Conocer el mundo es una pasión de la infancia que sólo muy pocos de quienes la alientan hasta la edad adulta pueden hacer realidad. Sustitutos escritos ha habido siempre. Hoy los antaño populares relatos de viajeros han sido sepultados por la escandalosa oferta de las novísimas tecnologías de la comunicación. Y la narración de los sucesos, acompañados desde finales del siglo xix por imágenes fotográficas, se han hecho abrumadoramente omnipresentes. En cambio los análisis de los mismos, desde diferentes ángulos, sin los cuales la geografía humana del mundo se nos escapa, siguen precisando del texto escrito. Esto fue lo que tuvo en cuenta Le Monde diplomatique desde su nacimiento.
Narcotráfico y terrorismos
Treinta años intentando detener el cambio climático
Precedente judicial o sometimiento
La seguridad ciudadana
Amenaza socialista en la capital del capital
Thatcherismo laborista
La “bala de plata” contra los mercados
Esperando a Indonesia
La memoria está de moda
Por qué la sociedad israelí apoya un genocidio
Cómo ser judíos después de Gaza
La demografía, madre de todas las batallas
Las piedras no abandonan al valle
Del multilateralismo al brutalismo internacional
Las raíces panamericanas del multilateralismo
Cuantificar la voracidad digital
De espaldas al mundo a bordo de un crucero
Ritmos de Cuba
Los culpables y sus cómplices
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