Domésticas o internacionales, las tensiones políticas encuentran en la moneda una cristalización particularmente sensible. En el contexto del enfrentamiento entre China y Estados Unidos, el auge de las nuevas tecnologías monetarias pone al mundo ante la perspectiva de una bifurcación peligrosa. O ante una nueva guerra de monedas.
En el transcurso de su primer mandato (enero de 2017-enero de 2021) Donald Trump denunció al bitcoin como una “estafa” que “compite con el dólar” (1). Empero, ahora pretende ser el Presidente más criptoentusiasta de la historia. Durante una cumbre celebrada el pasado 7 de marzo en la Casa Blanca y que reunía a los principales actores del sector, anunció su intención de hacer de Washington “la capital mundial de las criptomonedas” (2). Tres días antes de su investidura, el multimillonario puso a la venta 200 millones de monedas digitales con su efigie. “El reino del terror contra las criptomonedas llegó a su fin”, se felicitó David Sacks, ex director de operaciones de Paypal y sostén declarado de Trump (3). El empresario libertario fue ascendido a la cabeza del grupo de trabajo sobre activos digitales, del que se supone que tiene que definir las políticas de promoción de los criptoactivos, mientras que el financista “pro-cripto” Scott Bessent fue designado como secretario del Tesoro.