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El último hielo de la Guerra Fría

El último hielo de la Guerra Fría

 

No fue fácil romper la escarcha tampoco todos los litigios que por años los mantuvieron como enemigos están resueltos; pese a ello, la anunciada visita del presidente Barack Obama a Cuba el 21-22 de marzo resalta la irrenunciable decisión del estamento estadounidense por reencauzar las relaciones de todo orden con su vecino de El Caribe.

 

Atrás queda la ideología y ahora la política toma el mando. Para lograr la concertada visita, fueron necesarios año y medio de reuniones secretas (1), uno y medio más de constantes intercambios entre sus cancillerías y ministerios de comercio y transporte, más la visita a la isla de los jefes de estas tres carteras, denominadas en Estados Unidos secretarías: John Kerry, Katzir Schwarzkopf y Anthony Foxx. Otro tanto realizaron sus pares cubanos Bruno Rodríguez (canciller) y Rodrigo Malmierca (ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera).

 

La convergencia de otras circunstancias también fueron necesarias: el descongelamiento de la Guerra Fría, venida a menos como producto de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la imposición del unilateralismo en el mundo, en cabeza de los Estados Unidos; el giro político de la emigración cubana residente en Miami, que pasó de ser mayoritariamente republicana a demócrata, proceso vivido de la mano del crecimiento de una nueva generación de emigrados y más abiertos a la integración con su territorio de origen (2); la transformación lenta pero constante que vive el régimen cubano hacia un capitalismo de Estado, y la disposición de diversos países de la órbita internacional por aprovechar este momento de redireccionamiento económico y político para invertir en la isla.

 

Este giro se logra en el terreno de la diplomacia entre las partes, luego de 55 años de que los Estados Unidos decretara la ruptura de sus relaciones con la Revolución Cubana, y 56 del bloqueo (3) que también oficializara como estrategia para ahogar la revolución que dio cuenta de su aliado, el dictador Fulgencio Batista. El bloqueo no quedó limitado a lo formal: decenas de atentados de todo tipo fueron llevados a cabo sobre población y territorio isleño: 3.500 cubanos, más o menos, perdieron la vida en medio de ellos y más de 2.000 quedaron mutilados. Diez gobiernos de los Estados Unidos trataron de estrangular esta Revolución por todos los medios, excepto la guerra abierta y declarada (4).

Se trataba, desde luego, de una confrontación desigual. La fuerte asimetría de recursos materiales entre estos dos países lleva a inscribir su disputa en la historia como una batalla en la que David, si bien no le cortó la cabeza a Goliat, como en el mito bíblico, sí logró defender su independencia, en un despliegue político del que está por escribirse aún infinidad de particularidades y detalles. El nuevo rumbo de la relación entre los dos contendientes, y quizá la derrota de algunos sueños en la isla, conciernen entonces a decisiones propias de quienes están al frente de este proceso.

Resistencia y confrontación de fuerzas con matices. Como es conocido, el pueblo cubano trascendió a todo tipo de intervencionismo sobre su territorio, y a tal punto fue su heroísmo que hace unos pocos años Fidel Castro llegó a decir que esa Revolución sería destruida no por las acciones que venían desde afuera sino por sus propios errores, la corrupción entre ellos (5), afirmación que se ubica dentro de la teoría marxista de la contradicción, sobre los factores internos como “determinantes” y los externos como “condicionantes”.

Pues bien, no la derrota definitiva pero sí su agotamiento y su crisis es el efecto de múltiples errores cometidos a lo largo de cinco décadas de intentar un camino diferente del capitalista para ensalzar la vida garantizando felicidad, justicia e igualdad para los millones de seres humanos que habitan este territorio. La estatización de toda iniciativa económica resalta entre estos errores, así como la preeminencia del Estado sobre lo social, y de las relaciones de producción sobre los relacionamientos sociales, lo cual trajo como consecuencia final el declive de las iniciativas populares, las que perdieron sentido en tanto el “Estado lo resuelve todo” pero a la vez lo impide todo, pues en cada una de las factibles iniciativas detecta la posibilidad del enriquecimiento particular y, con ello, el germen de un pequeño burgués.

Esa preeminencia estatal, temerosa del surgimiento y la ampliación de oposición social y política, por ver en ella la acción encubierta de los Estados Unidos, terminó por configurar un control social elevado al máximo, hasta el punto de que pudiéramos estar ante la existencia real de una sociedad policiva y de control. De una u otra manera, así lo narra Leonardo Padura en El hombre que amaba a los perros. Errores también devenidos de la copia de lo peor de la URSS, calco impuesto, valga enfatizar, por el afán de sobrevivir en medio de la mencionada Guerra Fría en la cual para los Estados Unidos era inadmisible tener un vecino como enemigo.

Es hora, entonces, de hacer un balance de estos intentos de tomar el destino en propia mano, que derivaron, por diversas razones -entre las que los condicionamientos históricos no han sido un asunto menor-, en un Estado centrismo exacerbado, producto de la débil premisa de considerar que la “propiedad estatal” es la negación de la “propiedad privada”, olvidando al así actuar que no sólo la “tierra debe ser para quien la trabaja” sino además que ese principio debe abarcar todos los factores de la producción. Es, pues, la gestión integral del proceso productivo por quienes lo ejecutan, incluida la potencia de poder darle destino a lo producido, la base fundacional del principio más general de eso que se ha dado en llamar socialismo, y que por infortunio fue confundido con la “tenencia jurídica” de los factores materiales de la producción por una hipotética propiedad colectiva abstracta, representada por el Estado, lo cual acabó dándoles paso a regímenes burocráticos que han dado muestra de incapacidad para llevar la democracia a las unidades productivas.

Todas estas debilidades no pueden negar, menos en el caso cubano, la entereza de su proceso en la búsqueda de caminos hacia una sociedad más igualitaria y negadora del absolutismo del pensamiento único que quiere hacer creer que el capitalismo es la coronación de la civilización y el “fin de la historia”.

Así, a la vuelta de varias décadas de camino propio o copiado, pero con un hondo espíritu martiano que les insufló dignidad y soberanía, del cual devino un profundo espíritu solidario e internacionalista puesto al servicio de diversidad de pueblos por todo el mundo, esta revolución busca, desde cuando la URSS dejó de existir, una salida del callejón en que fue a parar.

Los intentos por salir del mismo han sido varios, entre ellos las campañas por estimular la más ferviente participación de la juventud en la lucha contra la corrupción, su misma incorporación y formación en círculos de renovación de la dirigencia del Partido Comunista de Cuba (PCC), participando de manera activa en la transición generacional que debía vivir su proyecto histórico, además de estimular el más abierto debate público sobre qué hacer con los principales conflictos que afrontan como lo propuso la preparación y celebración del VI Congreso del PCC en el 2011.

Es precisamente en tal Congreso que definen darle un menor tamaño al Estado, estimulando la iniciativa social; un millón de puestos innecesarios, que inflaban la nómina oficial, fueron liberados en el curso de tres años, pasando así de un desempleo disfrazado a uno real, encarado a través de lo que allí se denomina cuentapropismo, que en muchas de sus modalidades no es más que subempleo o rebusque.

En el mismo Congreso fue aceptada la creación de Zonas Especiales de Desarrollo, que no son más que zonas francas o zonas de tratamiento especial para el capital, atrayéndolo por medio de un cúmulo de dádivas que le son ofrecidas, todas las cuales configuran de hecho lo que en otras latitudes se ha denominado “dos países dentro de un mismo Estado”, todo ello con el afán de incrementar exportaciones, sustituir importaciones y lograr nuevas fuentes de empleo. La primera de estas zonas es la llamada Mariel (6).

El camino seguido por Cuba en el ámbito económico recuerda el adoptado hace décadas por China y Vietnam, cuyas consecuencias están ante los ojos de todos. Por esa vía podrán recoger más dinero pero la Revolución no podrá resistir al incremento exponencial de las desigualdades sociales (7). Descansar lo fundamental del esfuerzo de cambio en la economía, bajo el control estatal, prolonga el error de la preeminencia del Estado que se pretende superar, esta vez vía alianza con multinacionales que aquello de nuevas relaciones sociales ni les interesa ni compromete. Por el contrario, el cambio buscado debiera tener como condición sine qua non despertar, potenciar y brindar todo el espacio necesario a esas necesarias y posibles nuevas relaciones sociales, liberando energías, imaginación, tejidos sociales, relacionamientos y emprendimientos territoriales de diverso carácter y tamaño, llevando a cabo una “revolución dentro de la revolución”, para así impedir que aquello que expulsamos por la puerta del frente regrese por la de atrás.

Es precisamente este nuevo rumbo encarado por la dirigencia cubana para su país lo que animó a los Estados Unidos a dejar a un lado viejas políticas de todo orden, que lo excluirían de una disputa geopolítica que pudiera debilitar su control sobre un territorio desde el cual se vea amenazada su frontera inmediata. De este modo, aunque antecedido por capitales procedentes de países como Brasil, Canadá, China, Rusia, Vietnam, Francia, España, Holanda y otros más, el otrora enemigo intenta retomar la iniciativa. Desde ya puede preverse la autorización de un inmenso flujo de inversiones de todo orden con sello made in USA.

Este cambio en su política frente a Cuba lo justificó Obama al decir que no tenía sentido insistir en una estrategia que en 50 años no había logrado sus objetivos, en tácita afirmación de que el cambio de política no es una renuncia a la búsqueda del “cambio del régimen”. La declaración también reconoce las grietas sufridas por el monroísmo como política guía en la relación con los países latinoamericanos, así como la necesidad de refrescar su máxima de que no tienen amigos (y en algún sentido tampoco enemigos) sino intereses.

La visita de Obama a Cuba lo recuerda: la Guerra Fría que dividió al mundo durante varias décadas y extensos territorios quedó atrás hace un cuarto de siglo; su último hielo de manera tardía apenas se está derritiendo en el Caribe. Cuando Guantánamo llegue a las manos de sus reales propietarios y cuando el bloqueo sea totalmente levantado, será cosa del pasado.

 

1 Brooks, David, Acuerdo Cuba-EU, luego de nueve reuniones durante año y medio, La Jornada, México, 19 de noviembre de 2014.
2 Íd.
3 Esta medida vivió varios desarrollos, así: en 1992, con el Cuban Democracy Act, se precisó que estas sanciones continuarían hasta cuando el gobierno diera pasos hacia “la democratización y mostrara más respeto hacia los derechos humanos”. En 1996 se aprobó la Ley Helms-Burton Act, que eliminó la posibilidad de hacer negocios dentro del territorio cubano o con el gobierno de este país por parte de los ciudadanos estadounidenses. En 1999, el presidente Bill Clinton amplió el embargo comercial cuando les prohibió a las filiales extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con Cuba por valores superiores a 700 millones de dólares anuales.

4 Acción terrorista que además violó una y otra vez el dictamen de Naciones Unidas, que a través de 23 votaciones anuales de carácter consecutiva rechazó el bloqueo por abrumadora mayoría. Manuel E. Yépez, “Cuba-EEUU: Cuando normalizar se torna difícil”, Alai 18/02/2016.

5 Fidel Castro Ruz y Felipe Pérez Roque, El valor de reconocer sus errores, Ediciones Desde Abajo, 2006.

6 El megapuerto del Mariel tendrá capacidad para acoger buques de mercancías de la generación post-panamax y forma parte de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM), la primera de su tipo en la Isla, y albergará parques industriales de alta tecnología y zonas de actividades logísticas, comerciales y de servicios, incluida una base de petróleo. El área ofrece un marco regulatorio especial. Sobresalen atractivos fiscales como la exención de los impuestos sobre las utilidades durante los 10 primeros años. Además, un proceso de aprobación ágil, favorecido por un sistema de ventanilla única que permite ganar en rapidez al tramitar las solicitudes de inversiones. Los costos de la mano de obra se decidirán previa negociación entre los inversionistas y una entidad empleadora estatal, que tendrá en cuenta aspectos como el valor de esa fuerza de trabajo en la región y en Cuba.

7 De acuerdo a un funcionario brasileño, “podemos ser francos. Cuba está en un momento de transición y se está preparando para convertirse en una economía de mercado. Aún no lo es pero está llegando a eso”, afirmó el titular, correligionario e importante colaborador de la presidenta Dilma Rousseff. Para luego decir que “[…] el gobierno cubano está promoviendo esas obras para prepararse para el momento en que Estados Unidos levante el embargo que le impuso hace cerca de medio siglo”. Y agregó: “Cuba tendrá una economía liberal y Brasil será el beneficiado”. http://www.abc.com.py/edicion-impresa/internacionales/cuba-tendra-una-economia-liberal-y-brasil-sera-el-beneficiado-anuncian-619697.html.

 

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