Tan pronto se produjo el triunfo de la formación política de izquierda Syriza en las elecciones griegas, los bancos acreedores de la impagable deuda helena y las autoridades de la Unión Europea, con Alemania al frente, desataron un implacable acoso contra Atenas. El gobierno griego permanece hoy acorralado.
Un arsenal de presiones sobre Grecia. El golpe de Estado silencioso
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