“Estos son los resultados. Consultamos a los ecuatorianos y ellos hablaron. Cumplimos con lo prometido: preguntarles directamente. Nosotros respetamos la voluntad del pueblo ecuatoriano”. Con tono de resignación y espíritu en apariencia democrático,  se pronunció por la red social X Daniel Noboa, presidente de Ecuador, una vez conocidos los resultados de la consulta popular/referendo del pasado 16 de noviembre, y con la cual aspiraba a coronar múltiples propósitos: ampliar su poder, restringir los espacios de acción de la oposición; abrirle las puertas del país, vía redacción de una nueva carta constitucional, a una agenda neoliberal, sin límites, en paralelo a reforzar su alianza militar, política y económica con Estados Unidos.

Se trata de una iniciativa puesta en marcha el 5 de agosto, cuando radicó ante la Corte Constitucional las preguntas de su propuesta electoral, aprobadas por este organismo un mes después y con luz verde por parte del Consejo Nacional Electoral, tanto referendo como consulta popular, el 20 de septiembre (1). El llamado a urnas y las pretensiones contrarreformistas buscaban prolongar lo alcanzado el 21 de abril de 2024, cuando el voto mayoritario dio visto bueno a la extradición de nacionales y la vinculación de las FF.AA. al control del crimen organizado, entre otros asuntos. Tal apoyo fue negado para llevar a cabo una reforma laboral que estipulara el contrato a plazo fijo y por horas, así como para que el Estado ecuatoriano reconociera el arbitraje internacional como método para solucionar controversias en materia de inversión, contractuales o comerciales.

Dicen los entendidos en asuntos políticos que los primeros meses de gestión son los más favorables para que un presidente lidere iniciativas de orden estratégico. Según la experiencia acumulada, el inicio de sus labores, o ‘luna de miel’ con la sociedad, inclina al electorado al apoyo al gobernante. Noboa se aferró a ese saber. Jugó en su contra, uno: que su imagen ya estaba mellada por la presidencia que había llevado a cuestas entre el 23 de noviembre de 2023 y el 24 de mayo del 2025, ganada en elecciones anticipadas, citadas tras la renuncia a sus funciones por parte de Guillermo Lasso, y con la cual se redondea el tiempo faltante para culminar su mandato, por lo que el actual periodo presidencial parece una prolongación del anterior; y dos, que en paralelo a la iniciativa electoral quemó su capital político con el decreto expedido el 13 de septiembre y con el cual eliminaba el subsidio al diesel elevando el precio del galón de 1,80 a 2,80 dólares, acorde con las presiones de la banca multilateral para reducir el déficit fiscal. 

Una semana después, el 22 de septiembre, se conoció el rechazo de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), la expresión social organizada más potente de este país, con la declaratoria de un paro nacional. De esta manera, sin cumplir aún seis meses de esta nueva presidencia, llegó a pronto final su ‘idilio’ con la sociedad ecuatoriana. Una movilización social antecedida por protestas contra la explotación minera que afectaría la zona de Kimsakocha (“tres lagunas” en quichua), en Cuenca, región en la cual, en dos ocasiones anteriores su población se había expresado en consultas populares contra el extractivismo.

Con la fuerza de un imán, al paro nacional se fue sumando una diversidad de sectores sociales de carácter urbano. Desde el gobierno central, jugando cartas marcadas y apostando al desgaste de la protesta con el paso del tiempo, las medidas de contención no se dejaron esperar: militarización del país; represión violenta a la movilización, con tres víctimas (una comunera de 61añosasfixiada como efecto de la cantidad de gases lacrimógenos que fueron lanzados para contener una protesta en la vía Loja-Cuenca, y dos asesinados con disparos de bala en la provincia de Imbabura) (2), repliegue de la Presidencia de Quito a Latacunga y la vicepresidencia a Otavalo –creando un vacío en la capital del país ante la posible toma de la ciudad por parte de los inconformes–, acuerdos con transportistas, con la entrega de bonos a lo largo de 8 meses y con posibilidad de extensión por un año, cada uno de ellos y según el tipo de vehículo, entre 400 y 1.000 dólares, para compensar de esta manera el alza en el combustible (3), así como entrega de tractores en comunidades locales para que declararan su negativa a sumarse al paro nacional, todo ello en medio de una intensa labor en redes sociales, especialmente TikTok, Facebook e Instagram, con miles de dólares diarios invertidos en pauta digital por el Sí,  y la cooptación de youtubers e influencers.

A la par de lo anterior, buscando silenciar las voces inconformes, emisoras comunitarias fueron cerradas, entre ellas Radio Ilumán, Inti Pacha, TV MICC, acción extendida al corte o inhibición de la señal de telefonía e internet en comunidades de Imbabura. Para dificultar la logística de la protesta, también se procedió con el bloqueo de cuentas bancarias de varios dirigentes indígenas (4).

El movimiento indígena, tanto por la ausencia de un liderazgo suficientemente fuerte en su conducción actual, como por una maniobra que resultó efectiva, no dirigió sus fuerzas hacia Quito sino que asumió y prolongó la protesta de manera descentralizada, garantizando así el avituallamiento de quienes bloqueaban vías, con lo cual impedía que su militarización lograra un propósito central: cerrarles el paso, a la par que impedir su alimentación.

De esa manera, el paro se fue prolongando, aunque sin la fuerza inicial, llegando incluso hasta la víspera de la fecha del llamado a urnas, días antes de lo cual sectores políticos ya habían llamado a cesar en la protesta y concentrarse en la campaña por el No ante las cuatro preguntas que traía el tarjetón electoral, llamado no acatado por la mayoría de la Conaie y de los movimientos sociales urbanos, entre ellos los sindicalistas, los estudiantes y el activismo barrial, negativa que no excluyó la puesta en marcha por parte del activismo urbano de una intensa labor en redes sociales para que se impusiera el No en las urnas.

El domingo 16 de noviembre llegó, y también el final del paro. El diesel ya no tendría más subsidio, algo que no consiguieron Lenin Moreno (2017-2021) ni Guillermo Lasso (2021-2023), cuyos gobiernos debieron dar marcha atrás a tal pretensión ante la fuerza y la intensidad de las protestas suscitadas.

En esta ocasión, pese al paro nacional, con fuerza en las zonas rurales pero sin contundencia en las urbes, el Gobierno no llegó a sentirse acorralado. De ahí su triunfalismo en los días previos a la jornada electoral y sus inocultables manifestaciones de desprecio de los sectores populares, con expresiones en diversos momentos y en diferente forma. Por ejemplo, días previos al llamado a urnas, Daniel Noboa visitó, en compañía de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la antigua base militar en Manta –“ensillando sin traer las bestias”, dicen por ahí–, visita prolongada por la emisaria estadounidense a la Escuela Superior de Aviación Cosme Rennella, en Salinas, provincia de Santa Elena, donde habían previsto ubicar otra base militar gringa. Y, en el colmo del clientelismo, el propio Noboa, comprando conciencias y calentando bolsillos, decidió adelantar el pago de la mesada 13 a los empleados públicos, la misma que siempre se paga en diciembre.

Pero no solo aquello. El domingo 16, el Presidente, en un claro gesto clasista, fue a votar no en carro oficial sino en un Porsche, recordándole a todo el país que hace parte de una las familias más acaudaladas de Ecuador: poder económico y político entrelazados, como también lo está en decenas de países en el mundo entero. Al tiempo, en declaraciones públicas expresaba que la Constitución del país debía ser redactada por el ChatGPT. ¿”Democracia” robótica?

El giro de los acontecimientos favorecía al establecimiento, y también las encuestas de opinión, por lo cual se daba como un hecho el triunfo del Sí, quedando en duda en tales sondeos el voto que obtendría, aval o negativo, la pretensión de establecer de nuevo bases militares extranjeras y con ello ampliar acuerdos para una operatividad marítima y aérea que le brindaría a Estados Unidos el indispensable territorio y la necesaria legalidad para una mayor actividad militar desde Ecuador.

Pero la liebre salta donde menos la esperan. Fue así como, para sorpresa oficial, como del país nacional, el No se impuso en las cuatro preguntas y de manera contundente en la mayoría de las provincias. En Manabí, territorio donde está Manta, el No a las bases militares fue del 70,61 por ciento, porcentaje que en todo el país fue del 60,65. La pretensión de realizar una Constituyente para reformar la actual Carta Magna también fue negada por el 61,65 por ciento. Queda claro que existe identidad nacional con la norma de normas con que cuenta el país y que no se está de acuerdo con abrirle, aún más, las compuertas al neoliberalismo. También es notable que las cuatro preguntas en su totalidad fueran aprobadas solo en la provincia de Tungurahua.

El rumbo tomado por los acontecimientos permite concluir que el rechazo a la gestión de Noboa y a lo que representa política, económica, ideológica y culturalmente, encontró en esta votación el momento y el espacio necesarios para hacerse sentir y brindarle un margen de acción a los movimientos sociales, como a las fuerzas políticas de oposición.

Se trata de un espacio que el inconformismo social no encontró o no vio viable en el paro nacional liderado por la Conaie. ¿Sienten las mayorías que los paros, a pesar de su potencia, no logran sus pretendidos y, por tanto, no vale la pena sumarse a ellos? ¿Teme la ciudadanía en general que, al vincularse a un paro, corra peligro su vida y entonces sea mejor, a pesar de identificarse con las razones de aquel, quedarse al margen?

Lo sucedido abre un debate inaplazable entre las fuerzas alternativas del país andino, en especial entre los movimientos sociales, y la Conaie, como cabeza de estos, sobre el camino necesario por recorrer de parte de los sectores organizados para empalmar con las mayorías nacionales. La discusión debe avanzar e interrogar también sobre hacia dónde y cómo potenciar sus energías para crear una indispensable legitimidad a un proyecto nacional contrario al que hoy lleva las riendas del país.

Con ese ánimo, es reto y oportunidad para todas las fuerzas, congregadas por el No en la consulta, sostener y profundizar la iniciativa política y no dejar pasar la oportunidad que hoy se les presenta para discutir y definir sobre la indispensable coordinación que les permita avanzar en la constitución de una dirección tanto social como política por un nuevo Ecuador. Un proceder así está ante el reto de concitar a todas las fuerzas antineoliberales. De suerte que de allí surja un proyecto nacional de nuevo país, que se ponga en marcha sobre la base del acumulado histórico de los pueblos indígenas, con iniciativas en los campos económico, político, social, cultural y ambiental, que le den potencia a la autodeterminación popular.

Están estas fuerzas, por tanto, frente a la posibilidad de que, además de un liderazgo social mucho más integrado, resuelva la necesidad de contar con una dirección colectiva que permita arrinconar el proyecto que representa Noboa, algo que debe suceder en todos los planos y no solo en el campo electoral. Es este un reto por concretar en el día a día, y no solo en una fecha estipulada por el Consejo Nacional Electoral.

De un necesario proceder así pueden desprenderse acciones ofensivas y no solo defensivas, sin esperar a que el establecimiento (hoy seguro en desconcierto. como resultado de un inesperado resultado que le bloquea el diseño político que pretendían blindar de seguridad jurídica y social) retome la iniciativa. y con argucias de forma y contenido deje a un lado la promesa presidencial de respetar el resultado de esta jornada electoral, buscando concretar por otras vías –reformas legislativas– todo aquello que sea posible y que no demande reformas del articulado constitucional.

Aprender de la historia es un reto siempre presente para las fuerzas que luchan por otro modelo de país y socioeconómico en general. De esta historia es posible extraer una importante lección: anticipar este como otros posibles giros de la actual institucionalidad, sin esperar a que así suceda para llamar a la protesta y vivir una vez más el pulso de fuerzas que, por lo general, terminan con una negociación y la promesa institucional de reformas que nunca llegan.

Por su parte, la ciencia política enseña que los triunfos parciales o totales no permiten complacencias ni conformismos. Es necesario, por tanto, recoger –sin dejar pasar el tiempo– los frutos de un resultado deseado pero no esperado, al menos en la manera como se produjo. Acumular ese fruto, no dejarlo perder con el paso de los días, es labor de todas las fuerzas que contribuyeron al éxito obtenido. ν

1. Las preguntas tenían que ver con: permitir el establecimiento de “bases militares extranjeras o instalaciones extranjeras con propósitos militares, y de ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras”; eliminar “la obligación del Estado de asignar recursos del Presupuesto General del Estado a las organizaciones políticas”; “reducir el número de asambleístas, y, convocar a una “Asamblea Constituyente” para elaborar una nueva Constitución”. Las tres primeras preguntas corresponden al referendo, la última a la consulta.
2. https://diario-octubre.com/2025/10/15
3. https://informaciónecuador.com/bono-transportistas-ecuador-2025-pasos-para-registrarse/
4. Ver, www.fundamedios.org 

Información adicional

Ecuador
Autor/a: Carlos Gutiérrez Márquez
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico Le Monde diplomatique, edición Colombia Nº261, Diciembre 2025
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