La política está lejos de ser del dominio de lo obvio y lo evidente, aunque ante la gran prensa y el gran público así lo hagan parecer. Más exactamente, la política en el mundo contemporáneo es geopolítica, erigida sobre las grandes estrategias económicas de corte globalizado, las que casi nunca son tomadas en el ámbito nacional. Todo lo demás, según parece, es micropolítica. Esa que llena titulares, noticieros y columnas de opinión. ¿Cómo está situada Colombia en este contexto y lógica?
Como una piedra preciosa, objeto de numerosas pretensiones e intereses, tanto internos como externos, así ven y ofrecen a Colombia desde hace algunos años.
De un lado, a partir del gobierno de Juan Manuel Santos, el país realiza gestiones para ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde). Antes, con su antecesor, el país comenzó a ser visto como una promesa en materia económica y, por tanto, social y política. En este plano, las distancias y diferencias entre Santos y Uribe son inexistentes.
Liderazgo: afuera sí, adentro no
Es evidente que el presidente Santos tiene una imagen favorable en el exterior, y que desde fuera del país es visto como un líder habilidoso. Específicamente en el tema del proceso de paz y las negociaciones en curso en La Habana (ver recuadro “¿El desarrollo del campo?…”). Los numerosos viajes, las declaraciones de la comunidad internacional y el decidido apoyo mundial al proceso de conversaciones y negociaciones con las Farc contrastan, sin embargo, con la imagen que carga el Presidente en el país. Reiteradas encuestas de opinión, y un seguimiento a las redes sociales, dejan ver que su liderazgo interno no es precisamente el mejor. En este sentido, en el territorio nacional palpita una fuerte división entre los partidarios de la paz y sus críticos y enemigos, encabezados, estos últimos por Uribe, el Centro Democrático y el Procurador Ordóñez.
Todo ello, en el marco en el que, en el mejor espíritu del Frente Nacional (1958-1974), la oposición y las tercerías fueron eliminadas (literalmente) y el poder quedó concentrado, como siempre, en muy pocas manos. Al cabo, en tiempos recientes, a la confianza inversionista, la seguridad democrática y la cohesión social de Uribe, con todo y sus acciones y omisiones, le siguió la idea de prosperidad para todos y “Todos por un nuevo país”. Si Colombia fuera Francia todo ello significaría la instauración de una segunda república (la primera sería aquella que desde 1810 y 1819 abarca hasta el año 2000). Palabras más, palabras menos.
¿Cómo es vista Colombia?
Lo que una y otra vez presentan como lo mejor del establecimiento público y privado de Colombia –esto es, los principales gremios económicos, los sectores más destacados de la clase política y los principales estamentos públicos al unísono- se propuso que el país fuera acogido en la Ocde, esto es, el grupo de 34 países más ricos y desarrollados. O como dicen eufemísticamente: “el club de las buenas prácticas”. Sin lugar a dudas, el grupo de quienes dictan (y sufren) las políticas sociales y económicas que expresan lo mejor del capitalismo; esto es, por ejemplo, competitividad, sostenibilidad, crecimiento económico, desarrollo económico, sistema de libre mercado, institucionalismo y neoinstitucionalismo, en fin, neoliberalismo.
La aspiración de que Colombia ingrese a esta instancia de ‘Cooperación’ no es ajena, y por el contrario, es concomitante con el hecho de que, como dicen en la gran prensa, “Colombia logre la paz”. Esto es, que en La Habana, las negociaciones entre el Gobierno y las Farc desemboquen en la firma de un acuerdo de paz. (porque ésta, o el llamado “postconflicto” son otra cosa perfectamente distinta a la firma del acuerdo e implica un tiempo largo, de por lo menos dos o tres generaciones hacia delante).
En este sentido, es evidente que el presidente Juan Manuel Santos es bien visto con un liderazgo sólido en el mundo, pero, en contraste, al interior del país, su imagen es inversamente proporcional.
Pues bien, cabe recordar que estas aspiraciones –económicas, sociales y políticas– tienen lugar luego de que en dos ocasiones, el país fuera considerado, primero, como un gobierno fallido (específicamente durante el periodo de Ernesto Samper), y luego también, como un gobierno inviable (durante el cuatrenio de Andrés Pastrana). Esto significa que Colombia estuvo a punto de ser calificada como un estado fallido, exactamente a la manera de Haití, o varias de las repúblicas subsaharianas (1).
Pocos años después, en el 2010, una vez vista como parte constitutiva del grupo de países Civets, empieza a ser considerada como una promesa de inversión internacional y de desarrollo y crecimiento económico.
Los países Civets
La revista The Economist posee varias unidades de trabajo, empresa e investigación. Una destacada de ellas, encargada de elaborar índices e indicadores es la Economist Intelligence Unit (Unidad de Inteligencia de “The Economist”), sin duda, una de las dendritas de lo que es mucho más que una revista. Pues bien, los mercados emergentes fueron identificados hacia el año 2010 como el grupo de los Civets, que es el acrónimo (que significa en inglés: felino) para designar a la segunda fila de los países más promisorios detrás de los Bric: Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Suráfrica.
Cabe destacar tres criterios que sirven como denominador mínimo común para los países aquí englobados: el nivel de la población, el nivel de crecimiento y la apertura económica. El nivel de la población no hace referencia necesariamente al tamaño poblacional sino al hecho de que la parte gruesa de la pirámide demográfica está constituida por jóvenes entre los 20 y los 40 años. El nivel de crecimiento queda expresado en un rápido y fuerte crecimiento de la clase media, y la apertura económica hace referencia a la acogida total del neoliberalismo económico y todas las políticas y estructuras institucionalistas y neonstitucionalistas.
En términos sociológicos, este grupo de países son aquellos que están haciendo el tránsito del capitalismo financiero al postindustrial, y desde éste último hacia el capitalismo informacional. Esto quiere decir, la incorporación creciente de las Tics (tecnologías de la información y la comunicación) en todas las gamas del Estado, el sector privado y la vida de la sociedad. Pues bien, el padre de la sociología de la información, M. Castells, lo dejó claramente dicho: el capitalismo postindustrial hace el tránsito al capitalismo informacional no porque lo quiera o lo desee, sino porque es la única posibilidad que tiene, si quiere seguir existiendo (2).
Mapas de una complejidad económica
Pues bien, la importancia o el significado de los países Civets se entiende mejor sobre el trasfondo de la complejidad económica contemporánea. La tabla No. 1 ilustra en qué consiste esta complejidad, vista al interior mismo del sistema capitalista.
Precisemos. La Ocde es el grupo de países más ricos y desarrollados del mundo en términos de criterios y valores capitalistas. Fundada en 1961, reúne en la actualidad un grupo de 34 países. Recuérdese que actualmente existen 196 países, de acuerdo con Naciones Unidas (ONU). Esto es, los reunidos en la Ocde conforman apenas el 17,34 por ciento de los países en el mundo.
Los reunidos en el G-8 resume en realidad un grupo informal configurado en 1997-8), el cual está conformado por las economías más poderosas del planeta, lo que también se traduce: por los estados, ejércitos, policías y sistemas bancarios más activos y robustos en el planeta.
El economista J. O’Neill acuñó en el año 2001 el concepto de países Brics, acrónimo que significa “ladrillo”. Este grupo representa a los países y economías emergentes más poderosas, en un mundo que ya comienza a conocer las más graves, estructurales y profundas remociones económicas y financieras conocidas por el sistema mundo capitalista; crisis tales como las hedge funds, las subprime, la hipotecaria, de las PuntoCom, y el mismo techo de la deuda (en EU), y otras que habrían de conducir algo más adelante a la recesión de cuatro países: Irlanda, Portugal, Grecia y España. El tema de la crisis del sistema financiero de los años 1998-2015… es una historia que no encuentra absolutamente ningún otro parangón, ni siquiera con respecto a la depresión acaecida en 1929.
Como queda señalado, el grupo de países Civets es propuesto en el año 2010, y configura, literalmente, la segunda fila (de reserva) detrás de los países Brics.
Finalmente, el grupo de países N-11 fue propuesto en el años 2005 por parte de la agencia Goldman Sachs. Sin embargo, en todos los casos, los criterios imperantes son: densidad poblacional, extensión territorial, posición estratégica regional o mundial, crecimiento económico, estabilidad política, crecimiento demográfico y pirámide demográfica (más jóvenes que viejos), en fin, balanza de pagos y política fiscal.
Como se observa, son diversas las lecturas, las propuestas, las apuestas mismas y las interpretaciones acerca de la complejidad económica en el mundo. Un fenómeno esencialmente dinámico y, por tanto, marcado por inestabilidades, incertidumbre y fluctuaciones. Sin embargo, lo más sintomático es que, en la mayoría de casos se trata de lecturas macroeconómicas que quieren ser vistas como válidas sin más, desatendiendo las contradicciones o los problemas mismos del desarrollo, el cuidado del medio ambiente, políticas ecológicas y afines, y los temas y problemas que les son concomitantes.
Se trata de temas y problemas tales como el saber vivir y el buen vivir, la soberanía alimentaria y la buena nutrición, la crítica y la superación del hiperconsumismo, la obsolescencia programada (= compre, use, bote), la felicidad individual y colectiva, la armonía con la naturaleza, entre otros. Todos ellos, temas y problemas de una profunda carga no solamente social y política sino, mejor aún, civilizatoria.
Hay que destacar que, comparativamente a los grupos mencionados en la tabla 1, existe igualmente, aunque no de forma oficial, debido a la carga de rechazo que comporta, el grupo de países Pigs, que es el acrónimo (“pigs” significa en inglés cerdo), para designar a Portugal, Irlanda, Grecia y España; esto es, los países “parias” parásitos y aprovechados, sucios y objeto de sacrificio a la vez, pues fueron, han sido y están siendo objeto de políticas de “recuperación”, al costo social conocido por el mundo entero.
Como puede apreciarse sin dificultad en la tabla Nº 1, existen países que se repiten en un grupo u otro. En términos de teoría de conjuntos, existen, manifiestamente, conjuntos y subconjuntos, complementariedades, uniones y vacíos. En cualquier caso, tenemos una instantánea sugestiva de la complejidad económica del capitalismo.
¿La Ocde? Un poco de historia
Como quiera que sea, el marco más amplio de estudio y consideración es el de la Ocde. Y para el gobierno e instituciones de Colombia, ello no admite ninguna duda. Sin embargo, de manera sucinta, abre una pequeña nota de carácter histórico, sintetizada, como puede verse a continuación:
La conformación de la Ocde responde originariamente a las políticas, planes y acciones correspondientes a la época de la Guerra Fría, cuando existía el muro de Berlín y el mundo estaba literalmente dividido en dos. La parte izquierda de la tabla No. 2 presenta a Estados Unidos como pivote central de uno de los polos de tal Guerra. La Otan constituía su pivote y expresión militar, y la Ocde era el grupo económico que reunía a lo mejor de una parte del mundo.
Por su parte el lado derecho de igual tabla presenta a la hoy extinta Unión Soviética como el pivote del otro polo del mundo. Militarmente, el bloque socialista (o comunista) estaba organizado alrededor del Pacto de Varsovia, y su expresión y pivote económico era el Consejo de Ayuda Mutua Económica (Came, o Comecon en inglés), fundado en 1949 y disuelto en 1991 a raíz de la desaparición de la Urss.
Así las cosas, la Ocde pervive, aunque ampliada y modificada en sus estructuras y políticas (3). Para el caso de Colombia, existen 48 comisiones encargadas de elaborar y trabajar en las recomendaciones y condiciones necesarias para que el país sea admitida en esta Organización. A la fecha, según diversas fuentes, apenas ha cumplido con los requisitos de cinco de estas comisiones, a saber: competitividad, inversiones y lucha contra la corrupción, asuntos fiscales y minería responsable. Para el ingreso a ella el costo de inversión rodea los 260.000 millones de euros (4).
Traducción política
Cuando un país es considerado como del “club de buenas prácticas” (sic), es porque, literalmente, están cooptadas, neutralizadas, o eliminadas las políticas alternativas, o estas ya son sencillamente inocuas en términos estructurales, lo que sintetiza, en otro sentido, una de las características de las sociedades democráticas de nuevo tipo, en las cuales la protesta social ni es perseguida ni judicializada, simplemente se le torna políticamente inocua.
Muy específicamente, de cara a la historia, alternativas como el comunismo, el socialismo, y otras vertientes próximas y semejantes, han dejado de tener un impacto político real. En la mayoría de los casos, tienen un espacio social, incluso un espacio en el parlamento, pero han perdido la fuerza de antaño gracias a los múltiples mecanismos de lo que genérica y eufemísticamente es conocido como la “tercera vía”. Los movimientos sociales disidentes o alternativos, si es que existen, desempeñan un papel secundario, controlados por estructuras y procesos políticos institucionales que logran, una vez dentro de ellos, enmarañarlos en todas sus dinámicas y logias, las que a través de dinámicas legales y formales, nacionales e internacionales, impiden su misma ruptura, pero también por medio de mecanismos de seguridad, represivos y de control; públicos, privados o mixtos; abiertos o encubiertos.
Existe descontento en los países desarrollados del tipo Ocde, G-8, Civets, Brics o N-11; puede haber descontento social pero el mismo no logra traducirse en manera alguna, en políticas alternativas; es simple y llanamente protesta. El sistema se ha vuelto, literalmente, sistémico, en toda la acepción que implica el pensamiento sistémico y la ciencia de sistemas.
En otras palabras, esta clase de países han terminado, en el mejor de los casos, por abrazar políticas socialdemócratas, y sin la menor duda, la columna vertebral de sus políticas sociales es la sostenibilidad (o sustentabilidad). Entonces, hablan de desarrollo sostenible, de educación sostenible y demás. La política está institucionalizada, ampliamente formalizada, y circunscrita a los ámbitos de los poderes del Estado y los temas de gobierno, gobernabilidad y gobernanza.
Sin embargo, al interior de la Ocde, los movimientos de indignados constituyen un actor novedoso e imprevisible, visto con los ojos del pasado. España y Grecia parecen arrojar nuevas enseñanzas e incluso expectativas, políticas, sociales y económicas, para el resto del mundo.
Internet, las redes sociales, y las nuevas tecnologías desempeñan un papel singular en las nuevas formas de acción social y de democratización de la sociedad y del mundo. La existencia de grandes bases de datos –big data–, su uso y el conocimiento de lo que son e implican –science data–, constituyen, igualmente, temas y motivos de nuevas formas de explicar el mundo y la realidad y, por tanto, de actuar en él. No en última instancia, las ideas mismas de “justicia”, “política” y “democracia” están en pleno proceso de redefinición (5).
Recapitulando: ¿cómo está Colombia?
Existe, manifiestamente, un interés del mundo por este país. Civets es tan sólo un ejemplo, como lo es el proceso en curso de ingreso a la Ocde en un futuro relativamente previsible. Colombia exhibe crecimiento económico, jalonado principalmente por el sector financiero, el cual, sintomáticamente, no es, literalmente, un sector productivo. Verosímilmente la clase media ha crecido. Al fin y al cabo ésta es el gran colchón social del capitalismo.
Sin embargo, las cosas no son blancas u oscuras. De acuerdo con numerosas fuentes, Colombia es uno de los países más inequitativos en el mundo; en términos de indicadores Gini, de ingresos, u otros. El movimiento guerrillero de otras épocas ha llegado a ser estratégicamente controlado, aún cuando tácticamente ese pueda no ser el caso.
El crecimiento y el desarrollo económico va de la mano con una amplia, sostenida y creciente destrucción del medio ambiente. Una historia que en el mundo es du déjà-vu. El capitalismo es un sistema social y económico hecho posible al costo de generar una enorme entropía a su alrededor.
Como quiera que sea, una cosa resulta evidente. La visión de cualquier país en términos simplemente macroeconómicos oculta y desplaza otros numerosos temas y problemas, que exigen para su conocimiento y comprensión una mirada granular más fina. Lo que pareciera a vuelo de pájaro llano y genérico se revela en una mirada más atenta como un territorio lleno de valles, montañas, abismos y picos. Aparentemente el futuro del país en términos macroeconómicos parece positivo. Pero una impresión semejante no debe dejar fuera de consideración otras numerosas contradicciones, retos y problemas. Sin lugar a dudas, de manera puntual, los tres más importantes son: equidad con justicia social, protección del ambiente y la naturaleza, y comprensión e inscripción en el panorama latinoamericano.
Con la integración en la Ocde y su inclusión en los Civets, Colombia avanza para su inscripción en el mundo. ¿Paso en falso? Para que la integración sea incluyente, uno de los primeros pasos por dar sería el de reconocer sus raíces en la América Latina. Ese continente de, como decía J. Vasconcelos, la raza cósmica.
1 Un “Estado fallido” es el concepto que específicamente las grandes calificadoras mundiales utilizan para designar un país que ha entrado a un callejón sin salida. Quienes así califican son empresas privadas como Standard & Poor’s, Moody’s, y Fix, que actúa como subsidiaria de Fitch Ratings. Esto es, específicamente, son calificadoras de riesgos o, en otras palabras, agencias calificadoras de crédito.
2 Cfr. Prólogo de: M. Castells, “La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura”. Vol. 1: La sociedad red. Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp. 27-54.
3 Para una mejor comprensión puede consultarse, en español: http://www.oecd.org/centrodemexico/laocde/; y en inglés: http://www.oecd.org.
4 http://www.expansion.com/2015/02/22/latinoamerica/1424634933.html
5 Las ideas clásicas de Estado, política y sociedad dependen de, y se fundan en, Hobbes, Locke, Rousseau y las ideas subsiguientes, en política, economía o sociología.
*Profesor titular, Facultad de Ciencia Política y Gobierno, Universidad del Rosario
¿El desarrollo del campo es reforma agraria?
En reiteradas ocasiones, dentro y sobre todo fuera del país, Santos ha manifestado que con las Farc o sin ellas, el campo será desarrollado. Históricamente, el Estado colombiano tiene una deuda enorme con los pobladores del campo, y Colombia es tal vez el único país del hemisferio occidental, en el marco de los países más desarrollados o promisorios, que jamás adelantó una reforma agraria. La pregunta que surge, por tanto, inmediatamente es: ¿el desarrollo del campo que promete el actual gobierno consiste en, o puede ser visto como, una reforma agraria? A primera vista nada permite emitir una respuesta positiva. Según los anuncios, todos genéricos hasta el momento, llevan a pensar que el desarrollo del campo se dará en el sentido de un fuerte apoyo a la industria agropecuaria y agrícola, y una introducción fuerte del capitalismo industrial agrario (“la granja industrial”). En otras palabras, la duda que emerge es si el desarrollo del campo se compagina con una fuerte política social hacia el mismo.