Indonesia, donde aproximadamente un 87 por ciento de sus 280 millones de habitantes se declaran de religión islámica, es uno de los pocos países con mayoría musulmana que puede considerarse una democracia. La prensa internacional no se cansa de anunciar el inminente estallido económico y diplomático de este gigante hasta ahora adormecido. Pero ¿realmente están dadas las condiciones para ese despertar?
“¿Indonesia al fin se está convirtiendo en una superpotencia económica?”, se preguntaba el Financial Times en 2023 (1). Definitivamente, respondía un año más tarde la revista francesa Conflits, que consideraba al país, “junto con China e India”, como “un tercer gigante regional o quizá global (…) que está emergiendo silenciosa y pacíficamente” (2). La perspectiva de que la decimosexta economía del mundo llegue al quinto puesto de aquí a mediados de siglo resulta muy promete- dora para los inversionistas (3).