La ofensiva arancelaria de Estados Unidos marcó el comienzo de una estrategia para frenar de China como potencia global. Desde entonces, el conflicto ha escalado de una guerra comercial a una competencia estructural con dimensiones geopolíticas, tecnológicas y monetarias.
Durante décadas, la externalización de la manufactura hacia economías de bajo costo fue una estrategia dominante en el marco del capitalismo global. Esta tendencia estuvo influida por teorías como la “curva de la sonrisa”, propuesta por Stan Shih en 1992, que sostenía que el mayor valor agregado en una cadena de producción se encontraba en las etapas de diseño y comercialización, mientras que la manufactura era vista como una actividad secundaria. Esta visión impulsó a países como Estados Unidos a deslocalizar gran parte de su capacidad industrial.

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