis. Al fin y al cabo uno de los rasgos de salud en la razón es una sana capacidad de escepticismo.
Así, la crisis humanitaria en Europa afecta y se ve afectada a la vez por la crisis financiera que lleva ya años, y que pasó por las recuperaciones de la banca de España, Irlanda, y Portugal, y en las cuales, por lo demás y hasta la fecha, brilló con luz propia la impunidad beneficiaria de sus responsables.
Sin la menor duda, las crisis en curso han sido sobrediagnosticadas, evaluadas una y otra vez, clasificadas de diversas maneras, y constituyen, hoy por hoy, el principal punto de la agenda de reuniones multilaterales, centros de estudio y de poder, e intereses académicos y científicos. Basta con echar una mirada, no sistemática, a algunas de las principales páginas web del mundo al respecto:
– http://www.rand.org/search.html?query=crisis
– http://www.imf.org/external/index.htm
– http://csis.org/programs/freeman-chair-china-studies/hiv/aids-crisis-china
La lista puede hacerse tan amplia y variada como el tema que nos ocupa.
Como quiera que sea, cabe distinguir tres clases de crisis, así: reales, fabricadas y mutantes. Veamos de qué trata cada una de estas.
Crisis reales y objetivas
El mejor caso de crisis reales y objetivas reposa, sin lugar a dudas, en las crisis medioambientales consistentes en deforestación, acidificación de los mares, polución, contaminación, calentamiento global, la extinción masiva de numerosas especies en el Planeta, y todo ello a pesar de los argumentos de los negacionistas. Desde el punto de vista económico, la principal causa de la pobreza e inequidad radica en los problemas medioambientales y en las condiciones medioambientales en que se debate la vida, particularmente por parte de los menos favorecidos de la sociedad: los pobres y los excluidos. Ya Leonardo Boff así lo planteó: el principal problema ecológico de los países pobres y en vías de desarrollo es la pobreza.
Crisis reales son todas aquellas ocasionadas por la naturaleza, o por factores extraterrestres, tales como la caída de meteoritos o explosiones violentas y súbitas del sol, por ejemplo. En esta gama entran los tifones y los terremotos, los huracanes, los volcanes y los tsunamis, en fin, los incendios naturales o los maremotos, por ejemplo. En términos generales cabe distinguir los sistemas estables y los sistemas dinámicos. Los primeros implican bajas energías y son bastantes equilibrados. Por el contrario, los segundos implican altas energías y son altamente inestables, y se caracterizan por fluctuaciones, turbulencias, impredecibilidad y ausencia de equilibrios (3).
Frente a esta clase de crisis cabe elaborar, planes de contingencia, políticas de riesgo, políticas de seguridad y protección y prevención de desastres. Uno de los grados de desarrollo de una sociedad radica en la existencia real y en la implementación de estas políticas, planes y acciones. El tema termina siendo finalmente de las capacidades culturales de una sociedad para entender que las crisis no siempre tienen por qué ser fatídicas.
Crisis fabricadas
Cabe distinguir, de un lado, las económicas, que son esencialmente crisis de producción, y de otra parte, las financieras, que son el resultado de percepciones, asimetrías de información y que hacen a los mercados volátiles, nerviosos y altamente variables. Notablemente, según numerosos indicios sólidos y fuentes confiables, las crisis financieras y económicas tanto como las militares son fabricadas. En unos casos para favorecer a los más ricos y poderosos, y en otros casos para obtener réditos que, ulteriormente, se traducen en ventajas económicas frente a las partes opuestas.
En efecto, de acuerdo con el ganador del Premio Nobel de economía 2015, Angus Deaton, las crisis son fabricadas de suerte que los más ricos pueden reescribir las normas: http://www.finanzas.com/xl-semanal/magazine/20120527/angusdeaton-crisis-estan-2649.html . Una noticia que llena titulares y que merece una segunda y tercera re-consideración.
La dificultad que implica afirmar que existen crisis fabricadas es la calidad ética y racional de quienes producen, en distintos lugares del mundo, ciertas clases de crisis. Pues estas generan desempleo y angustia, dolor y pérdidas, sangre y numerosas vidas, literalmente. Acaso será por esta razón que la gente es considerada como “recursos humanos”, los cuales gracias a la explosión demográfica se convierte en recursos renovables de una generación a otra. ¡Un costo humanitario terrible!
Metástasis de crisis
Hay crisis que mutan de una forma a otra, trasladándose de un lugar a otro, agudizándose con el tiempo. Se trata, notablemente, de las imbricaciones entre corrupción y poder político y económico, las crisis de confianza, o también las crisis sociales que terminan estallando en varios planos y de diversas maneras.
Y mientras tanto, abundan y proliferan numerosas crisis locales en cada país: crisis de seguridad ciudadana, proliferación y venta indiscriminada de armas, droga, prostitución y trata de blancas, impunidad y corrupción galopante en el sector público y el privado, violencia contra la mujer, matoneo escolar, suicidio infantil y juvenil, y muchas otras.
Pensar y explicar las crisis
Las crisis no pueden pensarse ya en términos de causalidad o multicausalidad o de fenómenos multivariables. Su carácter complejo y sistémico exige explicarlas en términos de correlaciones y redes. A un problema sistémico es necesario un tipo de pensamiento de igual carácter. Pero un problema sistémico sólo puede ser resuelto de un modo complejo. Aspectos teóricos y epistemológicos indispensables a la hora de pensar, explicar e intentar solucionar los problemas de un mundo globalizado.
La gama de crisis es amplia y profunda, y comprende, en especial, y además de las ya relacionadas, las que atañen a sistemas tecnológicos y de comunicación, las de manejo y gestión, en fin, crisis emocionales y que implican la salud física y mental de los individuos en una sociedad, entre otras.
En este sentido, debe ser posible distinguir:
– Cosas que sabemos
– Cosas que no sabemos, y
– Cosas que no sabemos que no sabemos.
La ciencia normal se queda en los dos primeros aspectos. Lo mejor de la inteligencia humana y de un gobierno altamente sensible ante los avatares de su sociedad se concentran, por el contrario, en el tercero de los temas mencionados; esto es, al esfuerzo denodado por saber cosas que no sabemos, porque no sabemos que no las sabemos.
Recientemente, un grupo pequeño y aún aislado entre sí de investigadores, se han dado a la tarea de elaborar algunas tipologías de crisis (4). La idea de base es que sin entenderlas no cabe, en absoluto, enfrentarlas y resolverlas. En otras palabras, entender y resolver una crisis exige un cambio total de mentalidad (a different mindset).
La tabla adjunta presenta un modelo explicativo de los tipos de crisis, atendiendo a dos circunstancias puntuales, a saber: según si son reversibles o irreversibles. Naturalmente, el caso más dramático lo constituyen las crisis irreversibles. Son éstas las que plantean los más altos desafíos ético, existenciales e cognitivos para los seres humanos.
Pues bien, las formas de pensar, investigar y trabajar con crisis consiste, en lo mejor de la ciencia actual, en identificar sus patrones, redes y correlaciones. Como se observa, el tema ya no es el del estudio de las causas, sino, la anticipación de las consecuencias, la identificación de patrones, en el espacio y en el tiempo acerca de las crisis –por ejemplo establecer si hay o habrá réplicas, como en los movimientos telúricos o en las crisis financieras, por ejemplo–.
Manifiestamente, existen crisis totalmente inesperadas, impredecibles, y otras que podrían haberse anticipado. En la tipología elaborada en la tabla adjunta, las crisis reversibles pueden trabajarse en términos de escalas o relaciones algebraicas, por ejemplo, pero, sin la mejor duda son las crisis irreversibles las que plantean los mayores problemas desde cualquier punto de vista. El mundo actual, “allá afuera”, se enfrenta con una mixtura de crisis –unas locales y otras globales, lo cual en realidad es trivial–, que son al mismo tiempo reales, fabricadas y mutantes. Las mejores mentes del mundo no vieron llegar esas crisis, y lo que es peor aún, las mejores mentes del mundo, sus Centros, Institutos, núcleos de poder, y demás, no tienen la más mínima idea acerca de cómo salir de ellas. No en última instancia, el tejido de crisis plantea serios desafíos civilizatorios a un mundo alta y crecientemente entrelazado, y de suma diferente de cero.
He aquí la clave para entender, explicar y trabajar de cara a las crisis. Prima facie, se trata de incorporar fuentes cruzadas de información, ciencia de grandes datos, modelamiento y simulación, experimentos mentales y pompas de intuición, en fin, lógica de contrafácticos y estudios de complejidad. Pero entonces, inmediata o concomitantemente, la sociedad debe poder conocer, alcanzar y apropiarse de estas metodologías y herramientas científicas de investigación y trabajo. Medios alternativos de información y comunicación, trabajo con grandes bases de datos, minería de datos y demás. En una sociedad verdaderamente democrática, de elevados estándares de educación ciudadana, estas herramientas y procesos deben ser promovidos y actualizados entre todos los ciudadanos, como verdaderas realidades culturales, educativas y científicas.
Ahora bien, en materia de riesgos, es habitual ya distinguir cuatro grupos, así: de alto, mediano, de bajo, y excepcionalmente, grupos sin ningún riesgo. Grupos o comportamientos. Pues bien, la responsabilidad social y política del Estado, de un lado, y de otra parte, la responsabilidad social de las empresas –lo que quiera que ello pueda significar–, consiste en desarrollar planes de contingencia, en toda la línea de la palabra de orden descendiente en prioridad; esto es, de los grupos de alto riesgo hasta los de bajo y nulo riesgo. Recursos económicos, equipos humanos, herramientas de toda índole, campañas de formación y acción, por ejemplo, contribuyen a articular y darle un sentido social a la democracia y el verdadero cuidado de la vida.
La indolencia de Europa hacia una población, la de Siria y la de los miles de africanos que buscan llegar a territorio europeo sencillamente para poder vivir, es en realidad la hipocresía europea ante crisis creadas e incubadas por ellos mismos hace años. Guerras como las de Irak, Siria y en territorio turco exigen mucha estrategia y planificación a la vez que aprendizajes rápidos. Ninguna guerra es, hoy por hoy, espontánea e indeseada. Tanto menos en una época de impresionantes sistemas de espionaje, control y estudio de riesgos.
La hidra de Lerna
En la mitología griega el mito de la Hidra del lago de Lerna, correspondiente a la actual ciudad de Nauplia, en una de las ensenadas de Grecia, sirve como una forma literaria para entender lo que precede.
De acuerdo con el mito, cada vez que se le cortaba una cabeza, nacían dos. Así, la hidra podía alcanzar a tener un número innumerable de cabezas, una imagen que da la idea de la imposibilidad de pensar en ella y atacarla, dicho en términos contemporáneos, en términos de causalidad, linealidad, secuencialidad, maximización u optimización, por ejemplo. Sólo Hércules (el mayor de todos los héroes griegos) fue capaz de derrotar a la Hidra con la ayuda de su sobrino, lo cual quiere significar que a un problema complejo no se lo resuelve individual, sino colectivamente o trabajando en red; por ejemplo, paralela, o masivamente.
El carácter sistémico y sistemático de las crisis en curso, demanda, como condición mínima, una estructura de pensamiento y acción equivalentemente sistémica. Pero, más radical y positivamente, es indispensable una estructura perfectamente diferente y más creativa. Esta estructura de pensamiento y vida es suministrada desde las ciencias de la complejidad; esto es, aquella caja de herramientas, por así decirlo, mediante la cual es posible transformar fenómenos lineales y no-lineales en nuevos estados, comportamientos y sistemas. En una palabra, frente a la apariencia –ficticia o real según la cual las crisis son negras y plúmbeas–, se trata de crear nuevos estados de fase y más y mejores grados de libertad. Y esto se llama, más ampliamente, ganas de vivir, júbilo, mucha esperanza, alegría y juego, que son algunas de las características de un fenómeno que se quiere cada vez más libre.
1 D. Helbing, “Globally networked risks and how to respond”, en: Nature, vol. 497, 2 de mayo de 2013, pp. 51-59.
2 http://earthquake.usgs.gov/earthquakes/
3 Cfr. Buchanan, M., Ubiquity, Why catastrophes happen, New York, The Three Rivers, 2001, y Kieffer, S. W., The dynamics of disaster, New York, W. W. Norton & Norton, 2014.
4 Con respecto a la discusión sobre tipologías de crisis, véase el trabajo clásico de Rosenthal y Kouzmin. El propio I. Wallerstein tiene un trabajo, ya clásico, al respecto. Pero quizás el mejor esfuerzo hasta la fecha es el de Gundel, del 2005: respectivamente: Rosenthal, U. and Kouzmin, Al. (April 1997) Crises and Crisis Management: Toward Comprehensive Government Decision Making. Journal of Public Administration Research & Theory. Vol. 7, Issue 2, pp. 277, p. 28.
Immanuel Wallerstein. Typology of Crises in the World-System. Review (Fernand Braudel Center) Vol. 11, No. 4 (Fall, 1988), pp. 581-598.
Gundel, Stephan (September 2005). Towards a New Typology of Crises. Journal of Contingencies and Crisis Management. Volume 13, Issue 3, pp. 106–115.
Profesor Titular Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Universidad del Rosario.