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Potenciado por una revolución tecno- científica que somete a la humanidad a las pantallas, imponiendo nuevas cotidianidades, consumos y relacionamientos, el sistema capitalista se reorganiza y abre inéditas vetas de producción, ganancia y acumulación.
En medio de aquello, en la disputa que dispara por el control del mundo entre imperios y potencias, las multinacionales someten a los Estados, los ricos se hacen cada vez más ricos y el Sistema de Naciones salta por las nubes. (Ver, págs. 14-15).
Dos grandes sucesos redibujan el siempre inestable mapa geopolítico en Medio Oriente: el surgimiento de un nuevo poder en Siria tras la caída de Al-Assad y la masacre en Gaza. Con un Irán debilitado y varios países árabes empantanados en sus problemas domésticos, el expansionismo militar de Israel avanza implacable. (Págs. 29-35).
La ofensiva arancelaria de Donald Trump busca contener el ascenso económico, tecnológico y militar de China. ¿Hasta dónde llegará la disputa entre potencias? (Págs. 19-24)
El giro en la política exterior de Estados Unidos abre una nueva era en las relaciones de poder global: Europa es la primera víctima (págs. 19-27).
Convencido de poder detener el acelerado declive del imperio que preside, Donald Trump arremete sin tapujo alguno en el concierto internacional para imponer los intereses norteamericanos, ahora bajo los ‘principios diplomáticos’ de la amenaza, el chantaje, la fuerza, el castigo, la imposición, el engaño, la hipocresía y la certeza que todo se compra y todo se vende (págs. 25-31).
En medio de una devastadora crisis económica y una nueva oleada migratoria, Cuba cruje.
Ocho años después de su primera victoria electoral. regresa Donald Trump a la Casa Blanca: Llega acompañado de un amplio equipo de fieles que le permitirán ejecutar todos sus propósitos y delirios. Con mayoría parlamentaria y una base social más amplia, los vientos soplan a su favor. Los ricos y los superricos se frotan las manos (Ver págs.19-23).
Múltiples estudios confirman la muerte y el riesgo de desaparición de diversidad de especies animales y vegetales, la deforestación, el cambio climático, pero también la violencia y asesinato de los defensores de la Madre Tierra. Entre tanto, persiste la mal llamada “Agenda verde”, que mercantiliza la naturaleza y potencia la crisis ambiental global.
Tras el afán de volver a “ser grande”, Estados Unidos se aferra a viejas y conocidas estrategias de control, disciplinamiento y dominio, entre ellas la guerra contra las drogas. Descargar sus culpas en otros, demandando acatamiento ciego, tensiona y entorpece las relaciones bilaterales que deberían estar regidas por principios como el respeto a la soberanía de las partes, la conveniencia mutua, el diálogo y el consenso, todo ello sin presiones ni amenazas.
Superar los niveles de injusticia y desigualdad, insoslayables en la población colombiana, demanda darle cuerpo a un robusto sistema de ciencia y tecnología con el cual diseñar un modelo productivo, acorde con nuestra realidad nacional. Pese a las llamadas Misiones de Sabios y sus recomendaciones, muy poco o nada se avanza en este campo. El actual gobierno no rompe la constante. (Ver págs., 4-7).
Tras un año de invasión a su territorio –entre miles de asesinados, producto de los bombardeos sin cuartel y las incursiones terrestres que no diferencian entre combatientes y civiles, padeciendo un inocultable genocidio–, el pueblo palestino, desterrado, sometido por la fuerza, sin techo ni hospitales ni escuelas, con todo en ruinas, asiste a la imposición del “Gran Israel”.
Las cifras son aterradoras: 40.650 los asesinados por Israel en Gaza durante diez meses de guerra, 4.000 por mes; más de 13 mil desaparecidos; cientos de miles de desplazados internos, una, dos y más veces; demolición de centenares de edificaciones: destrucción de la infraestructura urbana. La tensión crece y la guerra está al vértice de extenderse a Irán y Líbano (ver págs. 23-19).