Desde las rutas polvorientas hasta las cimas del Himalaya, Nepal se reconstruye entre el turismo, la corrupción y la migración masiva. En Thabang, cuna de la insurrección maoísta, la memoria de la revolución persiste, mientras miles de nepalíes buscan su futuro en el extranjero.
En moto, son dos días. Tres en ómnibus, si no te pasa nada. Pero el pueblo de Thabang, foco de la insurrección maoísta en Nepal (1996-2006), está a sólo 400 kilómetros de la capital del país, Katmandú, hacia el centro-oeste. Una ruta verdaderamente extenuante. En la autopista Mahendra, que lleva el nombre de un antiguo rey nepalí y es considerada el eje principal de circulación del país, se realizan enormes obras de ensanche que parecen no tener un fin a la vista. Se debe circular a sólo 20 km/h, con la espalda estropeada, respirando el polvo omnipresente.

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