Daniel Noboa, tras el fracaso de su intento por modificar el artículo 5 de la Constitución, continúa facilitando la presencia militar estadounidense en Ecuador mediante acuerdos que eluden controles legales. ¿Representan estos pactos una estrategia necesaria contra el crimen o un peligroso retroceso para la soberanía nacional?
Nada interrumpe el desfile de los lobos marinos y las excursiones cotidianas de las iguanas, que se relajan sobre rocas grises, con las que se mimetizan. En esta temporada poco turística, frente a San Cristóbal, la más oriental de las islas Galápagos, a casi 1000 kilómetros del Ecuador continental, algunas embarcaciones estáticas dan fe de una presencia humana. “Por estos días fondeaba un buque de Estados Unidos –cuenta Jorge Vázquez–. Y, como los demás lugareños, me acostumbré a sus aviones patrulla”. Un P-3 Orion, un Awacs, un bombardero DHC-8… Hubo que agrandar el aeródromo para recibirlos. Por su parte, el puerto de ese territorio de seis mil almas alberga una flotilla estadounidense.
