Colombia, ¿sociedad del conocimiento?

Colombia renunció al conocimiento porque quiso imitarlo, por pereza oligárquica. A la oligarquía no le gusta el conocimiento, simplemente quiere un sistema de apropiación permanente, cotidiana de la riqueza y punto. Y en esos sistemas de apropiación de riqueza, que están basados más en extraer que en producir, pues el conocimiento no tiene mucha importancia. Alguna, pero poca.
Palabras del presidente Gustavo Petro, en el Encuentro Nacional “Ciencias, Tecnologías Cuánticas e Inteligencia Artificial, aportes desde la Universidad”
, 24 de febrero de 2025


Esta investigación permitirá hilar la manera como la administración Petro valora una cartera que es fundamental para el crecimiento del país, algo que se viene señalando desde la Misión de Sabios del siglo pasado en su informe Colombia: al filo de la oportunidad: “Buscamos el camino de un desarrollo humano, integral, equitativo y sostenible. Para lograrlo se requiere incorporar masivamente a nuestra cultura las ciencias y las tecnologías más modernas. Atender a la educación de todos, reorientarla para asegurar su alta calidad, descentralizarla y democratizarla al tenor de la Constitución de 1991, es tarea fundamental para lograr este propósito” (2).


Lo que se quiere es comprender cómo se encuentra la Política de Ciencia, Tecnología e Innovación en la actualidad, de modo que se pueda medir y comprender en el gran espectro de desarrollo que se viene hilando desde 1990 con el gobierno Gaviria. Además, se quiere poner sobre la mesa cómo es que se produjeron (o no) mutaciones en las estructuras de la ciencia en Colombia sobre el final del gobierno Petro, de modo que sea posible analizar objetivamente los impactos que la actual administración ha generado en el sector de Ciencia, Tecnología e Innovación.


Antecedentes
El Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) fue creado en 1968 y se convertiría en el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación (Minciencias) en 2019, esto con el ánimo de administrar, gestionar y organizar mejor los recursos de la ciencia en Colombia. La cuestión de la política científica en el país ha tenido diferentes interpretaciones y transformaciones a lo largo de su historia, pero sería a principios de los años 90 que se tomaría la decisión de articular un sentido para el progreso científico en Colombia. Esto último cobra relevancia cuando se entiende que el modo como se piensa en términos políticos y administrativos la ciencia de un país impacta directamente en otras dimensiones que van anudadas a ello, entre otras la educación, la inversión privada, el crecimiento social.


Es bajo este panorama que durante el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) se propuso la Misión de Sabios, un grupo de comisionados que tuvo como objetivo la construcción de un diagnóstico del estado del país y las posibles maneras de solucionar dichos problemas para mejorar el desarrollo. La Misión no se vería consolidada hasta el Gobierno de César Gaviria (1990-1994) y estaría conformada por científicos de diferentes áreas: Eduardo Aldana Valdés, Luis Fernando Chaparro, Rodrigo Gutiérrez, Rodolfo Llinás, Marco Palacios Rozo, Manuel Elkin Patarroyo, Eduardo Posada Flórez, Ángela Restrepo Moreno, Carlos Eduardo Vasco y Gabriel García Márquez. Estos personajes hicieron un informe en el que se indicó que el desarrollo científico era el eje del crecimiento del país, del mismo modo que sus propuestas de mejoría fueron su hoja de ruta hasta el 2019, cuando se propuso una Nueva Misión de Sabios, con el objetivo de actualizar algunos de los puntos propuesta a la vez que de proponer nuevas metas en el marco de lo que sería una nueva Colombia, de ahí que su objetivo principal fuera: “Aportar a la construcción e implementación de la política pública de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación y a las estrategias que debe construir Colombia a largo plazo, para responder a los desafíos productivos y sociales de manera escalable, replicable y sostenible” (3).


Fue por ello por lo que el informe de esta Misión de Sabios propuso un nuevo itinerario para volver a Colombia una sociedad del conocimiento, llamando la atención sobre un hecho: la falta de atención a los reiterados llamados al cambio en el modo en que se comprende la relación de la ciencia en Colombia respecto a las demás dimensiones del país, como la cultura y la educación: “Esta hoja de ruta debe concluir con un llamado de urgencia y en altavoz al gobierno, a las universidades, a las diversas instituciones de ciencia, tecnología e investigación, a los empresarios y a la sociedad en general […] Postergar las soluciones, como ha sucedido en el pasado, nos alejará de este objetivo, tal vez en forma irreversible” (4).


La Misión de 1994 significó un punto y aparte en la política de ciencia, ya que realizó una indagación profunda, rigurosa e interdisciplinar que sentó las bases para sacar a Colombia de un estado de confusión respecto al norte hacia el cual dirigir sus esfuerzos para mejorar como país. De ahí que sea necesario tomar en consideración la conformación de la Misión como derrotero para analizar el cómo la ciencia se desarrolla hoy en el país, además de los puntos clave por ella proyectados para que existiera una mejoría en el crecimiento nacional de forma holística, teniendo en cuenta la complejidad de su contexto sociopolítico (ver Tabla 1).

Virgilio Barco
(1986-1990)



Se promulga Ley 29 de 1990, orientada a desarrollar la ciencia y la tecnología del país por medio de un ordenamiento que incorporaba estos dos en los planes y programa de desarrollo económico y social.Se buscó la creación de condiciones en las cuales el país pudiera generar nuevo conocimiento, así como intentar promover y estimular la capacidad investigativa.Inició un proceso en el que la empresa privada y demás sectores productivos se vieran incentivadas a invertir en investigación por medio de beneficios tributarios -algo que no se consolidó de forma certera-. Es siguiendo esta línea que dieron las bases para la Misión de Sabios que vendrá a continuación.
César Gaviria
(1990-1994)
Se crea el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCTI), buscando formalizar los modos en que se da la financiación y contratación en las áreas del conocimiento. El Sistema Nacional (CONPES 2739) dio pie a la participación indirecta del sector privado en la política científica.
Durante la consolidación de la Constitución Política en 1991 se dan disposiciones para configurar la investigación y el desarrollo en ciencia y tecnología. Hubo un énfasis en la capacitación de los científicos e investigadores.
Se da la Misión de Sabios con el ánimo de crear una hoja de ruta frente a cómo orientar el progreso científico, aunque por temas presupuestales no se ejecutó nada de lo recomendado por ellos.
Ernesto Samper Pizano
(1994-1998)
Nuevamente, se orienta hacia una relación entre crecimiento económico y ciencia. La política científica se entendió bajo el factor de competitividad, por lo que se hizo un esfuerzo por integrar los sectores productivos.
Se mantuvo la meta de inversión en ciencia del 1% del PIB, sin que hubiera avances concretos al respecto. La voluntad por crear inversión entre sector privado y ciencia no funcionó de forma correcta debido al exceso de burocracia que existía para la gestión y la baja articulación de una relación entre universidad-empresa.
Andrés Pastrana
(1998-2002)
Centró la ciencia en la resolución de problemas sociales propios de la región. Los esfuerzos por consolidar una ciencia productiva se siguieron dando, aunque sin resultados verdaderos. Se dio énfasis a la apropiación social del conocimiento (aunque solo en discurso, debido a la ausencia de programas significativos que se desarrollaran), aunque el presupuesto para la ciencia nunca alcanzó los objetivos esperados, se dio un reconocimiento a la ciencia como eje de la sociedad colombiana, dando pie a reconocerla como un agente de cambio, tal como lo indicaba el informe de la Misión de Sabios.
Álvaro Uribe Vélez
(2002-2010)
El énfasis de la política de ciencia y tecnología estaba en el desarrollo económico que surgía de ella. En este sentido, la administración Uribe intentó optimizar Colciencias para volverlo un órgano eficiente para la generación de economía, evidenciado al volver Colciencias un departamento administrativo (Ley 1286 de 2009).
Sin embargo, este proceso de optimización terminó volviendo a Colciencias un organismo burocratizado y lento para el desenvolvimiento de los procesos científicos respectivos.
La necesidad de insertar a la empresa privada y al sector científico/tecnológico era una necesidad para esta administración, algo que, de igual forma, quedó sin desenvolverse, sumado al insignificante aumento en la inversión económica a la ciencia y la tecnología.
Juan Manuel Santos
(2010-2018)
Iván Duque
(2018-2022)
Colciencias pasa a ser el Ministerio de Ciencias, al tiempo que se puso en marcha la Misión de Sabios 2019, dando un fortalecimiento a la institucionalidad. Ahora bien, la inversión en ciencia quedó reducida en comparación de las administraciones pasadas (en la cuales la inversión aún era baja).
En el acontecer de la pandemia el Ministerio de Ciencias estuvo desconectado de las regiones locales, incluso de los propios demás ministerios, lo cual puso en duda la administración misma del a cartera.
La economía naranja terminó por ser un concepto abstracto con bajo impacto en los sectores de ciencia, tecnología y cultura. La administración bajo este enfoque terminó siendo una confusión administrativa para la financiación de la ciencia y la tecnología; sumado al hecho de que la falta de presupuesto afectó directamente el desenvolvimiento de las propuestas.
Creado a partir de la investigación de Guzmán (2010)*.
Guzmán, C. (2019). La política científica colombiana desde 1990. Análisis en los planes de Desarrollo. Cultura, Educación y Sociedad, 10(1). pp. 149-166.


Repetición sin diferencia
Así, tras comprender cómo se ha orientado la ciencia desde finales del siglo pasado, y con el derrotero de las Misiones de Sabios de 1994 y de 2019, gana realce la pregunta ¿cómo está Colombia frente al objetivo de ser una sociedad del conocimiento?


Despejando este interrogante, una primera evidencia salta ante nuestros ojos: la política de ciencia y tecnología no ha sido prioritaria para la administración del presidente Gustavo Petro, como sí lo son los proyecto de Paz Total, reforma a la salud, reforma laboral o la pensional. La ciencia y la tecnología han pasado sin pena ni gloría durante este gobierno. En todo, vale la pena señalar ciertos problemas que han surgido y que, por el contrario, colocan en tela de juicio la confianza posible de darle al Minciencias para poder gestionar y materializar la pretendida sociedad del conocimiento.
En ese pretendido, inicialmente debe tomarse en cuenta, para comprender la propuesta programática del actual gobierno frente a la política de CTeI, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) se encargó de contemplar 6 artículos que se ocupan de la dirección de la ciencia en Colombia, a saber:

Artículo Contenido principal
107 Promueve el aprovechamiento de la propiedad intelectual y el impulso de las industrias creativas.
170 Regula los derechos de propiedad intelectual del Estado financiados con recursos públicos.
171 Democratiza la ciencia mediante la política de Ciencia Abierta, garantizando acceso ciudadano al conocimiento financiado públicamente.
258 Incrementa la inversión gubernamental en I+D, del 0.2 al 0.5 por ciento del PIB.
226 Establece políticas de innovación e investigación, orientadas por misiones, para enfrentar retos sociales, económicos y ambientales.
225 Fortalece al Minciencias y sienta las bases para crear la Agencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.


Además, se incluyeron en el PND otros artículos que sitúan a la ciencia en un punto estructural para su desenvolvimiento. Un panorama ambicioso, toda vez que implica un esfuerzo por parte del Minciencias por consolidar una ciencia que supere los problemas del documento Conpes 4069 de 2021 del gobierno Duque, que tenía un interés enfocado en una economía extractivista.


El sustrato de la política de CTeI del actual gobierno responde a lo que propuso en campaña, en particular que el Sncti debía abarcar más entidades (universidades, empresas, comunidades y entidades públicas) para mejorar la productividad, así como que la apuesta de la CTeI debía abrirse a la diversidad cultural, territorial y demás saberes diversos que componen a Colombia, junto con una inversión en lo que corresponde a la cartera de ciencia y educación, siendo que ambas van de la mano. Después de tres años, estos artículos palidecen ante las distintas realidades que han atravesado a la administración del Minciencias, entre ellas una serie de acontecimientos que llevan al incumplimiento, por lo menos, de 5 de los 6 elementos que constituyen la hoja de ruta, con excepción del artículo 226, que si se sostiene dentro de la política de CTeI.


De esta manera, es necesario exponer los motivos por los que puede afirmarse que la política de CTeI no trascendió el papel. Por un lado, como es conocido, en 2022, el Presidente abrió una convocatoria para doctores que quisieran trabajar en el ‘gobierno del cambio’. El procedimiento estuvo lleno de vacíos y de falta de transparencia, destacando la falta de criterio al momento de elegir entre los 20.349 inscritos, en un trámite interno extremadamente rápido para seleccionar a cabalidad entre la cantidad de inscritos (5). En paralelo acontecen dos casos similares que deben ser mencionados debido a su rol fundamental dentro de la forma de hacer y medir la ciencia, la tecnología y la innovación en Colombia: la medición de investigadores(as) y grupos de investigación, por un lado, y la medición de revistas científicas a nivel nacional e internacional, por otro.


Frente al primero, la medición de investigadores(as) y grupos de investigación permite a las universidades y centros de investigación ser reconocidos a nivel estatal como entidades y protagonistas de las dinámicas científicas del país. Su función, llena de polémicas desde hace años –en cuanto a temas del qué, cómo y por qué se mide determinados factores (6)–, es la de permitir organizar los participantes a nivel nacional y, desde ahí, proponer una entrega de recursos vía convocatoria para la financiación de propuestas.


No obstante, lo que aconteció en la última versión de esta medición no tiene justificación, ya que evidenció la falta de organización interna que en su momento desató indignación: “ya, son varios los errores e inconsistencias: productos categorizados incorrectamente, cambios muy bruscos en la categoría del grupo, investigaciones realizadas por fuera de la ventana de observación que fueron medidos y ubicados en una categoría inferior o simplemente investigadores que se presentaron, pero que no aparecen en los resultados preliminares” (7). Hasta la fecha, todas las aclaraciones solicitadas por la plataforma CvLAC, utilizada por Minciencias como base de datos de las hojas de vida de los investigadores del país, no han tenido respuesta y siguen indicando lo mismo: “La respuesta a su solicitud se encontrará disponible en los próximos días”, aunque a principio de año cerró la fecha para interponer las aclaraciones. Algo que deja en el limbo a muchos investigadores, antes reconocidos o a esperas de estarlo, puesto que no se tiene certeza de cuándo habrá otra convocatoria. Este es un punto crítico para pensar la ciencia en Colombia, ya que es un problema de años y que no es menor para poder consolidar una política de ciencia: “La academia colombiana merece un sistema de evaluación que valore efectivamente el esfuerzo investigativo, que promueva el impacto real sobre la sociedad y que facilite, en lugar de obstaculizar, el desarrollo científico del país” (8).


Esto lleva al segundo punto: la medición de revistas científicas nacionales e internacionales. En el 2022 se prorrogó la vigencia de la categoría de las revistas indexadas actualmente en Publindex (el sistema de indexación y clasificación de revistas científicas colombianas) con la resolución 2041 del 2 de diciembre de 2022, la cual amplió indefinidamente los resultados obtenidos en la convocatoria de medición de revistas nacionales, dejando 287 con la misma calificación desde el 2021; por su parte, las revistas internacionales no contaron con la misma suerte, ya que en junio de 2024 perdieron su homologación a nivel nacional. El problema con esto es que, al no contar Colombia con una nueva medición de revistas internacionales, y dejando toda la carga de productos científicos a las nacionales (sin aumentar presupuestos en las universidades para mejorar el servicio de publicación científica), se produce una saturación de trabajo, haciendo que las revistas rebosen de tantísima demanda nacional. No solo eso, sino que elimina la posibilidad de todas las áreas del conocimiento de ser reconocidas a nivel nacional en medios de alto impacto internacional. Este es un tema que, hasta el momento, no ha sido atendido por la administración actual y que es parte fundamental del modo como la ciencia, la tecnología y la innovación se desenvuelven en el país.


Ahora bien, estos dos puntos están orientados a una visión hegemónica de la ciencia, aquella en la que el saber se mide, se compara y se optimiza. Entonces, apuntando hacia otro tipo de interpretación, vale la pena preguntar por el modo cómo el Ministerio ha entendido el avance de la ciencia, lo cual revela que ha sido una ciencia orientada a la igualdad, la dignidad y el cuidado del medio ambiente. Así queda claro cuando se analizan los logros del Ministerio (9), resaltando el financiamiento a la formación de mujeres ligadas a ciertos territorios y actividades específicas, al igual que a proyectos que ayuden a eliminar la brecha económica y social en las periferias y márgenes del país, a la par de la defensa de los ecosistemas y la construcción de una soberanía tecnológica con el estudio de la IA.


Un esfuerzo que responde a la visión progresista del Presidente, pero que en la práctica no significa un cambio sustancial en las ya existentes problemáticas que se esperaban fueran atendidas por el jefe de Estado. Esto último en tanto que, en última instancia, el modelo de logros de Minciencias se basa criterios mercantiles, como disponer de dinero para cumplir con necesidades, en no pocas ocasiones superficiales, como ya lo han hecho las administraciones que le antecedieron. Mientras tanto, las universidades públicas enfrentan una crisis de financiación producto de la Ley 30 de 1992 (10), la cual espera ser reformada –lo cual es algo que debe ir de la mano del Ministerio de Educación–, necesidad opacada por los reflectores de la reforma laboral, pensional y de salud. En última instancia, lo que reflejan estas prioridades y formas de proceder en el manejo de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación es una repetición de lo visto con gobiernos de corte diferente al actual, quedando en evidencia que no se buscó una ruptura en este campo, lo cual deja la promesa de una sociedad del conocimiento en vilo.


Ciencia sin rumbo
Así, pareciera que el Presidente no apunta a una revolución científica en su gobierno, que en este caso no sería del cambio, sino a la continuación de una dinámica sostenida en el pasado, y con ello a la administración de lo pretendido con la ciencia a partir de la distribución de dinero sin un punto claro de hacia dónde llevar la innovación, la ciencia y la tecnología. Y esto último, incluso, queda cuestionado cuando se verifica que el presupuesto para Minciencias quedó reducido a su mínimo en 15 años (11) (12), todo lo cual impide que este ministerio lidere procesos fundamentales para la transformación y fortalecimiento estructural de la ciencia.


Al así proceder, se hace oídos sordos a los llamados de las Misiones de Sabios. Se ignora el derrotero existente para administrar la ciencia con un objetivo claro, que produzca cambios significativos en la dinámica social, económica y educativa del país. En este sentido, “Apostamos por un progresismo modernizante, incluyente e innovador, basado en la sociedad del conocimiento. Aprendamos la dura lección de los gobiernos progresistas de principios de este siglo” (13). de nada sirve una apuesta progresista que ve en la ciencia una simple caja menor, la cual repartir según un panorama creado de cero. Existe un llamado a nivel general que se esperaba fuera respondido, pero de momento parece que la ciencia, la tecnología y la innovación en Colombia deberán quedar al filo de una respuesta.


Queda aquí la pregunta ¿qué rumbo debe tomar, entonces, la ciencia en un gobierno progresista? Y la respuesta se encuentra justamente en el artículo 226, logrando una articulación de la ciencia en todos los desafíos que componen la administración del Estado. La política de CTeI, entonces, debe tomar a la academia como una aliada para participar en el debate, discusión y proposición de los retos que surgen dentro del contexto colombiano, siendo ejemplo de esto –principalmente para un gobierno que se orienta hacia una política más allá del extractivismo–, el debate ecológico. Esto es así, ya que la descarbonización, la priorización de territorios para I+D, entre otros, son ejes que atraviesan el PND del gobierno en funciones. Ahora bien, como se mencionó antes, esto no implica pensar la ciencia como una simple caja menor, concibiéndola sí como una protagonista dentro de todo proceso que propenda por la resolución de los desafíos que actualmente atraviesa Colombia, siendo la integración de una alianza entre universidades-empresas-comunidades, un tema pendiente a lo largo de los años.


Esto es aún más importante cuando se analizan los modos de financiación y seguimiento de las producciones científicas. Al consolidar una política de ciencia holística, esto es, que profundiza tanto en la formación y capacitación del investigador, como en los recursos con los que este cuenta para generar ciencia, y en los espacios de apropiación de dicho conocimiento en los territorios y puntos de priorización que requieren atención, lo que surge es una política de CTeI enfocada de modo preciso en todos los momentos del proceso de creación de este campo, no solo en su punto final, el cual pareciera ser el foco de la financiación científica aquí cuestionada. La política educativa, en este sentido, es una aliada básica para Minciencias, ya que es uno de los espacios propicios para poder darle a la ciencia el protagonismo que requiere. En ello y de esta manera, la transición energética se sostiene sobre una ciencia que se piensa en una educación de este tipo, así como en una productividad y crecimiento económico que apunta a una visión del progreso que no se sustenta en el aprovechamiento de los recursos naturales, sino en economías alternativas que permitan a estos tres actores (comunidad-empresas-universidades) complementarse de forma orgánica.


Igualmente, intentando exponer otro ejemplo, el agro, fundamental dentro de una política de CTeI, ya que parte del compromiso de la reforma agraria se centra en industrializar y tecnificar el sector de la agricultura, de modo que se convierta en un sector que maximice la productividad a partir de una construcción inteligente de lo que serían los procesos que se dan dentro de este campo (y que aun siguen sin ser atendidos). La idea de una articulación de la ciencia desde ejes problemáticos de los distintos sectores del país es buena en la teoría, pero a la hora de ser ejecutada no ha transcendido la lógica facilista de administrar dinero, en lugar de proponer hojas de ruta de diagnóstico y seguimiento, dentro de lo cual se recurra a las universidades, a las empresas y la comunidad, como parte de la necesidad de crear espacios de convergencia desde los cuales se generen transformaciones que no estén reducidas a uno solo de los actores, sino que funcione como una pieza de teatro que se desenvuelve en un movimiento combinado. En este sentido, una política de CTeI progresista debe entender la función de la empresa como aliada estratégica para las universidades y las comunidades, creando una simbiosis que permite un crecimiento integral de la ciencia dirigida al pueblo.


De este modo, y a manera de cierre, debe comprenderse la política de CTeI como una política de Estado antes que como una mera política de gobierno, lo cual implica considerar, como ya se indicó, una ciencia que está inmiscuida con la educación, el medio ambiente, lo agrario, la industria etcétera, una integración que, bien que mal, solo puede darse con un aumento presupuestal que vea la ciencia bajo un panorama de crecimiento del país, como una dimensión de la administración que tiene que funcionar como potenciador y no como un accesorio o un adorno dentro de la política de Estado. Claro está, esto es un proceso lento y requiere, por lo menos de manera inicial, centrarse en atender las necesidades del sector educativo en general, enfatizando en la universidad, la cual ha quedado arrinconada en tan estratégica labor, sin espacio para el debido reconocimiento del saber que allí se gesta, dejando a la comunidad abandonada en el mismo proceso y a la empresa como el único sector que coloca sus demandas sobre la mesa.


Hacia esto es que se dirigía la Misión de Sabios inicialmente, propósito reafirmado por la segunda Misión. Articular la ciencia, y pensarla de la mano con la educación, aupadas por medio de un incremento presupuestal entre ambas, así se genera un espacio para comenzar, de a poco, a cerrar la brecha de desigualdad con la comunidad, a la vez que se genera una promoción del crecimiento pequeño/medio empresarial que aumente la productividad y genere mayor crecimiento para las economías de la comunidad. Algo que, en apariencia luce elemental, y que además se ha reafirmado constantemente en los análisis realizados frente a la cuestión de la política de CTeI. Cerrar el agujero presupuestal que registran las universidades es fundamental para hacer esto factible y, con mejores condiciones de labor, poner en marcha proyectos estratégicos en los sectores indispensables para hacer de Colombia una sociedad con indicadores óptimos en todos y cada uno de los campos del buen gobierno.


Así debería ser. No obstante, el actuar que se evidencia en los últimos tres años de política de CTeI demuestra un interés por meramente sostener una visión de gobierno, huérfana de una visión estratégica o de largo plazo.

  1. Lo que dice el PND es: “La Política de Ciencia, Tecnología e Innovación estará basada principalmente en el enfoque de políticas de investigación e innovación orientadas por misiones, encaminadas a resolver grandes desafíos sociales, económicos y ambientales del país, asociados a la transición energética, el derecho humano a la alimentación, la innovación agropecuaria, la salud de la población, el desarrollo de la bioeconomía, la gestión del riesgo de desastres, el reconocimiento de la diversidad natural, cultural y territorial, la Paz Total, entre otros, que articule las ciencias y los saberes diversos para sustentar una Colombia potencia mundial de la vida. Para su puesta en marcha, el Gobierno Nacional liderará e implementará políticas orientadas por misión a partir de articulaciones interinstitucionales”. Departamento Nacional de Planeación. (2023). Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026. Colombia, potencia mundial de la vida. Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia, p. 759.
  2. Misión de Sabios. (1996). Colombia: al filo de la oportunidad. Bogotá: Tercer Mundo Editores, p. 116.
  3. Gobierno de Colombia. (2019). Misión de sabios Colombia – 2019. Bogotá, Imprenta Nacional de Colombia, p. 11.
  4. Misión de Sabios. (2020). Colombia, hacia una sociedad del conocimiento. Reflexiones y propuestas. Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia, p. 427.
  5. Gil, J. y Rivera, D. (2022). “Sigue la polémica por el llamado a los doctores que hizo el presidente Petro”. El Colombiano. https://www.elcolombiano.com/colombia/doctores-convocados-por-petro-responden-a-polemica-seleccion-de-mauricio-lizcano-ML18575018
  6. Martínez, L. (5 de Junio, 2025). ¿Modelo de medición de Minciencias pretende incentivar la investigación? El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/leonardo-fabio-martinez-perez/modelo-de-medicion-de-minciencias-pretende-incentivar-la-investigacion/
  7. Fortich, F. y Silva, S. (15 de marzo, 2025). “Los errores en la convocatoria de Minciencias que clasifica a los investigadores”. El Espectador. https://www.elespectador.com/ciencia/ministerio-de-ciencias-habla-sobre-los-errores-en-convocatoria-que-clasifica-a-investigadores-en-colombiai/
  8. Duque, S. y Duque, C. (19 de Marzo, 2025). “Medición de grupos de investigación: ¿crisis de transparencia y poca credibilidad en Minciencias?” UdeA Noticias. https://bit.ly/MedInvesCol
  9. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. (9 de agosto, 2024). MinCiencias: dos años avanzando en dignidad y transformación de la ciencia, la tecnología y la innovación en Colombia. Sala de Prensa. https://minciencias.gov.co/sala_de_prensa/minciencias-dos-anos-avanzando-en-dignidad-y-transformacion-la-ciencia-la-tecnologia
  10. Zapata, A. (21 de mayo, 2025). “Alerta por crisis financiera de universidades públicas: Contraloría halló deudas por $8,3 billones”. El Colombiano: https://www.elcolombiano.com/negocios/crisis-financiera-en-universidades-publicas-contraloria-alerta-por-deudas-FE27458580
  11. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. (Marzo, 2024). Presupuesto de Ciencia, Tecnología e Innovación – Minciencias 2010-2024. https://minciencias.gov.co/la-ciencia-en-cifras/presupuesto-colciencias
  12. Pablo, J. (16 de abril, 2024). “La ciencia en Colombia se queda sin dinero: tiene el menor presupuesto en 15 año”. El País. https://elpais.com/america-colombia/2024-04-15/la-ciencia-en-colombia-vive-la-mayor-desfinanciacion-de-los-ultimos-25-anos.html
  13. Montenegro, I. (23 de abril, 2023). “El vergonzoso presupuesto de ciencia e innovación: progresismo sí, pero basado en el saber”. Razón Pública. https://razonpublica.com/vergonzoso-presupuesto-ciencia-e-innovacion-progresismo-basado-saber/

*Profesor universitario e investigador. Estudiante del doctorado en filosofía de la Universidad Federal de São Carlos (Brasil), magister en metafísica de la Universidad de Brasilia (Brasil), magister en filosofía de la Universidad Industrial de Santander (Colombia) y filósofo de esta misma universidad. Miembro del Laboratorio de Teoría Social, Filosofía y Psicoanálisis de la Región Centro-Oeste vinculado a la Universidad de Brasilia. Email: juanalmeyda96@gmail.com

Información adicional

Autor/a: Juan David Almeyda Sarmiento*
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico Le Monde diplomatique, edición Colombia Nº258, septiembre 2025
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