Acerca de la Tesis 221 de Debord

Justo al cierre de esta edición, y cuando el equipo de redacción trabaja a todo vapor para cumplir los plazos inapelables, recibo una llamada de mi primo no tan lejano Karlmarx Otálora. Quien crea que este nombre es un chiste se equivoca. Lo que sucede es que su madre es ecuatoriana y allá se acostumbra registrar a los niños con nombres históricos. ¿Acaso no se llama Lenin Moreno el presidente anterior de ese país?

Lo cierto es que el motivo de la llamada del primo Karlmarx era participarme que lo llamaron desde Copenhague donde opera el Instituto Escandinavo de Vandalismo Comparado y le notificaron su nombramiento como Director Ejecutivo del Instituto Interandino de Vandalismo e Insurrección (Iiavi), con sede móvil entre Caracas, Quito, Lima y Bogotá.

Karlmarx, quien hasta la fecha ha fungido como coordinador del Comité Intangible, con funciones específicas y visibles durante el reciente estallido social, aceptó de inmediato, me dijo, pues considera que su labor en ese comité se cumplió con creces y que ve nuevos horizontes por desarrollar.

Le pregunté cuál fue su primer impulso tras aceptar el nombramiento ydijo que fue llamar de inmediato a su compañero de luchas juveniles, ahora en Palacio. ¿Y te pasó al teléfono?, pregunté, incrédulo, y dijo que por supuesto, jamás ha dejado de hacerlo. ¿Y sobre qué hablaron? ¿Sabes qué fue lo primero que me dijo?: «Karlmarx, me han dejado solo. El pueblo me ha dejado solo y por eso he tenido que salir al balcón a pedirle que me acompañe, su presencia en la calle es fundamental para sacar adelante este proyecto social que ellos decidieron que yo debo liderar. Pero ya ves, Karlmarx, lo difícil que está siendo todo. Me siento maniatado. Es muy frustrante; a pesar de toda la mermelada que entrego, desde viceministerios para abajo, quieren más y más, pero me han bloqueado y saboteado todas las iniciativas: la reforma política, la de salud, la laboral. No hay por dónde».

Y tú que le contestaste, Karlmarx, pregunte. ¡Pues que se pellizque! Que si acaso no aprendió la lección durante su alcaldía cuando el concejo no le dejó ver una. Lo que pasa, dijo Karlmarx que le había dicho a su amigo, es que andás güevionando mucho con la Mazzucato y otros genios de la Nueva Socialdemocracia cuando lo que deberías estar es releyendo a la gente de Tiqqun, a Debord, a Deleuze y Guattari, los de Capitalismo y esquizofrenia, a los muchachos de la Crítica del Valor, como Jappe y Kurz y tantos otros, en vez de quedarte pateando el cadáver de un caballo a ver si se levanta.

¿Y qué contestó? le pregunté, asombrado. Se hizo un poco el loco, dijo, aunque sé que le caló, pero confesó que no quería ser otro Correa, otro Evo, otro Lula, otra Bachelet, otro Kirchner, otro Pepe, que dejaron pasar la oportunidad en el poder sin pena ni gloria.

¿Y que le contestaste? ¡Que despierte, que esta sociedad del espectáculo en que vivimos está anclada en la caverna más profunda del continente! Los señores del Antiguo Régimen europeo del siglo diecinueve parecen anarquistas al lado de esta polvorienta sociedad del espectáculo, comenzando por los dueños de los grandes medios que no le dan ni un minuto de respiro. Que deje de insistir en tratar de cuajar sus reformas progresistas en una sociedad que se atrinchera y requinta cada día más en sus privilegios y vicios. Que, si no quiere repetir el camino de sus admirados predecesores progresistas del continente, que lo lidere, pero no como hasta ahora, que ya se dio cuenta que el camino es distinto; que se fije que ni siquiera le están parando bolas a su paz total.

Y entonces, ¿qué sendero debe seguir, crees tu, primo? Sin titubear, respondió, que se dé un paseo por Chiapas, y se deje impregnar de la tierna furia del neozapartismo, que busque a quienes investigan y con base en sus relaciones con diversos movimientos sociales a lo largo del continente sustentan otras formas de avanzar hacia una tranformación social con raíces profundas, que se vaya unos meses para el Cauca y hable con las organizaciones indígenas, en todos esos lugares le pueden dar luces de qué hacer. Que valore y tome en cuenta los liderazgos urbanos que plantean y pugnan por una acción de base, con asiento territorial, autónoma, y que propuganan por una democracia directa, radical, asambleatoria.

¿Quieres decir que lo que hay que buscar es el colapso total de la sociedad del espectáculo? Si, contestó lacónico. Y después, tras unos segundos de silencio, añadió: es imposible conciliar una agenda progresista dentro de una sociedad del espectáculo dominada por las fuerzas que han gobernado este país desde antes de la Independencia. La burguesía criolla del siglo dieciocho es la misma que hoy maneja este país trescientos años después.

¿Entonces crees en la vía directa? Intenté jalarle la lengua. ¡Ja! ¿Qué crees?, fue su respuesta. ¿Y qué otra recomendación le diste? Que regrese a Debord y aplique su Tesis 221. Que se emancipe de las bases materiales de la verdad invertida, allí está la verdadera autoemancipación; que se dedique a la “misión de instaurar la verdad en el mundo”, así suene esto un poco críptico, pero él es brillante y no necesita mayores aclaraciones. Que se ubique allí donde los individuos están “directamente ligados a la historia universal”. Únicamere esnte allí donde el diálogo se ha armado para vencer sus propias condiciones. ¿Y qué mas le dijiste? Qué cuente conmigo, dijo y me colgó.

Información adicional

Autor/a: Consejo de redacción
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico Le Monde diplomatique, edición Colombia Nº233, junio 2023
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