La complicidad de los países occidentales con la “limpieza étnica” israelí en Gaza confirma el derrumbe del derecho internacional humanitario surgido tras la Segunda Guerra Mundial. Desde la guerra de Kosovo en 1999, los países atlantistas toleran y avalan genocidios y violaciones a los derechos humanos.
Desde el 7 de octubre de 2023 se está viviendo el peor episodio del largo calvario del pueblo palestino. Incluso peor que la Nakba de 1948. Esta palabra árabe significa “catástrofe” y refiere a lo que desde entonces se ha denominado “limpieza étnica”. El desastre actual se caracteriza, entre otras lacras, por el genocidio: se necesita un término árabe aun más fuerte para describir la desgracia que golpea a Palestina: karitha. Pero Israel está asesinando a parte de la población gazatí sin renunciar a la limpieza, tanto en Cisjordania como en la Franja. Después de que “Gaza quede totalmente destruida –como dijo el 6 de mayo el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, en una conferencia en el asentamiento de Ofra– los civiles serán enviados […] al sur, y desde allí comenzarán a irse en gran cantidad hacia otros países” (1).
