Pese a su amplia mayoría parlamentaria el gobierno de Keir Starmer no impulsa transformaciones progresistas. Por el contrario, muestra un claro viraje hacia la derecha, tanto por favorecer al mundo de las finanzas como por su alineamiento internacional. ¿Podrá resurgir una alternativa de izquierda en el Partido Laborista?
Para el actual Primer Ministro del Reino Unido y su equipo de asesores el liderazgo de Anthony Blair siempre constituyó un modelo a seguir para el Partido Laborista. A primera vista, la victoria electoral del año pasado puede parecer un éxito político comparable a los del mismo Blair. Con 411 escaños, Keir Starmer cuenta con la mayoría parlamentaria más amplia que cualquier partido haya obtenido desde los primeros años del “Nuevo Laborismo”.
Sin embargo, visto más de cerca, las bases políticas de su proyecto de gobierno son mucho más frágiles. Su partido obtuvo menos del 34 por ciento de los votos en las elecciones del año pasado. El resultado de 1997 superaba este porcentaje por casi diez puntos. En comparación con las elecciones de 2019, su desempeño fue apenas dos puntos más alto, aunque la cantidad de escaños se haya duplicado debido a las especificidades del sistema electoral británico. En términos absolutos, el Partido Laborista de Starmer obtuvo menos votos que el de su predecesor Jeremy Corbyn, cinco años atrás. Se benefició del colapso del Partido Conservador, que tuvo que competir con los liberaldemócratas y con un nuevo partido de derecha, Reform UK (1).