La partición del Raj británico en 1947 parió dos enemigos: India y Pakistán. La guerra latente entre las dos potencias precipita enfrentamientos regulares en la región fronteriza de Cachemira. Una bendición para las fuerzas nacionalistas de ambos países; una amenaza para el planeta, dado que ambos poseen armas nucleares.
Nueva Delhi afirma que su operación apuntó solamente a infraestructuras terroristas; Islamabad contesta que les costó la vida a más de veinticinco civiles, lo cual parece haber sido confirmado por los primeros informes, a su vez cuestionados. Pakistán proclama haber derribado cinco aviones de caza indios; en las redes sociales, una avalancha de mensajes se jacta de la superioridad de los Chengdu J-10 “Dragón vigoroso” chinos, con los cuales se proveyó Islamabad, frente a los Rafale y Mirage 2000 franceses que equipan al Ejército indio (1).
