En 50 años, entre 1920 y 1970, se produjo un proceso de urbanización acelerada en Chile. La población rural, con 2 millones de personas representaba el 54 por ciento de la población total en 1920. Mientras con 2,8 millones, casi un 50 por ciento más, sólo representaba el 29 por ciento en 1970. La urbana en cambio aumenta de 1,8 a 6,8 millones. Los cambios se sucedieron rápido.
El lento avance
La perversidad del mal
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Categoría: Edición Nº 236
Recuerdos de Chile
Costa Gavras conversó con la edición chilena de Le Monde diplomatique sobre sus viajes a Chile en tiempos de Allende y les cedió tres fotos suyas, inéditas. Testimonio de un ojo y una conciencia aguda y crítica.
Allende
Vivió como un epicúreo; se dio la muerte como un estoico, el cañón del arma apuntando a su boca. Ese 11 de septiembre de 1973, el buen vividor Allende tuvo un final a la romana. No estaba previsto que entrara en la leyenda y permaneciera en las memorias. Había dos hombres en él y, desde fuera, hasta ese entonces, yo mismo al igual que los demás, sólo habíamos visto el primero: un radical-socialista de buen humor, confiado en la muñeca**, aficionado al pisco, a la buena comida, a las bromas y a las mujeres hermosas. Porque Allende tenía sentido del humor, cosa rara en la izquierda, donde la seriedad es tradición, y no posaba como el héroe que sería un día. No llevaba ni barba ni boina, el compañero Presidente. Unos gruesos lentes de carey, un bigotito bonachón, la voz burlona y cálida, simpático, fraternal e incluso masón –como Pinochet, de hecho–. Tenía todo lo necesario, diría yo, para alejar las sombras fatídicas; y para engañar a su mundo.
Los dos fantasmas que acechan a Chile
De un lado, un médico, las urnas y la democracia. Del otro, un general golpista, las armas y la dictadura. Entre los protagonistas del 11 de septiembre de 1973, el panteón chileno debería poder elegir fácilmente. Y sin embargo... A cincuenta años del inicio del feroz régimen de Augusto Pinochet, sus “hijos” están vivos.
La “vía chilena al socialismo”
Conciudadanos del Congreso: Al comparecer ante ustedes para cumplir con el mandato constitucional, atribuyo a este Mensaje una doble trascendencia: es el primero de un Gobierno que acaba de asumir la dirección del país, y se entrega ante exigencias únicas en nuestra historia política.
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