Teórico de la diplomacia del “gran garrote”, el presidente Theodore Roosevelt consideraba América Latina como un “patio trasero” donde Estados Unidos podía intervenir a su antojo. Ante la menor amenaza contra los intereses estadounidenses, enviaba a sus marines–a Honduras, a República Dominicana, a Cuba–. En 1903, Estados Unidos apadrinó un movimiento secesionista en Panamá, entonces provincia colombiana, para asegurarse el control del futuro canal. Tres años después, aureolado por su mediación en el conflicto ruso-japonés, Roosevelt recibió el Premio Nobel de la Paz.



