José Mujica, el “Pepe”, falleció el pasado 13 de mayo en su casa, esa pequeñísima vivienda enclavada en un entorno rural en las afueras de Montevideo. Son muy conocidas sus alertas sobre los riesgos que enfrenta el planeta o su defensa de la democracia, sin caer en formalismos convencionales. Mezclaba conceptos abstractos con dichos populares, intercalando múltiples incorrecciones que a veces matizaba con picardías.
En tiempos de discursos superficiales o mentirosos, Mujica apuntaba en otras direcciones. Mientras unos apoyaban el consumismo, defendía la austeridad, y nadie podía retrucarle porque vivía de ese modo. Mientras otros políticos se enriquecían, el donaba buena parte de sus ingresos. Admitía que era un “viejo medio loco” que no podía pedirle a otros que siguieran su estilo de vida. Posturas como esas le valieron una enorme popularidad internacional que explica, en buena medida, la avalancha de reacciones ante su fallecimiento.
Mujica construyó ese protagonismo en un largo proceso. Escaló posiciones dentro de Uruguay en la década de 1990, primero en un movimiento político (Movimiento de Participación Popular) que pasó a integrar la coalición de izquierda Frente Amplio, luego como diputado (1995), y seguidamente en el Senado (2000). Después fue ministro de agricultura y ganadería en el primer gobierno progresista (2005), y luego ganó la presidencia en la administración siguiente (2010). En el escenario internacional se volvió cada vez más conocido, y muchos insistían en conocerle personalmente, desde Barack Obama, cuando era presidente, al empresario David Rockefeller, desde la banda Aerosmith al cineasta Emir Kusturica.
Antes de todo eso, ya cargaba con una historia personal abrumadora. Integró la guerrilla urbana del Movimiento de Liberación Nacional “Tupamaros”, cayó preso, terminando como uno de los llamados “rehenes” (1972-1985). Padeció largos períodos de inhumano aislamiento, sufriendo lo que el mismo describió como una etapa de locura. Una vez recuperada la libertad, junto a otros “tupamaros”, renunciaron a las armas y se lanzaron a la política partidaria.
En esa experiencia se asienta otro de sus mensajes recurrentes: filosóficamente se consideraba un estoico. Decía que ya no guardaba rencor a sus carceleros militares, aceptando lo que le tocaba vivir, fuese en aquel pasado como en su presente. Lidiando con el cáncer que padecía, confesaba que la radioterapia “te quema por dentro”, y aún así insistía en su amor por la vida.
Todo eso hacía de Mujica una persona entrañablemente humana, y es por ello que no escapaba a las contradicciones. Sus discursos podían encadenar ideas opuestas, y lo mismo ocurría con sus acciones. No lo ocultaba; advertía que “como te digo una cosa, te digo otra cosa”. De ese modo, podía atacar al capitalismo consumista pero a los pocos minutos defender la innovación capitalista, reclamar la presencia estatal pero también decir que podía convertirse en una carga. Se abrazaba con muy distintos actores, tanto a su derecha como a su izquierda, y con picardía buscaba a los empresarios. Se justificaba diciendo que para alcanzar éxitos electorales debía “tragarse sapos y abrazarse a culebras”.
Esas ambigüedades hacían que siempre se encontrara un dicho o una acción que gustara. Pero al mismo tiempo, persistían las contradicciones, y entre ellas se destacan por lo menos dos: ambiente y derechos humanos.
Mas allá de la fama ecologista, sus prácticas concretas, sea como presidente o legislador, operaron en sentido contrario. Por ejemplo, siendo ministro de agricultura fue un encendido defensor de los transgénicos y otros modos de producción intensiva; en la presidencia porfiadamente promovió la megaminería de hierro a cielo abierto, incluso logrando que se aprobara una ley para favorecer a una empresa transnacional, y amparó la construcción de una mega planta de celulosa. Al mismo tiempo ridiculizaba las demandas de los ambientalistas; propuso vender un área protegida para recaudar dinero, e intentó reducir el peso de la agencia ambiental al pretender degradarla de ministerio a una simple secretaría.
Todo ese sueño extractivista se derrumbó. Esos y otros de sus caprichos fueron amortiguados por su partido político. Esto se debe a una condición que no siempre se entiende de la política uruguaya. En este país gobiernan los presidentes, sea Mujica u otro, podrán poner sus acentos, pero la marcha de la administración depende del partido, con sus múltiples líderes, y de una institucionalidad que los potencia. Esta es una condición muy distinta a lo que rige en casi todos los demás vecinos latinoamericanos donde los partidos políticos se derrumbaron.
Esa condición explica que otros avances, como la aprobación de leyes sobre aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo o la legalización de la marihuana, fueran iniciativas más del Frente Amplio que de Mujica. Es más, en otras cuestiones referidas a los derechos, Pepe, junto a varios de sus socios más cercanos, cultivaron un íntimo acercamiento a los militares, insistieron en abandonar la investigación y penalización de las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura militar. Consideraba que esa historia debía dejarse atrás, en consonancia con su estoicismo, lo que era inaceptable para los familiares de torturados y desaparecidos. Esa postura, sumada a desplantes, por ejemplo contra las feministas, rechinaba para el resto de la izquierda.
A pesar de esos vaivenes, siempre fue consistente en priorizar un desarrollo económico muy convencional que, en primer lugar, debía reducir la pobreza, dejando en segundo lugar exigencias en ambiente o en algunos derechos. A su modo, seguía inmerso en el desarrollismo estatista típico en las décadas de 1950-60 en América Latina. Como el mundo se volcó tanto hacia la derecha política, esas ideas siempre estaban a la izquierda aunque eran una aceptación estoica del desarrollo capitalista. Se reconocían las crisis que se viven, pero sin lograr concretar acciones alternativas para superarlas.
Hay, en cambio, otros aspectos muy destacables en su vida política aunque menos publicitados. A contramano de la política contemporánea que rápidamente califica cualquier evaluación como propia de acérrimos enemigos o fieles amigos, el talante político de Uruguay todavía permite realizar balances como estos sin caer en esos extremos. Mujica reforzó esa cualidad. Fiel a su estilo reconocía que decía distintas cosas, que se equivocaba como cualquiera, tolerando la diversidad de posturas. Ese es un ejemplo que otros deberían atender.
Tampoco estaba obsesionado en retener el poder ni en reelecciones eternas, como se observa en otros líderes políticos. Al contrario, se esforzó en apoyar nuevas figuras políticas, y dejó una herencia de políticos más jóvenes, muchos de los cuales tienen en sus manos el nuevo gobierno. Otro ejemplo que se debería observar.
Al fin de cuentas, Mujica era entrañable en su humanidad, esto es en sus coherencias como en sus contradicciones, un poco loco como reconocía, pero repleto de enseñanzas para atender. γ
*Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), Montevideo, Uruguay.
Pensamientos de un ‘viejo’ malicioso y astuto
Bueno, hay otro problema. La política renunció al campo de la filosofía. Y comete un tremendo error. Cuanta más renuncia a la filosofía más superficial se vuelve. Y se termina transformando en un pésimo recetario de economía de cuarta. (2004)
“No hay que tratar a los jóvenes como niñitos. Ni decir que necesitamos políticas juveniles. ¿Qué políticas juveniles? ¡Necesitamos políticas! Nada de educarlos con mimos. Le tienen que romper las costillas a codazos a todos los viejos para poder pasar para arriba. ¡Qué mimo ni mimo! (2004)
“Me estoy rompiendo la cabeza pensando en gente nueva con la cabeza fértil para darle oportunidad, ¿viste? Después dará lo que dará. Porque tampoco debés elegir tarugos, no es cuestión de elegir tarugos fieles, no. Hay que ver propensiones brillantotas en la gente. La política tiene que influir y elegir a los expertos; claro, lo ideal son técnicos políticos pero es bravo, es muy difícil de encontrar, es muy difícil.
“La política requiere haber perdido muchísimas horas que no dan ninguna utilidad pecuniaria. Los tipos brillantes quieren resultados. Cada uno tiene que ser conciente de sus limitaciones. Sin técnica no vas a ningún lado. Pero el problema que tiene la técnica es que cada vez requiere más especialización, y la especialización amputa la visión, profundiza pero no es panorámica. La política es panorama, es el todo. (2009)
“Lo que es imposición no es convencimiento y no funciona, y vivo en una sociedad donde me imponen. El consumo me lo tienen impuesto, hay una dictadura. Hay en los hechos una brutal dictadura, una presión del medio ambiente a enajenarme todo el tiempo de la vida, y transformármelo en un objeto que esté esclavizado para consumir.
Vivimos en el medio de una dictadura. ¿Una dictadura de qué? Hay que comprar, no importa qué, hay que comprar, comprar. (2009).
“Porque una cosa es la explotación del hombre por el hombre, y convengo, en que ése es el meollo de la cuestión; y otra cosa es utilizar al Estado para explotar a la población. Después les cobro impuestos a los giles (pendejos) que están en la actividad privada para mantener a los zánganos del Estado. Eso no es socialismo, eso no tiene nada que ver. Eso es “sociolismo”, pero a esta altura no, eso no lo llevo. (2009)
“Y vamos a dejarnos de joder, hay que tener la frescura de reconocer las cosas que son grandes. Un margen de competencia es sano. ¿Vos viste lo que es la prensa de Cuba? No se puede leer, es irresistible. No se puede leer por aburrimiento. No lo voy a decir, pero no se puede leer. Es insoportable. (2009).
“Creo que aquello de la tierra para el que la trabaja, es propietarista. La tierra es de la nación, es lo único casi estable; conceptualmente, que la familia tenga el valor de uso, estoy de acuerdo. Primero, lo tiene que demostrar, y tiene que tener cierta medida, porque no es cuestión de que vivas de atorrante arriba de la tierra y no hagas nada. Vamos a dejar usarla pero usarla bien, y que pague una renta. El arrendador es el Estado, que pague una renta. Cuando cumpla su edad de trabajo, ingresa otro, y así sucesivamente. (2009).
“El Uruguay tiene una debilidad, y los de izquierda justipreciamos esa dificultad: el papel que juega la empresa. El empresismo genera prejuicios, ¡no papá! La empresa es una organización humana, a los efectos de lograr una finalidad, pero es un trabajo de equipo. Que la finalidad con la que se hace sea capitalista, ésa es otra historia; pero no hay otra forma de producir, que formándose en empresa. Para nosotros eso, parece que es pecado, está mal visto. Y todas esas cosas, la calidad total, todas esas cosas son preocupaciones de los burgueses. (2009)
“En esto hay alguna cosa que hay que tomarla como herramienta, la descubrió el capitalismo y va más allá del capitalismo. En los grupos humanos, creo que es probable que por razones genéticas, vos tenés cada diez o quince tipos, uno que tiende a liderar. ¿Viste? No somos iguales. Aceptemos que la timba de los genes establece cosas que después son determinantes. Porque nosotros caemos en un democratismo de carácter racionalista que después decimos que todos vamos a ser iguales; no, todos no somos iguales. Somos semejantes, entonces, en la administración pública y en cualquier función, nosotros, tenemos que buscar esos tipos, tratar de influir en ellos para que ellos influyan en el resto. (2009)
“Ahora, de lo que yo no puedo abdicar en mi credo interno es de la visión socialista y de tragarme la pastilla de que el capitalismo puede ser más tierno. No, el capitalismo es como es y chau, me parece. Está basado en una concepción del hombre dirigido y del hombre manejado, sencillamente. Por ahora ha tenido más éxito económico, está bien, es así. Pero pienso que el hombre tiene potencialidad para construir una cosa un poco mejor y que es posible. Eso es lo que llamo socialismo con un fuerte tono autogestionario y participativo.
“La mejor definición que encontré es en los Kung San, un pueblo que vive en los bordes del desierto de Kalahari, le preguntan a los tipos si no tienen jefe y ellos le contestan: “Nosotros somos jefes de nosotros mismos”. Es el sueño, es la utopía. (2009)
“Hay crisis en el campo del pensamiento, hay crisis. El campo del pensamiento no es andar leyendo libros viejos. Ya los leímos. ¡No jodas! Es la panoplia de nuevas hipótesis de trabajo, de nuevas fundaciones. Hay que tener la audacia que tuvieron los viejos. No repetirlos, repetirlos y repetirlos.
“Este es un frente de trabajo, estamos sin teoría. Toda teoría es provisoria, pero el hombre para dar pasos necesita hipótesis teóricas. Así como la física avanza en base a las matemáticas, hace hipótesis en el pizarrón y después hay que ir al campo experimental para resolver los problemas prácticos y ver si estaba bien o estaba mal, se necesita teoría para guiar al pensamiento. (2009).
“La democracia rompe siempre las pelotas. Para el tipo que está apurado, que tiene que gestionar, la democracia molesta. Soy el primero que lo reconozco. Ahora, ¿el otro camino adónde te lleva? No. ¡Dejá que rompa! ¡Dejá y transá! Hay que tener una madurez para ver eso como una necesidad de la vida, porque dentro de romper las pelotas, también viene la protesta justa, o te señalan los errores o te señalan las lacras.
“Lo otro, es una actitud de acorazarse. Y cuando vos acorazás y blindás, blindás todos los errores también, para adentro. (2009).
“Es un monstruo China. Y seguramente que esto va a cambiar el contexto del mundo inevitablemente. Me parece que es una cosa inevitable. ¿Por qué? Porque además viene de la mano de un país que –por ahora– expresa una cultura que tiene algunas características básicas, que colaboran en un funcionamiento un tanto colmenar.
“No se puede entender a China si no se lee a Confucio. La obra de un filósofo en el largo plazo, puede ser de características inconmensurables. En este caso, era un tipo civilizatorio. Confucio predicaba que los gobiernos no eran tan malos. Que había gobiernos malos, pero que –en general– los gobiernos perseguían que la gente viviera mejor.
“Por lo tanto, el camino más racional era acompañar al gobierno. Fijate vos, debe ser el único lugar de la Tierra donde pasa eso. Porque la dictadura del proletariado, ante el imperio de una filosofía milenaria es un poroto. ¡Es un poroto! Porque ellos actúan desde convencimientos motivadores cuasi genéticos del cuerpo social. (2009)
“Es “pol-potiano” creer que eso se puede cambiar a prepo. De ahí la importancia que tiene el ejemplo del compromiso. Los compañeros de izquierda que tengan responsabilidades tienen que darse cuenta que valen por lo que hacen, pero además por lo que están transmitiendo a la gente. (2006)
“Si esto no está sembrado de rosarios nuevos, de voluntades, de poco sirvió lo que hicimos. Porque no se transforma una sociedad en el quinquenio de ser gobierno, en la satisfacción de nuestras vanidades veleidosas. Es muy largo cambiar la condición humana en una sociedad, es un partido de la gran flauta. Si no queda una barra que levanta las banderas en otras circunstancias. Justamente ese es el papel de la fuerza política. Transmitir porvenir. (2006)
“Es posible que yo tenga una veta libertaria, pero sigo creyendo en los partidos, y en la necesidad de ellos. Muy lejos de creer en la disciplina única, el ser humano en grupos necesita autodisciplinarse en cierto sentido, para constreñir nuestra inevitable tendencia a meter la pata aquí y allá. Libertad en el campo de las ideas, no en el de la ética. En nombre de la libertad no se puede hacer cualquier cosa. No me jodas con eso. Necesito el ser colectivo que me encuadre, que me juzgue y que me ubique. Si no, la independencia absoluta, que es buena en el campo de las ideas para no encorsetar el cerebro, si ella la llevás a todos los planos entonces es un viva la pepa. No estoy para eso. Sonará antiguo, pero creo que los partidos políticos tienen que cumplir su papel. Porque los movimientos sociales son macanudos, pero no me plantean ningún deber, ningún catecismo. Me gusta esto, me prendo, no me gusta esto, me voy. Me desengancho en esto y me engancho en lo otro… no, no, no, la disciplina política es para siempre. Es para elaborar proyectos de largo plazo, no es para una calentura puntual. Es un compromiso de largo aliento. (2006)
“Es posible que el militante tradicional que hemos concebido, esté también en revisión, es muy probable que los temas empiecen a adquirir cada vez más importancia y que surjan como ondas espasmódicas que generan una cresta y que luego se diluyen.
“Esto lo he visto en el movimiento estudiantil. Yo le di mucha importancia porque me senté a observarlos y me hice la pregunta: ¿esto es un amanecer, un crepúsculo, qué representa? “El que no salta es un botón” [policía], una organización enorme que se convoca vía telefonito, y después desaparece, no queda más nada. ¿Es eso, va a ser eso una respuesta futura de las masas? En este caso, la convocatoria sería el tema. En la patria primitiva, antes del partido, la convocatoria era del caudillo, después vino el partido, y ahora parece que viniera el tema. Determinados temas convocan y después se diluyen, hasta que aparece otro.
“Te das cuenta que no tengo respuesta, uno trata de analizar la realidad y trata de verla. Cuando pertenecemos a otra época, naturalmente tendemos a no querer ver o a negar los factores de evidencia. (2009).
“Me da la impresión de que estamos en una especie de época de transición, de una cosa que se va y otra que viene, ¿cuál es la que viene? No la tengo clara. Lo que tengo claro es la que se va.
“Ahora, esto nos deja chisporroteos por todos lados, porque no encaja con la versión bastante “leninoide”, no lo quiero agarrar de víctima al pobre Lenin, que además creo que es el que está más envejecido de los teóricos; no tanto Marx, Marx está fresquito, pero Lenin me parece que tiene mucho que ver con la matriz del partido, por lo menos dentro de la izquierda. (2009)
“Los gurises (niños) adolescentes de la calle con los ojos vidriosos, vos lo ves, están haciendo un mango para la falopa (droga). Y con esta izquierda bobalicona que tenemos, pero por favor. Tenemos que cambiar la legislación, tenemos que tener unos médicos más o menos, y reconocidos desde el punto de vista jurídico, que te digan: “Éste sí es drogadicto”; bueno, marchás por razones preventivas, te voy a sacar alto del piso, pero en unos años me lo vas agradecer.
“No, nos sale mucho más caro, y cuando son jóvenes tenés que agarrarlos ahí, todavía arcilla que no está del todo cristalizada, ahí tenés que dar la batalla; si no, después Dios me libre. Después entran en una carrera delictiva, no quiero ni discutirlo, no quiero discutirlo más porque no le da la nafta a la izquierda, me doy cuenta. Se comió la píldora de los derechos humanos. Y es como si decís: cirugía no, dame una pastillita, una compresa. No macho, sin cirugía no se arregla, ¿qué vas hacer? (2009)“. γ
*Secciones de entrevistas del libro “Pepe Coloquios”, por Alfredo García y Jorge Lauro, publicado en 2009, y entrevistas en el semanario Voces en 2004 y 2006 por A. García. Textos y fotografías reproducidos con permiso de Alfredo García.
